Y bueno. Ya se termina el mes. Otro Febrero que se nos va. Y entre tantos vaivenes que tuivimos con el clima, la política, la economía, etc no hay que dejar de pasar por alto los festejos del Carnaval. Y aca en este blog se lo recibe así.
Tambores que suenan bajo la luna y diablos que salen a bailar. Desparramando amor y alegría por los barrios de la ciudad. Vengan políticos retrógrados individuos con arma o traje militar. Los parches seguirán sonando y nadie los va a callar.
En una tarde de verano me decidí por escribir esta poesía. Mirando los árboles y escuchando a los pájaros que con su canción me hacían compañía. Imaginando cuando hayan pasado mas de mil Sábados de que modo encontraría a mi vida. Si mi corazon alguna vez latiría en vano o si se hallaría saltando de alegría. En una tarde de verano me decidí por escribir esta poesía. Sintiendo como el viento acariciaba mis brazos mientras el sol dibujaba todo el paisaje desde arriba. Pensando en los momentos que por el camino se fueron cruzando para luego archivarse en la bolsa de manera definitiva. Y viendo como el tiempo anda tan acelerado que ni siquiera llegamos a notar lo rápido que camina. Por eso te digo a vos que estas del otro lado que no dejes de bailar durante el tiempo que le resta a tu vida. Sin dejar para después lo que hoy pudiste haber realizado porque cuando uno se va ya no hay nada que le sirva.
Las embravecidas olas de aquel mar golpeaban contra la costa. Atrás los tamariscos que crecían en los médanos bailaban con el viento. Y a lo lejos el pequeño pueblo aún dormía en aquellas tempranas horas de la mañana. Era un día nublado. El viejo se hallaba tranquilamente pescando como solía hacerlo habitualmente. Dejaba la caña clavada en la arena y mientras tanto, entre recogida y recogida, se iba a su carpa ubicada a pocos metros. Allí escuchaba la radio mientras tomaba unos mates.Al mediodía se dedicó a limpiar los pocos pescados que había sacado, juntar unas ramas y ponerlos a cocinar en una pequeña parrilla que tenía. Después los comió. Luego se tiró en la arena a dormir una siesta. Y cuando se levantó se puso a comer un trozo de pan mientras fumaba algunos cigarrillos.Le pareció ver que a lo lejos había una figura humana. Le resultó extraño. Casi nunca pasaba nadie por esa playa. Penso que tal vez se tratara de alguna ilusión óptica. Cuando estuvo mas cerca comprobó que era real, que era un cuerpo femenino que aparentemente se dirigía hacia donde estaba él.Enseguida la tuvo a su lado. Se trataba de una chica rubia, de ojos verdes, que aparentaba unos veinte años. Quien dijo que vivía en ese pueblo que había mas allá, pero que se peleó con su novio y decidió irse. A la vez que le pidió cobijo. El viejo le respondió afirmativamente y se puso a pescar. Ella se dedicó a limpiar lo que él sacaba separando la carne que sirve de la que no.Al caer la noche comieron lo que él había pescado. Después hicieron un fogón. Estuvieron hablando un largo rato hasta que ella empezó a acariciarlo. Enseguida lo tomó del cuello y lo besó. Luego entraron a la carpa y se acostaron abrazándose uno al otro. La mañana siguiente se presentó de manera espléndida. Sin viento y con un sol radiante que iluminaba unas aguas totalmente calmas. El viejo se levantó y encontró todo normal. Solo que ella ya no estaba.