Red de escritores en español

domingo, 15 de enero de 2017

Carla y el almanaque

Clara y el almanaque

Clara puso a hervir el agua para hacer fideos. Tenía un almanaque del próximo año en una mesada pegada a la cocina. Era Diciembre. Faltaba una semana para que llegara Enero. 
Cuando regresó para controlar el agua vio que el fuego había agarrado el almanaque. Llenó un recipiente con agua y apagó las llamas. Aunque buena parte del calendario se había quemado. Entonces lo tiró a la basura. 
Vivía sola en un departamento en Villa Crespo. Estaba en el último año de psicología. Aunque a veces atendía la librería que tenía su padre. Era hija única. 
Una tarde de Enero la llamó Ana, su madre. Le dijo que Carlos, su padre no estaba bien. Tomo un taxi y se dirigió hacia allí. En la casa de sus padres, en Floresta, lo encontró a Carlos tirado en la cama. Se quejaba que le dolía el pecho, estaba débil y no tenía fuerzas para levantarse. Llamaron a una ambulancia.
Una vez que llegaron al hospital el cuerpo de Carlos se hallaba sin vida. Ana empezó a llorar desconsoladamente. Clara la abrazaba intentando calmarla. 
Esto hizo que Clara dejara de llevarle demasiado el apunte a la facultad. Por un lado tenía que hacerse cargo de la libreria de su padre. Y por otro no quería dejar tanto tiempo sola a su madre. 
Las charlas con Ana se volvían cada vez mas pesadas. Ella no podía dejar de lamentar la muerte de su marido, de los mas de veinte años que llevaban juntos. Tambien le decía cosas como que no sabía que hacer de ahora en mas o cuanto tiempo mas seguiría viva.
Ya en Marzo Clara, por las mismas razones, tampoco retomo las clases de teatro los viernes por la noche. Aunque para desahogarse cada tanto salia a tomar algo y conversar con alguna amiga de la facultad.
Su madre la llamaba cada vez mas seguido diciendo que le dolía la cabeza, no podía dormirse, sentía calambres en las piernas. Incluso varias noches Clara debio vestirse y salir a su domicilio. Y al ver que no tenía nada le aconsejaba que no pensara tanto, que salga o haga alguna actividad que la distrayera. Pero era como hablarle a la pared. Tambien la culpaba a su hija por minimizar la situación.  
Clara ahora se levantaba para ir a abrir la librería. Una vez que cerraba al mediodía iba a comer a la casa de su madre. Esta vivía a pocas cuadras de allí
Seguía con sus quejas habituales. Sus miedos a que le pasara algo malo, los recuerdos de Carlos, los dolores que supuestamente sentía. Lloraba.
A las cuatro de la tarde Clara regrersaba a la librería hasta las ocho de la noche. Momento que se iba a su departamento. Ahí se cambiaba, bañaba y se preparaba algo de cenar. Después se quedaba con la computadora, la tele o el celular hasta que el sueño la invadiera. Siempre y cuando no la llamaba Ana por alguna urgencia.
Cosa que una ves si ocurrió. Le dijo que se cayó de una escalera y no se podía levantar. Salió corriendo y paró el primer taxi que encontró. La encontró a Ana tirada en el suelo. Gritando y llorando del dolor. Clara llamó a una ambulancia.
Había sufrido rotura de cadera. Luego de varios dias de reposdo debía andar en silla de ruedas. Ana no queria saber nada con operarse. Decía que no la aguantaría. Esto hizo que Clara estuviera casi todo el tiempo encima de ella. Le preparaba la comida, la cambiaba y bañaba. Siempre escuchando sus lamentos. 
Una mañana fue a la pieza deonde dormía Ana. Le parecio extraño no oirla quejarse como lo hacía apenas se despertaba. Apenas entró se tapó la nariz por el olor a excrementos que había. La tocó pero ella no hacía ningun movimiento. Tampoco abría los ojos. Intentaba sacudirla y nada. Llamó de urgencia al médico. Estos una vez que llegaron, al revisarla le hicieron saber que su madre estaba muerta.
Clara se rompió en llanto. Le resultaba demasiado fuerte la perdida de sus padres en menos de un año. Le costaba creerlo. 
No dejaba de extrañarlos. Recordaba de cosas que compartieron juntos. Como cuando de chica la llevaban al cine, luego a comer afuera. Los veranos donde la llevaban al mar, a las sierras. No podía sacarse el dolor ni las lágrimas de encima.
Tampoco sabía que hacer sola. Entre la librería, el departamento que alquilaba en Villa Crespo, la casa de sus padres, la universidad. Por ahí hablaba con alguna amiga. Pero sentía que su vida no mejoraba en nada. 
En Diciembre le regalaron un almanaque del próximo año. Compró una flor y la colocó encima. Lo acariciaba, besaba. Le decía cosas como "esta vez te voy a cuidar, te voy a proteger, vas a hacer un gran año".
En Enero Clara rescindió el alquiler y se fue a vivir a la casa de sus padres. Seguía atendiendo la librería. Aunque en Marzo los viernes empezó a cerrar un rato antes para volver a las clases de teatro. También retomó la carrera de psicología en el turno noche. 
A fin de año obtuvo la graduación y el título. Y para celebrarlo se fue de vacaciones a Brasil con su mejor amiga de la facultad.
Al nuevo calendario que le habían dado lo guardó en un cajón para evitar que se le arruinara antes que termine Diciembre.

domingo, 1 de enero de 2017

Enero

Enero

En este nuevo Enero
nos ponemos un poco mas viejos

El planeta sigue su trayecto
mientras en su superficie las cosas van sucediendo

El sol se encarga de ir derritiendo
el alquitran del oscuro pavimento

El signo de dividir en bandeja puesto
desconfiando hasta de los perros

Sociedades en retroceso
con sus dirigentes preocupados solo en su propio provecho

Ciudades que se van destruyendo
y nuevos muros que van apareciendo

Armas que las fábricas se dedican a ir escupiendo
mientras otro crimen muestra el noticiero

Ojala pudiera rotar la direccion del viento
así nuevos colores aparecen bajo este cielo

Mostrandonos otro enero
con niños que no quieren detener su juego

Una gran ronda que millones de manos va tejiendo
junto a alegres melodías que las aves se encargan de ir trayendo

domingo, 18 de diciembre de 2016

Algo de mi

A mi no me gusta hablar por las redes demasiado de mi vida personal. Soy mas reservado. Ademas no se si hay necesidad de que cientos de personas anónimas pueden leer las intimidades de uno. Me averguenza un poco.

Hay gente que le gusta, lo siente como una descarga, un desahogo. Y la respeto. No es mi caso.
Pero por otra parte el que  hace y creo este blog soy yo. Gustavo, una persona común de carne y hueso. Mortal como el resto de los humanos. No es que escribe o sube las entradas la computadora sola por su cuenta. Tampoco un robot ni aparato que lo va formateando. 
Así que esta vez voy a hablar de mi vida personal y familiar.

Este Diciembre nació Azul, mi nueva sobrinita. Tenía otra antes. Lucia, que llego al mundo en 2004. Pero por peleas familiares entre mi padre, mi hermano mediano (yo soy el mayor) y cuñada estos se  fueron distanciando cada vez mas. Hasta que el hilo se cortó. De modo que ya hace varios años que no veo a Lucia. A veces me watshapeo con mi hermano, arreglamos en hablar otro día con mas tiempo. Y queda en eso. 

Ahora a ver que pasa con Azul, la hija de mi hermano menor. 

En cuanto a mi... no se. Al menos por el momento no tengo ganas de tener hijos ni casarme. Sumar nuevas responsabilidades, estar todo el tiempo ocupándome en eso. Aparte si lo haría siento que debo privarme de hacer cosas que me resultan mas atractivas como salir, viajar, conocer, etc. Sería todo mas complicado. No me gustaría.

Por ahí a veces me dan ganas de estar acompañado, tener alguien a mi lado. Pero después se me va. Mas viendo las parejas que al poco de estar juntas se pelean, padres que maltratan a sus hijos, los abandonan, gente que esta casada hace décadas y hace una vida rutinaria, como para cumplir con tal mandato aunque no se amen, haciendo prácticamente todos los días lo mismo. Para eso prefiero seguir mas tranquilo así.

Suena extraño. A algunos por ahí les resulte egoísta o de poco compromiso. Pero al menos por ahora prefiero seguir tranquilo así solo. Mas libre. Aunque tampoco hay ninguna ley que diga que uno deba casarse y tener familia.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Estas letras van

Estas letras van

Para vos 
que no me conoces
ni mi nombre sabes
estas letras van

Para vos
que no sabes a que hora desperté
o el colectivo que tomé
estas letras van

Para vos
que ignoras el punto del planeta donde he nacido
tiempo que llevo vivo
estas letras van

Para vos
que no sabes lo que hay dentro de mi
tampoco mi forma de vestir
estas letras van

Para vos 
que desconoces mi estado de salud
si ayer comi fideos o arvejas con atun
estas letras van

Para vos
que tus ojos a mi cuerpo jamás lo vieron
desconociendo también mi sexo
estas letras van

Para vos
que ignoras que tengo un blog
menos lo que escribi hoy
estas letras van

Para vos
que sin notar signos de mis movimientos seguiras
mientras por las calles de alguna ciudad andaras
estas letras van

Para vos
que no se donde vivis
ni cuantos años hace que transitas por aqui
estas letras van

Para vos
que tampoco se quien sos
ni tu edad, nombre o religión
estas letras van

sábado, 3 de diciembre de 2016

sábado, 26 de noviembre de 2016

La cerradura de Sergio

La cerradura de Sergio

Sergio vivía en una pequeña habitación. Se levantó a eso de las siete como solía hacerlo habitualmente. Se lavó y desayunó. Puso la llave en la cerradura para intentar abrir la puerta. Pero esta se trabó. Probo varias veces mas y nada. La llave no giraba. No sabía que hacer. Se quedó encerrado. Nunca le pasó algo así. Era la única puerta que daba al exterior. Ventanas no tenía. Solo un pequeño postigo en una pared del baño. Tampoco había portero. Era un tercer piso a contrafrente de un PH. 

Seguía probando pero era en vano. La cerradura no se movía. Sus padres eran los únicos que tenían otro juego de llaves. Pero no estaban. Habían ido a Madrid a visitar a su hermano que vivía allí hace años. 

No tenía el número de ninguna cerrajería. Se puso a buscar por internet. Dio con algunas. Llamó. En varias no le contestaron. En otras los cerrajeros le decían que estaban ocupados y cuando tenían tiempo libre irían. 

Las horas pasaban. Se comunicó con el negocio de ropas donde trabajaba avisándoles de su ausencia.
Ya por la noche seguía todo igual. Intentando sin suerte abrir esa puerta. Ninguno de los cerrajeros que llamo se acercó. Estaba enfurecido. Comió algo, tomó unos tranquilizantes y se  fué a dormir. 

La mañana siguiente lo encontró a Sergio con la misma lucha. La cerradura y la llave que no giraba. Desconocía otra manera de actuar.  Así que intentó llamar a varias cerrajerías mas. En las que respondieron les dijeron lo mismo que la jornada anterior. Algo similar hizo con sus amigos mas cercanos. Los cuales a veces se juntaban para jugar al fútbol, los Sábados a la noche tomar algo en un bar y luego ver que onda, o los domingos a la tarde para jugar a la playstation, al TEG o a las cartas. 

Preparo mate para calmar los nervios. Otro día encerrado. Sin trabajar. Otra vez llamar para avisar que no iría. Luego prendió la tele intentando distraerse pero no lo conseguía. Caminaba de un lado a otro. Del living donde tenía el televisor a la pieza. Se sentaba en la cama, en la silla del escritorio donde estaba la computadora. Miraba algo en ella y después iba al baño. Se mojaba la cara y luego la cocina. Comiendo cosas que tenia en la heladera o alacena. Desde queso o frutas hasta caramelos. Acompañado con gaseosas mas el mate que se había hecho. Para terminar frente a la puerta intentando en vano ver si abría. Por un instante Sergio pensó en escapar por el postigo que se hallaba en la parte superior del baño.  Pero enseguida descarto esa idea. Debía romper el vidrio o la manija con la que lo abría o cerraba. Aparte por el tamaño ni siquiera podía entrar su cabeza.

Al otro día lo mismo. La llave que no giraba. Solo que Sergio lo tomo con mas calma. Se iba acostumbrando. Llamó a las cerrajerías y escuchaba las mismas historias. Que estaban con mucho trabajo y apenas se desocupaban irían. Estuvo con la computadora un rato. Miraba videos en youtube, leía cosas. Tambien veía lo que subían sus amigos en facebook. En la calle, tomando algo, haciendo alguna actividad, paseando. Y él ahí encerrado. Se acostó. Pensaba hasta cuando seguiría así. O en las cosas que dejaba de hacer. Trabajar, ganarse el sueldo. Incluso tantos días temía que lo despidieran. Luego al atardecer pasaba unas horas en el gimnasio. Con exepción de los Martes. Día en que iba a jugar al fútbol con varios amigos en una cancha ubicada a pocas cuadras. Hasta quedarse dormido.

Al despertar Sergio vio que eran mas de las cuatro de la tarde. Para merendar sacó el ultimo yogurth que le quedaba acompañado con galletitas. Despues quiso lavar la ropa. Pero se acordó que no le quedaba mas jabón. Seguía probando si la llave abría y nada. Lo mismo de siempre.
Se tiró de nuevo en la cama. Intentó leer algo pero no tenía paciencia. Pensaba que a sus padres todavía le faltaban mas de diez dias para volver de Madrid. Seguramente Federico, su hermano les presentaría a su novia española. Con la que convivía hace cinco años. El hacía siete que se radicó allí. Estaba por cumplir 34. Tres mas que Sergio. Después fue al living. Encendió la tele. Miró las noticias. Lo que pasaba en la calle, en la ciudad. En el país y resto del mundo. Un mundo exterior que Sergio lo veía cada vez mas lejano. 

A la noche se preparó los últimos churrascos. Luego permaneció hablando por watshap con algunos amigos. Les repetía su actual estado. Estos volvían a decirle que si bien sabían de alguien le avisaban. Aunque tambíen esta historia les resultaba un poco incrédula. 
Se acostó otra vez. Recordó que el día siguiente es sábado. Que a la noche debía ir al cumpleaño de un amigo. Pero aún se hallaba encerrado. Lo que lo llenó de angustia. De pronto le vino la imagen de Melina, su ex pareja. Con la cual convivió hasta hace dos años. Pero como ella era de Tucumán y su madre estaba enferma decidió volverse a su provincia. 

Al levantarse a la mañana Sergio cuando desayunó acabó con las galletitas que le quedaban. Y de nuevo la misma rutina. La llave y la cerradura que no gira. La bronca y desesperación que le resultaba esto al principio paso a transformarse en depresión. Ya no se bañaba o afeitaba. No se quitaba el pijama. De a ratos caminaba de un sitio a otro para terminar siempre en la cama.  

De este modo se le iban pasando los días. Cada vez le quedaban menos cosas para comer. Ya no tenía carne, yogurth, frutas ni galletitas. Ni sabría cuando podría salir a comprar mas. 

72 horas mas tarde Sergio amaneció con chuchos de frío, sed, y un fuerte dolor de cabeza. Caminó al baño para buscar un analgésico y tomar agua. Notó que también le dolía la espalda las articulaciones. Volvió a la cama. Se midió la fiebre. Tenía mas de 39 grados. Busco por internet algún numero de salud de emergencia. Les dijo sobre su estado. Les respondieron que verían como harían por el tema de la cerradura. Se dirigió a la puerta. Empezó a pegarle patadas, piñas y gritar. Tanto que cayó desmayado sobre el parquet. 
Recién despertó a la noche. Notó que se hallaba en una clínica. Acostado en una camilla y con suero. Gritó. Vino corriendo un enfermero. Le dijo que lo trajeron en ambulancia. Estaba débil y con un avanzado estado gripal. Aparecieron dos enfermeros mas. Le explicaron que debieron llamar a los bomberos para romper la puerta mientras él se hallaba inconciente en el piso. Y su estado ira evolucionando a medida que vaya recibiendo líquido y alimentos.

domingo, 13 de noviembre de 2016

El caseron de Jose

El caseron de José



José vivía en un amplio caserón. Era un ermitaño. No salía a ninguna parte Pedía los remedios o las compras necesarias por teléfono. Cuando se sentía mal hacía lo mismo con los médicos.

Todas las noches, antes de acostarse, se dirigía al jardin que se ubicaba al fondo. Se sentaba un rato en el pasto al lado de la tumba de Alicia, su ex mujer. La tocaba, acariciaba mientras le decía algunas palabras.

Alicia tenía cancer. Con el tiempo se le fue agravando. En los últimos meses terminó postrada en la cama. El día de su fallecimiento José cavó un pozo en la tierra depositando su cuerpo allí. Luego de enterrarla puso cemento encima para después pintarlo de blanco. Y encima en letras negras puso su nombre, fecha de nacimiento y de deceso.

Desde allí, con la promesa de no abandonarla no salió mas de la casa.

Tenía un gato negro. A quien lo cuidaba. Lo mimaba, le daba de comer, lo bañaba. Lo había encontrado una noche asomado en una de las ventanas que daba a la calle. Jose le dió agua y comida y el gato entró. Desde ahí aquel felino pasó a ser su única compañía.

También le gustaba tocar cada tanto el piano. Solo que cuando lo hacía le venían recuerdos de Alicia, ya que ella era la que mejor se desempeñaba. Aparte de ser profesora y participar en una orquesta. Su pasión eran los libros. En una habitación tenía una enorme biblioteca. Había ejemplares de Shakespeare, Marx, Borges, Roberto Arlt, Agatha Christie. Contaba con tantos que con el tiempo se los olvidaba y volvía a releerlos.

Su otra pasión era la música. En el living tenía un tocadiscos. Coleccionaba obras de Vivaldi, Mozart, Beethoven. Se la pasaba horas escuchándolas en un sillón. Cerraba los ojos para concentrarse mas. Lo transportaban. Le venían recuerdos de cuando salía con Alicia al teatro, al cine, a cenar. Imágenes de su adolescencia, de sus padres que ya hace años que ya no estan.

Una mañana José no despertó. Su gato, quien dormía en el piso a su lado al ver que no se levantaba le lamía la cara, apoyaba sus patas como para despertarlo. Pero el cuerpo continuaba inmóvil.

Sin embargo por las noches, en aquel caserón, se veían las lámparas encendidas. Se oía música clásica a todo volumen. Las ventanas completamente abiertas. Y el gato que no paraba de maullar.