Red de escritores en español

miércoles, 25 de abril de 2012

De gaviotas, abejas y sapos


De gaviotas, abejas y sapos.






Había una vez un campo habitado por abejas. Estas tenían todo el espacio libre como para jugar entre las ramas de los árboles, tomar el jugo de las flores que desearan.


Un día, al ver que llegaban decenas de gaviotas decidieron emigrar a un campo vecino con el fin de no mezclarse con nadie y seguir solas. Pero ni bien se instalaron descubrieron que ese nuevo lugar estaba lleno de sapos. Los cuales a su vez, por temor a que estos últimos los agredan se fueron a otro sitio cercano.


De a poco el miedo y la desconfianza hacia el otro, al que veían como enemigo, iba aumentando considerablemente entre cada una de estas especies. Las gaviotas, por temor a que las abejas les hagan daño, se organizaban para vigilar todo su territorio desde lo alto. Estas para protegerse de una supuesta invasión de las aves, colocaban espinas alrededor de sus panales y se dividían en grupos que hacían de guardia día y noche. A la vez que los sapos, con el fin de que nadie ingresara en su nuevo lugar, construían enormes muros de barro frente a sus cuevas.


Con el paso del tiempo los miembros de cada una de estas comunidades veían que nada de lo que suponían ocurría. Las gaviotas volaban siempre alrededor de los mismos árbloes, las abejas pasaban la mayor parte del día ocupadas en sus tareas. Mientras que los sapos no salían mas allá de donde estaban sus cuevas. Hecho que los llevó a perder el miedo y darle cada vez menos importancia al tema de la seguridad.


También empezaban a formarse grupos que se ayudaban entre sí. Como las gaviotas que aprovechaban su vuelo para traer alimentos de lugares lejanos, abejas que regalaban cera y miel o sapos que cuando había tormenta invitaban a todos a refugiarse en sus hogares.


Así fué como estas comunidades de a poco aprendieron a respetarse y convivir en paz. Formando un inmenso campo en donde todos tenían su lugar y abierto a cualquier otro grupo que quisiera radicarse allí.

sábado, 21 de abril de 2012

Otoñal

Otoñal



Las lluvias que ayer faltaban,
hoy de riegar calles y avenidas estan cansadas.




El verde que antes los árboles iban luciendo
ahora un fuerte amarillo lo va tiñendo.



Bermudas que de vestir piernas dejarán.
Junto a sacos que a algun pecho ya se le animarán.




El día pierde espacio
contra la noche que horas le va quitando.




Los rayos del sol pierden fuerza.
Mientras por las mañanas ya se ve una espesa niebla


El otoño se levanta a trabajar,
y el verano se acuesta a descansar.




Se despide hasta el próximo Diciembre
cuando el calor vuelva a derretir otra vez nuestras pieles.
   



martes, 17 de abril de 2012

martes, 10 de abril de 2012

Bebiendo




Bebiendo








La luna que sigue allí

recostada entre las olas de aquel mar.





La brisa que va haciendo siluetas sobre la arena.





En el muelle,

decenas de pescadores esperan ansiosos el plato que luego a su boca llevarán.





Y yo en esta mesa,

bebiendo de lo que el vaso va trayendo a mi garganta.





Bebiendo, bebiendo, bebiendo.





Sin saber después que.





Donde despertaré.

O como mañana el sol me encontrará.

viernes, 30 de marzo de 2012

En la playa





En la playa




Era una noche hermosa. Con una luna llena que se reflejaba sobre las aguas de ese mar calmo. Con una suave brisa que iba formando y deformando ondulaciones en la arena.

Él seguía allí. Sentado en aquel médano frente a un fogón. Acariciando las cuerdas de su guitarra mientras tomaba cerveza. Anotando cosas en un cuaderno.

De pronto vió una luz en el agua. La cual a medida que pasaban los minutos se hacía cada vez mas grande. No le llevó demasiado el apunte y siguió concentrado en sus asuntos.

Mas tarde comprobó que esa luz provenía de una canoa. Apenas este bote llegó a la orilla de su interior salió una sombra. No pudo observarla demasiado ya que él estaba bastante lejos. Pero aparentaba una figura femenina. Luego la perdió de vista.

Abrio la segunda botella de cerveza y puso algunas ramas para alimentar el fuego. Siguió ensayando con su guitarra.

De pronto se le acercó una mujer joven. De cabello morocho ondulado, ojos negros y con su cuerpo semidesnudo. Se sentó a su lado. Le comentó que le gustaba salir a navegar en las noches de verano. Sentir como la brisa acariciaba su piel. Escuchar el ruido del mar. Conocer historias nuevas.

El le dijo que le gustaba tocar la guitarra y escribir versos, cuentos o canciones. Que le gustaban los sitios tranquilos como este.

Luego le convidó un trago y bebieron juntos. Le hizo saber que se hallaba solo desde hace dos años. Cuando se peleó con su novia. Ella se acercaba cada vez mas hacia él. Lo acariciaba, le sacaba la ropa. Hasta que terminaron besándose y revolcándose en la arena.

Al otro día el sol lo encontró durmiendo en la playa. Sin ningún bote amarrado a la orilla. Solo. Con su guitarra usándola como almohada. Con el fuego que ya se apagó. Con tres botellas de cerveza vacías.

Con su cuaderno donde había escrito esta historia.

domingo, 25 de marzo de 2012

Un atardecer




Un atardecer




El viento soplaba con fuerza en aquel atardecer. Era Enero. La playa había quedado desierta. La gente ya se había ido.

Sin embargo yo seguía aquí. Mirando el mar. Contemplando la belleza de las olas cuando rompen. Pensando en lo grandes y fuertes que son al principio. Para luego volverse nada. Acabar muriendo sin pena ni gloria en la orilla.


Me vino una imagen de nosotros mismos. De nuestra existencia. De como al igual que las olas de jóvenes tenemos toda la fuerza del mundo. Con hermosos cuerpos. Llenos de sueños y proyectos. Y después finalizar con nuestras pieles llenas de arrugas. Sosteniéndonos de un bastón. Con algún tipo de problema o enfermedad. Hasta terminar nuestra existencia postrados en alguna camilla.

Se me acercaron unas gaviotas. Hacían sonidos con su pico y daban vueltas. Para después irse hacia el mar y desaparecer.

Miré los tamariscos que estaban en los médanos. Ellos seguían allí. Verdes. Ondulándose con el viento. Como haciendo una especie de danza. También vi un perro. Caminaba por la arena. Cada tanto de detenía a olfatear algo. Hasta que lo perdí de vista.


Se me ocurrió la idea de que todo estaba en su justo lugar. Las olas en el mar. Las gaviotas que iban y venían. Los tamariscos en los médanos. El perro que pasó. Y yo ahí sentado en la arena. Formando parte del paisaje.

Pensé de nuevo en mi existencia. En todas las cosas que contemplé. En la razón del porque estamos aquí y ahora en este mundo. En lo que seremos luego de partir.

Si las gaviotas una vez que morirán no nacerán como perros. Si los perros no harán lo mismo transformándose en tamariscos. Si los tamariscos no serán seres humanos.

Y si yo una vez que me vaya de este mundo no me convertiré en una de esas tantas olas que después de romper acaban como si nada en la orilla.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Feliz dia de la poesia

Poesía que alumbra en las noches mas oscuras.



Que llega como un bálsamo despues de cada tempestad.


Que acaricia el alma con dulces melodías.

Que nos acompaña en los momentos de soledad.


Que escarba entre nuestos recuerdos cargados de melancolía.


Que besa los labios de las mujeres.


Que calienta ciertos órganos sexuales de los hombres.


Que no para de vertir litros de tinta en cada luna.


Que nace con el sol de la mañana.


Que se baña en las aguas de cada río.


Que corre libre entre extensas praderas cubiertas de verde.


Que despliega sus alas junto al vuelo de cada ave.


Que arde con el sol del desierto.


Que protesta contra las injusticias.


Que se harta de tanta corrupción, pobreza y desigualdad.


Que muestra sus dientes en cada caso de represión o gatillo fácil.


Para despues dormirse en el vaso de algún trasnochado
 que ronda por las mesas de los bares.