Red de escritores en español

domingo, 18 de septiembre de 2016

El mes numero nueve



Todo parece diferente
en este mes numero nueve.
Ramas que se visten otra vez de verde
bajo la atenta mirada de un hermoso cielo celeste.

En los pétalos de una rosa una mariposa se posó
sintiento el perfume de su intrerior.
Un niño en una plaza se comió
los pochoclos que su abuelo le compró.

Picnic de adolescentes
riegados de melodías alegres.
En este último trimestre
con cuerpos que al aire vuelven a relucir sus pieles

El día de nuevo a la noche horas le robó
para regalarnos mas minutos de sol
El invierno a dormir se acostó
Mientras la primavera recien se despertó

sábado, 17 de septiembre de 2016

Estos ultimos hechos

No me gusta estos hechos que vienen pasando. Un Gobierno que supuestamente ve maras, miembros del isis y no se cuantos fantasmas mas. Espero que ellos no esten fomentando que aparezca un grupo de ese estilo aqui para crear mas enfrentamientos o represión. Seria trágico.

Por otra parte un Presidente no puede defender a una persona que mata a otra. Es el presidente de un país. El máximo dirigente. No es un tipo cualquiera que opina en una mesa de un bar. 

Alguien que este excluido debería recibir apoyo social, psicológico, económico por parte del Estado para no caer en la tentación del delito. Si se convierte en homicida debe cumplir su condena en prisión. Después recibir nuevamente apoyo estatal para poder reinsertarse en la sociedad. 

Solamente tendrían que portar armas los integrantes de  las fuerzas de seguridad. Con el único objetivo de proteger a todos los ciudadanos. Respetando la ley y subordinándose a la Constitución.

De otro modo es la ley de la selva. La violencia solo sirve para generar mas violencia hasta convertirse en un gran circulo vicioso. 


domingo, 4 de septiembre de 2016

Los dias de Gonzalo

Los dias de Gonzalo

Gonzalo vivía solo. Alquilaba un departamento en Almagro. 
Una mañana recibió una llamada. Era la secretaria de la oftalmóloga avisando que ese día no iba a poder atenderlo. Debía esperar una semana mas.
Comió algo y se fue caminando a la estación de servicio ubicada a pocas cuadras de su casa. Allí trabajaba atendiendo el bar por la tarde. Se había recibido de abogado hace tres años. Cuando terminó de cursar la facultad de derecho. Pero por ahora no encontraba lugar donde ejercer.

Al otro día, luego de desayunar fue a hacer unas compras. Cuando volvió encontró que el piso de la cocina estaba todo mojado. No sabía de donde provenía esa agua. Tanto el techo como las paredes estaban en perfecto estado. Al abrir la mesada se dio cuenta que perdía un caño que iba hacia la pileta. Paso un trapo y puso una olla para contener las gotas. Llamó al plomero. Quedó para el sábado por la mañana. Era martes.

Mientras estaba trabajando se enteró por el grupo de watshap que tenía con sus amigos que por la noche no se iban a reunir para jugar al fútbol. Varios estaban resfriados, con gripe y no podian ir. Se suspendía para el próximo martes.
A eso de las diez de la noche llegó a su casa. Vió que la olla que puso para contener las gotas que caían del caño desbordó mojando el interior de la mesada. Se puso a secar. Colocó una cacerola mas grande. Luego se puso ropa de entrecasa mientras calentaba unas milanesas. Al terminar de comer estuvo un rato con la computadora. 
De pronto lo llamó Natalia. Le dijo que su madre, que vivía en Rio Cuarto tuvo un problema de salud y debia ir a verla urgente. Tanto ella como su hermana. Ya que vivían las  dos juntas. De modo que no sabría cuando volverían. Con Natalia hacía casi un año que salía.

A la mañana siguiente fue a la casa de Natalia. Allí estaban ella con su hermana. Terminaron de armar los bolsos y pidieron un taxi hasta Retiro. Gonzalo las acompaño. Consiguieron pasajes para la tarde. De modo que Gonzalo no podía estar porque tenía que trabajar. Tomaron algo en un bar. Luego se besaron, abrazaron. Hasta que Gonzalo se despidió. Quedaron en hablarse y mensajearse. 
Gonzalo fue a tomar el subte C para después hacer conbinación con la linea A que lo dejaba cerca. Deseaba que Natalia no lo abandonara, que regresara lo antes posible.  Se acordaba del día que se conocieron. En el cumpleaños numero treinta y cinco de su amigo. Natalia le hablaba de los pacientes que llegaban a la guardia. Ya que tanto ella como su amigo son compañeros del hospital Fernandez. Mientras que Gonzalo les comentaba sobre los clientes que paran el el bar de la estación de servicio. Y entre copas y anecdotas hubo onda entre los dos. 

Ya en el trabajo Gonzalo se dio cuenta que no tenía celular. Se enfadó. Empezó a sudar. Sentía que le pasaban todas. Pensaba como pudo perderlo. Si en  la mesa del bar de Retiro donde tomaron algo, del bolsillo de la campera cuando se la quitó, o alguien en el subte se lo sacó sin que lo notara. Llamó a su número del telefono de la estación. Sonaba el tono pero no contestaba nadie. Después llamó a Natalia para avisarle. Intentó comunicarse varias veces mas con su níumero pero le ocurría lo mismo. De modo que llamó a la compañia para que suspenda el servicio. 
Cuando regresó a su departamento. A eso de las 22 volvió a hacer lo mismo. Sacar la cacerola de abajo de la mesada. La cual tambien habia desbordado mojando las maderas y demas recipientes. Vio que el caño goteaba mas seguido. Deseaba que llegara el sabado para que viniera el plomero y lo solucionara. No tenía hambre. Le dolía la cabeza. Se dió una ducha para luego irse a la cama. 

Al otro día tomó de nuevo el Subte A en Castro Barros. Tenía que estar en media hora en el centro por una entrevista laboral. Si le iría bien tenía altas posibilidades de ocupar un cargo en Tribunales. Lo que lo haría llevar un nivel de vida distinto y hacer lo que mas le gusta. Defender a las mujeres de maltratos. Tanto físicos como económicos o psicológicos. Cuando se dió cuenta estaba entre las estaciones Carabobo y Plaza Flores. No lo podía creer. Había tomado el subte al reves. En Flores se puso a esperar que llegara el tren que lo dejara en la estación Lima. Por altoparlantes decían que por problemas el servicio funcionaba con demoras. Estaba enloquecido. Todo transpirado. Además al no tener celular no tenía la manera de avisar que llegaría mas tarde. Cuando llegó. Casi una hora después de lo acordado ya no había nadie. 
Enojado. Masticando bronca. Notando que todo le salía mal empezó a caminar por Rivadavia. Hasta que a las 13 entró a atender el bar de la estación de servicio. 

En la madrugada del viernes Gonzalo se levantó para ir al baño. Prendió el velador paro no hacía nada. Pensó que no funcionaba. Intentó lo mismo con la luz de la pieza y nada. Lo mismo cuando probó encender el televisor. Se dió cuenta que le cortaron la luz. 
Ya por la mañana se lavó la cara y los dientes con el último chorro que salía de la canilla. Bajó por la escalera los seis pisos que lo separaban de la calle. Habló con el encargado. Le dijo que hizo el reclamo pero no sabían cuando volvería el servicio. En la cuadra de enfrente vio que varios negocios tambien estaban sin energía eléctrica. Desayunó algo en un café. Despues fue a un locutorio para llamar a Natalia. Ella le dijo que su madre estaba mejor de la presión. Que ya le dieron el alta en la clínica donde la internaron. Pero por ahora debía mantenerse con controles médicos. Aparte de hacerle saber que lo extrañaba y no veía la hora de volver a Buenos Aires. Gonzalo también le dijo que la amaba mientras seguía esperando su regreso.

Una vez que volvió de su trabajo por la noche la luz aún no había retornado. Subió los seis pisos por la escalera em medio de la oscuridad. Prendió una hornalla. Tambien encendío una vela. Lo único que lo consolaba era que al no tener luz ni agua no perdía el caño de la pileta. Se preparó una ensalada. Después se tiró en la cama hasta que lo invadió el sueño. 

El sábado a las nueve de la mañana se levantó para esperar al plomero. Tal como había acordado el martes. Todavía estaba sin luz. Y por ende sin agua. Como no funcionaba el portero eléctrico lo esperó en la entrada del edificio. El plomero le había dicho que estaría allí entre las nueve y las once. Pasadas las doce fue al kiosco que se situaba a media cuadra. Compró un sandwich y una gaseosa. Subió de nuevo a su departamento por la escalera. El encargado le dio dos baldes de agua. Gonzalo le pregunto si sabía cuando volvería la luz. Este le dijo lo mismo que el día anterior. Que le habían contestado que el reclamo estaba pero no sabían cuando lo resolverían.

Se sentía un idiota. Cada vez le pasaba algo distinto. Todas eran malas. No sabía que cosa peor le podía pasar. Al terminar de comer lavó los recipientes con el agua que le dió el encargado. Tambien la utilizó para el baño. Después salió para su trabajo. Usó el teléfono que había para llamar al plomero. Este le dijo que tuvo un inconveniente y no pudo ir. Que lo dejaría para otra ocasión. Gonzalo no paró de insultarlo. Lo mandó a la mierda y le colgó.  A la noche volvió a su casa con la misma oscuridad que el viernes. Pensaba en que si tenía el celular podía arreglar para ir a lo de un amigo. O salir a algún lado. Ya que el domingo no trabajaba. Pero se sentía incomunicado. Sin internet ni teléfono. No le daba para mandarse de una a sus casas. Porque ellos tambien tenían sus parejas, algunos hasta hijos. 

El Domingo fue almorzar a la casa de Gladys, su madre. Esta vivía en Morón. No le quiso contar sobre todas las cosas que le pasaron para que no se hiciera problema. Lo único que le dijo fue que había perdido el celular. Ella preparó ravioles. Hablaron de Mariana. Su hermana menor. Que hace cinco años vivía en Italia. Gladys le contó tenía ganas de ir a ir a visitarla algún día. También le volvió a decir lo bien que le hizo separarse de Roberto, su ex. Que el único que sintio realmente amor fue con Carlos. Su primer marido. Quien murió en un accidente automovilístico cuando Gonzalo tenía diez años. Ya por la tarde vino una amiga de Gladys. Gonzalo fue a tomar el tren Sarmiento. Luego el subte A hasta el centro. Quería caminar un poco, distraerse. Después se sentó en un bar a tomar algo mientras miraba el partido de San lorenzo que lo daban por la tele. Equipo del que era hincha. 
Una vez que regresó a su casa. A eso de las ocho de la noche otra vez la misma oscuridad. Se tiro en la cama. Esperando que se le cerraran los ojos. Deseando que la semana que empieza sea mejor que la anterior.