Red de escritores en español

jueves, 9 de diciembre de 2021

El criadero

 

 

El criadero  

  

Roberto y Elena eran propietarios de un campo en la provincia de Corrientes. Tenían vacas, chanchos, gallinas, colmenas, árboles frutales. Producían quesos, dulces, jugos, huevos, miel, mermeladas. Aunque en realidad los que hacían esos trabajos eran los peones y obreros. Quienes a la vez eran dirigidos por capataces.   

Aquel matrimonio además se repartía su tiempo entre un lujoso piso que tenían en la ciudad de Corrientes frente al rio Paraná y otro en Recoleta, en la ciudad de Buenos Aires. Durante los meses de verano la pasaban en un chalet situado en La Falda con vista a las sierras y en otro ubicado en una zona residencial de Pinamar. De estos también eran dueños.   

Hace un tiempo, producto de la cada vez mayor sequía, sumado al aumento del precio de los combustibles, alimento de los animales, fertilizantes, y al mismo tiempo una caída en las ventas ese campo ya no les rendía como antes. Iba a pérdida. Tanto a Roberto como a Elena se les hacía cada vez más difícil mantener toda esa estructura. No dejaban de pensar en como poder reinventarse.   

Ese campo lo había adquirido el bisabuelo de Roberto hace más de un siglo. Luego se fueron pasando los bienes de padres a hijos hasta llegar a los actuales dueños. Los padres de Roberto habían fallecido. La madre de Elena aún vivía en la misma casa donde ella había nacido. En la ciudad de Corrientes. Elena supo poco y nada de su padre. Cuando era niña este se fue para nunca más volver.  

Cierto día los propietarios de ese inmueble decidieron dejar atrás la actividad que venían desarrollando para poner un criadero de humanos. Los galpones donde antes albergaban animales y producían los alimentos ahora lo remodelaron. También pusieron filas de camas de dos plantas. En el casco de estancia donde ellos habitaban instalaron un sistema de vigilancia. Para ello debieron comprar un nuevo generador de electricidad. Y llamar a alguien para que colocara los cables, pantallas y cámaras de seguridad. Una vez terminada esa obra empezaron a secuestrar hombres y mujeres jóvenes de las villas de las principales ciudades del país. Roberto y Elena se encargaban de monitorear todo. Contaban con tres camionetas 4x4, dos camiones, un helicóptero y dos avionetas. Utilizaron a los capataces y los peones para llevar a cabo los operativos. Los capataces manejarían los vehículos. Y serian acompañados por grupos de peones. A quienes los armaron para hacer el trabajo sucio entrando a las barriadas y llevándose a las personas que coincidían con sus preferencias.  

A la gente que secuestraban las encerraban en los galpones donde habían puesto las camas. Dándoles de comer tres veces al día. Una vez que llegaron a los doscientos hombres y a la misma cantidad de mujeres terminaron con los secuestros. Ahora los obligaron a tener sexo entre ellos. Cada día con alguien distinto. De modo que cada una de las doscientas mujeres debía tener sexo con un hombre diferente cada veinticuatro horas para que todos pudieran relacionarse.  

A los bebes que nacían los alojaban en otro sector aparte. 

Roberto y Elena se conocieron hace tres décadas. En la ciudad de Corrientes. En el cumpleaños número veinte de una amiga de la infancia de Elena. Dando la casualidad que también resulto ser la ex compañera de la secundaria de Roberto. Después se casaron. Al poco tiempo llegaron los hijos. Tuvieron tres. Jorge el mayor que actualmente vivía en Miami. María, la del medio que lo hacía en Madrid. Y Nicolás, el menor que residía en la ciudad de Buenos Aires. Roberto ahora estaba por alcanzar los cincuenta. Elena era tres años menor.  

Aquel matrimonio se enteraba de lo que pasaba en el mundo exterior a través de internet. Veían que se multiplicaban las noticias sobre desapariciones de personas en los barrios marginales de ciudades como Quilmes, Córdoba, Rosario, Mendoza, Mar del Plata. Incluso hubo incidentes en Merlo donde vecinos enfurecidos tiraron piedras contra patrulleros y prendieron fuego una comisaria. Algo parecido ocurrió en Neuquén con una marcha pacífica hacia la casa de Gobierno. La cual termino con una represión policial con balas de goma y gases lacrimógenos. Sin embargo ellos se sentían a salvo. Su campo se hallaba alejado de todo. Separado de la ruta 12 por más de cien kilómetros de caminos de tierra. Cuando llovía se convertían en barro. Y solo se podía acceder hasta allí mediante vehículos todo terreno. Jamás nadie se enteraría. Sumado a que al ser personas que viven en sitios marginales no tienen el mismo peso que alguien que habita las zonas mas acomodadas.   

Roberto y Elena habitaban el casco de esa estancia. Separado por alambrados e hileras de eucaliptus del resto de ese inmueble. Ahí tenían una pileta de natación para disfrutarla en los días de calor. Una cancha de golf donde Roberto practicaba ese deporte. Incluso a veces invitaba a amigos así acompañaban. También una huerta. Ya que a Elena le encantaba lo relacionado a la jardinería. Regaba las plantas, las cuidaba. Le encantaba cuando para la primavera estas reverdecían y se llenaban de flores. También poseían aparatos de gimnasia y pilates para mantenerse en forma. Tenían dos computadores. Una era de Roberto y otra de Elena. De modo que cada uno la usaba a su manera. Ver videos, películas, escuchar música, la radio, leer noticias, jugar, aprender recetas de cocina, modos de comer mas saludable o cuidado de las plantas. Además de hablar con sus hijos. Ya que en eses sitio. Alejado de los centros urbanos era poca o nula la señal que tenían en los celulares.  

Cuando los nacidos en ese campo llegaron a los primeros seis años de vida sus dueños utilizaron a los peones y capataces para matar a todos los individuos que habían secuestrado. Luego los enterraron en una enorme fosa.
A esos niños se encargaron de llevarlos a los galpones donde antes alojaban a las personas secuestradas. Les enseñaban tareas como recolectar frutos maduros, preparar pan, podar. También asuntos como lavar los utensillos donde comen, limpiar los sitios donde duermen o hacen sus necesidades, asearse, cocinar los alimentos. Con la idea de que luego hicieran todo ellos.   

Anteriormente tanto Roberto como Elena invitaban  a amigos o familiares a pasar unos días en su estancia. Pero una vez que comenzaron con esa nueva actividad no trajeron más a nadie. Ahora ellos iban por separado a visitar a algunos amigos que les quedaron de la juventud. No querían dejar solo ese campo. Estaban mas ocupados. Necesitaban estar al tanto de todo lo que pasaba. Roberto a veces visitaba a su hermano que vivía en Salta y era propietario de grandes extensiones de viñedos. Lo mismo hacía Elena con su madre. También se turnaban para ir a las distintas propiedades que tenían. Cuando iban a visitar a Nicolás, su hijo menor que vivía en el barrio de Belgrano en la ciudad de Bueno Aires, le aseguraban que cuando ellos enfermaran le pasarían la herencia.  

Una década después empezaban a dividir un espacio de ese campo en lotes y arrendarlo. Una parte a laboratorios médicos. Otra a barrabravas de futbol. Un tercer sector sería para los curas. Uno iría para el Estado. Los narcos también tendrían su espacio. Y un sexto lugar para la policía.  Cuando esos chicos alcanzaban los dieciséis años los separaban y los llevaban a cada lote según las necesidades de cada uno de estos actores. Los laboratorios los utilizaban para hacer experimentos, probar nuevos remedios. Si fallaban con uno los reemplazaban por otro. Ya que esos chicos al no tener identidad eran como si no existieran. Los barrabravas les enseñaban canciones de cancha, alentar por ciertos clubes y les daban camisetas de equipos de futbol. Una vez que aprendían todo eso los llevaban a los estadios para gritar por tal equipo. Así llenaban los estadios. Aparte les resultaba gratis ya que no pedirían nada a cambio. Los curas los adoctrinaban con cuestiones ligadas al catolicismo para que estos luego pudieran dar catequesis en las Iglesias. Llevando la palabra de Dios a las nuevas generaciones.  El Estado los usaba para hacer obras cono repavimentación de calles, mejoramiento de rutas, arreglo de plazas, limpieza de espacios públicos. Le resultaba más cómodo que tener que contratar personal y pagar salarios. Estos nuevos trabajadores jamás reclamarían, harían huelgas o pedirían aumento. No tenían idea de esos asuntos. Ni siquiera sabían leer o escribir. Tampoco tenían DNI. Los narcotraficantes los volvían adictos a ciertas sustancias para quemarles el cerebro. Una vez que lo hacían los utilizaban como soldaditos. Y si alguno no se adaptaba a sus exigencias lo desechaban y traían otro. Total no figuraban en ningún lado.  Y la policía también se aprovechaba de ellos enseñándole a disparar, patear, golpear. O alguna que otra palabra que en su jerga que creían necesaria. Para después obligarlos a hacer trabajos como desaparecer personas, cometer asaltos, amenazar con secuestrar. 
La parte de ese campo que aún permanecía en manos de Roberto y Elena era usado como como reservorio. Al grupo de chicos que continuaba allí lo conservaban para reproducirse y agrandar esa población. Estos seguían haciendo trabajos tanto rurales como domésticos. Además de ser obligados a tener relaciones sexuales una vez por mes.
  

Los bebés que seguían naciendo eran colocados en el mismo sitio donde habían parido ellos. A los seis años aprenderían a recolectar frutos, echar fertilizantes a la tierra, limpiar los baños, cocinar.  Una década después algunos se quedarían para procrear. Otros  a cambio de dinero serían entregados a los diferentes arrendatarios según sus necesidades.  

Roberto y Elena estaban entusiasmados viendo como este emprendimiento prosperaba. Su estancia volvía a ser rentable. Y el negocio no paraba de crecer. No solo ganaban dinero por cada chico que vendían. Sino también por las rentas que le cobraban a sus inquilinos. Ahora contrataron personal de seguridad para vigilar su campo. Así podían salir sin necesidad de estar siempre ahí para controlar lo que ocurría. Tenían mas tiempo para todo. De nuevo iban los dos juntos a visitar amigos y familiares. También a los chalets que usaban para pasar los veranos como al resto de sus propiedades. Pusieron un sistema de seguridad en cada una de ellas para poder ver desde donde se hallasen lo que pasaba en su estancia.   

Como producto de este logro que habían conseguido estaban planificando hacer un viaje a Europa.

 

sábado, 6 de noviembre de 2021

Tiempos

 Tiempos

Hubo un tiempo que avanzaba a toda velocidad. En su afán de correr se terminó estrellando. Choco con una roca gigante que no llego a vislumbrar en su alocado recorrido. Termino hundiéndose para siempre en las profundidades.

Meses después desde esas profundidades emergió otro tiempo. Tiempo que permaneció siglos allí enterrado sin que nadie lo pudiera ver. Aun desconocido para la mayoría de los mortales. Solo sabemos una pequeña parte de él. El aquí, el ahora. Todavía no podemos saber del todo como es. Que busca, sus reglas, sus comportamientos. Es demasiado nuevo. Recién lo estamos descubriendo. Los años, décadas o siglos darán las respuestas. Si se termina pareciendo al tiempo anterior, si es mejor. O si por el contrario. Termina siendo mucho mas agresivo.

viernes, 9 de julio de 2021

sábado, 5 de junio de 2021

Pasajes

 




Pasajes

 

De la avenida a la calle

Del ojo al paisaje

 

De la semilla a la flor

De la ventana al sol

 

De la noche a la mañana

De los días a las semanas

 

Del otoño al invierno

De la realidad al sueño

 

Del rio al mar

Del aquí al allá

 

Del corazón a la acción

Del cerebro a la razón

 

 

domingo, 9 de mayo de 2021

Creaciones

 

Creaciones

 

El agua creo la sed

La comida el hambre

Los remedios la enfermedad

 

La luz inventó el sol

Las estrellas la luna

La lluvia las nubes

 

La miel creo a las abejas

El vino las uvas

El dulce las ciruelas

 

El helado inventó el freezer

La pizza el horno

El mate el termo

 

Los peces crearon los ríos

Las aves el aire

Los árboles la tierra

 

La vista inventó el ojo

Los sonidos el oído

Las palabras la lengua

 

 

sábado, 3 de abril de 2021

Argumentos

 

Mónica iba caminando a la casa de Patricia . Quería darle un regalo por su cumpleaños. Deseaba llegar antes de que la agarre la lluvia. Se cortó la luz. El tren paró en la estación para luego seguir su camino. Pasaban muchos coches por la avenida. Cantó falta envido. Mientras tanto aquel hombre estaba sentado en un banco de aquella plaza dándole de comer a las palomas. Pero Claudio se quedó dormido. No escucho el despertador. Se levantó una hora después para salir corriendo a su trabajo. A Andrés le robaron el celular mientras caminaba. Por suerte no le hicieron nada. Empezó a nevar en la alta montaña. El calor era infernal. Al terminar de comprar cerveza, Gastón llamó para pedir empanadas. Venían tres amigos a cenar.  Dos adolescentes se besaban en una esquina. Y Eduardo miraba las noticias que salían de esa pantalla después de haberse pedido un café con medialunas. Era una noche de luna llena. El sol goleaba con fuerza los techos de cemento en aquel mediodía. Sergio acordó en ir a ver a su novia que vivía a una hora en auto. Pensaba quedarse allí todo el fin de semana. Clara tomaba mate en la cocina. Franco acababa de ganar la lotería. Mientras aquel perro subido a la baranda de esa terraza no dejaba de ladrar a los demás perros que pasaban. Hubo una crecida del Río de la Plata. El señor puso en marcha el taxi y arrancó. José estaba esperando que venga el gasista a arreglar el calefón. El viento empujaba las ramas de los árboles. Las hojas se desparramaban sobre la vereda. Esta vez Natalia no fue al bar con sus dos amigas. No se sentía del todo bien. Prefirió quedarse en su casa leyendo. Pasó un avión. Sin embargo la cola era cada vez mayor en aquel local de pagos rápidos. Lo que no impidió que ese mosquito se abalance sobre la pierna de Kevin para picar su piel y luego huir. Llegó el colectivo. Todos se subieron. Marina, tras terminar de atender al último paciente cerró el consultorio para emprender el viaje de regreso a su casa. Las flores se veían preciosas junto a esa fuente. Rodrigo tomo la bici y se puso a andar. El gato empezaba a maullar. Agustín fue a lo de un amigo después de salir de la escuela. Sin embargo el pronóstico anunciaba mal tiempo. Pero finalmente Laura pudo recibirse de arquitecta. La farmacia acababa de abrir sus puertas. Mientras tanto la plaza se iba llenando de gente a medida que avanzaba la tarde. Una moto estuvo a punto de chocar con un camión. Menos mal que el conductor de este último tuvo buenos reflejos para evitarlo. Aunque ese equipo otra vez volvió a perder. Pero María finalmente pudo ser abuela. Su nieta se iba a llamar Karen. Había refrescado. Ignacio se puso una campera antes de salir. Hirvió el agua.

 

 

 

sábado, 20 de marzo de 2021

A un año.

 


Cuando empezó la cuarentena pensaba. Nos guardamos todos por un tiempo. Los repatriados vuelven y hacen cuarentena. Los que están contagiados se curarían y en uno o dos meses esto se acabaría.
Como le erré
Después creía que con la llegada de la primavera, luego el verano se iba a ir.
Mas tarde se informó que había una segunda ola. Pero supuse que a la haber una importante cantidad de población vacunada el virus se debilitaría hasta quedar como una enfermedad respiratoria mas. 
Luego aparecieron las noticias de las nuevas cepas mas dañinas. Y que no hay suficiente cantidad de vacunas para abastecer a toda la población mundial. Sumado a la guerra de patentes, laboratorios, gobiernos, egocentrismos, arrogancias, países mas pudientes que otros. 
A un año prácticamente estamos como al principio. Marzo del 2020. O aún peor. Ya que allí partíamos de cero. Era todo nuevo.
Ahora tenemos alrededor de 8000 casos diarios, la llegada del otoño y un seguro aumento. Con el personal de salud sobrecargado, agotado. Y un cansancio general. Acordarse de llevar y ponerse alcohol en gel. Usar barbijo por mas que al caminar dificulte la respiración, provoque agitamiento o a los que usamos anteojos se nos empañe el vidrio. Evitando ir a lugares cerrados o donde hay demasiada gente. Posponiendo las reuniones. Salir para trabajar, hacer algún trámite, visita al médico o un poco de caminata o ejercicio físico. Sumado a la enorme cantidad de cosas que aún no pudieron abrir ni se sabe cuando. O lo pudo hacer solo una parte mínima. Empresas relacionadas con el turismo, hotelería, vuelos, teatros, recitales, cines, boliches. Y los miles de empleos que se perdieron. Tanto en Argentina como en los demás países
Sumado al factor tiempo. Un año se pasó. Pero otro año mas así parece mucho. Los niños se vuelven adolescentes, los adolescentes se hacen jóvenes y los jóvenes adultos. Y nuestro cuerpo se va desgastando mientras avanzamos en edad. Hay cosas que si uno no las hace en su debido tiempo después se termina arrepintiendo, frustrando. 
Por otro lado si actuaríamos como si nada la segunda ola terminaría siendo un tsunami.
Pero si no hacemos las cosas no sabemos cuando esto se termina. Por ahí cuando llegue ese momento ya sea demasiado tarde. En cambio si las hacemos muchos además de contagiarnos llevaríamos el virus donde vayamos y sería un descontrol. Los casos se multiplicarían.

Estamos frente a una encrucijada. 

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Hace un año atrás decía esto:


Se ira 

https://yangus00.blogspot.com/2020/03/se-ira.html

Y vino nomas. Apenas semanas no lo hubiéramos imaginado. Lo mirábamos por la tv como algo lejano. Que tal vez llegara con los primeros fríos de finales de mayo principios de junio.


Estábamos metidos en nuestros asuntos. La pobreza y muertes por desnutrición en las provincias del norte, los constantes desmontes en áreas delicadas, la inflación, el dengue, la falta de monedas de $5, el paro de mujeres, los sojeros que no querían respetar la ley. Los proyectos a tratar en el Congreso para que los jueces cobren un poquito menos, la ley para despenalizar el aborto. Si se va a pagar o no la deuda externa. De que manera. A quien le correspondería. Si entramos en default. Viendo como seguía la Superliga, las fechas del Lolapalloza, los nuevos estrenos de cine, actividades teatrales, la nueva edición de la Feria del libro, Soda Stereo 2020 (que para mi sin Cerati no es Soda), los shows de Divididos, Kapanga, Kiss, la llegada del aniversario del triste accidente de Sergio Denis.

Sumado a las cosas de cada uno. Trabajo, proyectos para este 2020, reuniones, cumpleaños, salidas.
Para mi el año en parte arranca en marzo. Cuando ya la mayoría volvimos de las vacaciones,  termina el carnaval, se acaban las jornadas de calores agobiantes. Arrancan las diferentes actividades, programaciones. Las clases.

Y de golpe esta epidemia. Como si estuviésemos viviendo una película de catástrofe mezcla ficción y terror. Una pesadilla en la que no podemos despertar. Una cápsula en la que nos hemos metido. Donde vamos perdiendo noción del tiempo. Una especie de limbo. Todo lo que vivimos, sentimos o pensábamos hace días se hubiera borrado de nuestra existencia. Paralizados. Encerrados. Suspendidos en el tiempo. Solo escuchando como avanza esta enfermedad. Los nuevos casos y las medidas que hay que tomar.

Algunos dicen que este virus fue implantado en China por militares estadounidenses. En el conflicto que tienen ambos países. Aunque ahora aparecen datos que el gobierno de China sabía de la gravedad de la naciente epidemia y la ocultó. Otros que se trata de una bacteria que se halla en los murciélagos. Y en este caso saltó al ser humano. Como ocurrió con la gripe porcina H1N1. Que hay cientos de estos virus en los animales que aún desconocemos. Sin descartar que algún otro año algo similar vuelva a ocurrir. También, no me acuerdo ya si lei o escuche, que fue un llamado de atención de la Tierra. El precio que estamos pagando por todos los males que le venimos haciendo. Extinción de especies, contaminación, deforestación, incendios, polución, extractivismo, depredación. Quien sabe.

Esto seguramente esto se irá. Nada es para siempre. Después de cada tormenta vuelve a salir el sol.  La noche termina en el amanecer. 

Una mañana despertaremos sintiendo mas fuerte que nunca la melodía del zorzal. Volveremos a caminar libremente por las calles. Sin miedo a que nos paren. Las fuerzas de seguridad se irán a sus casas porque ya nada tendrán que hacer. Dejaremos de andar con el miedo de contagiar a alguien o ser contagiados porque esto quedara en el pasado. Respiraremos la brisa del otoño que ya comenzó. Viendo como los árboles se van pintando de amarillo. Perdiendo sus hojas para desnudarse en invierno y reverdecer en la primavera.
Llenaremos los parques, andaremos por avenidas repletas de autos. Sentiremos la magia de las noche a medida que se encienden las luces. Escucharemos la música que sale desde algún bar. Los gritos. Las risas. Volveremos a ver que hay de nuevo en materia cultural.

Brindaremos por el presente. Dejando este momento sepultado para siempre en el álbum de los recuerdos.





sábado, 13 de febrero de 2021

Par, impar

 Par e impar


Par es lo estable. Lo que se acomoda. Zona de confort. Rutina. Lo planificado. 

2 + 2 = 4. 

Ocho porciones de pizza para dos personas. Dos vasos de agua llenos a la máxima capacidad de diez centímetros. Un coche con cuatro ruedas. Una silla con cuatro patas. 

Impar es lo inestable. Lo que no figuraba en los planes. No encaja ni se alinea. Molesta. Incomoda. No se conforma. Busca salir de cierto orden. 

2 + 3 no serían 4. Un 1 intentará a la fuerza meterse en ese 4. O buscará otro uno para llegar a ser 6. 

En una pizza con siete porciones la cosa cambiaría. Esas dos personas verían quien come una de más o de menos O verán cómo se reparten esa porción. 

Si habría tres centímetros de más por cada vaso de agua esto rebalsarían. Ese agua sobrante buscaría un lugar. Exigiría que le pongan otro vaso a su disposición para tener el mismo lugar.

¿ Tres ruedas para un auto?  Impensado. Todos los coches están preparados con dos ejes para que quepan las cuatro. Habría que inventar un auto modo triciclo. Tricicoche.

También debería buscarse la manera que una silla tuviese cinco patas. Esa quinta pata donde iría. ¿ En el centro tal vez? ¿ En algún costado? ¿ En alguna esquina al lado de alguna de las cuatro? Si es así al lado de que pata irían y porque. De lo contrario esa pata intentaría juntarse con otras tres para que le den una nueva silla. 


viernes, 15 de enero de 2021

La sandía 2

 

La sandía 2

 

Gabriela fue a la verdulería. Iba a comprar tomates, cebolla, lechuga. Pero sobre todo una sandía. Ya que Kevin, su hijo cumplía veinte años. Y para ello iban a recibir sobrinos, hermanos, sus padres. Y luego de cenar pensaban comer sandía con helado para el postre. Aunque por la pandemia tuvo que cambiar los planes. En vez de ir todos juntos los separaría por tandas. Una vez iría su hermana con sus dos hijos. En otra ocasión sus padres y suegros. En otra la hermana de su marido y sus tres hijas. Para finalizar el otro hermano de su marido con su hija y dos gemelos. Incluso si el día estaba lindo o depende de las ganas que tuvieran no descartaban la posibilidad de hacerlo en una plaza ubicada a cinco cuadras de su casa.

Llegó su turno. El verdulero primero peso todas las cosas que Gabriela eligió. Una vez que puso la sandía en la balanza esta explotó. El jugo se amontono en el piso y avanzó hacia el cordón de la vereda. Cayó al asfalto mezclándose con el agua de la zanja. De la cáscara crecieron flores amarillas. Y las semillas volaron rompiendo el vidrio buscando la tierra donde estaban los árboles de la calle. Se enterraron allí. Nadie tenía idea de lo que ocurría. Jamás vieron algo así.

 

Gabriela regresó a su hogar sin la sandía. Le dijo a Luciano, su marido, lo ocurrido pero este pensó que la estaba cargando. Al igual que Kevin.

 

Mientras tanto del sitio donde se enterraron las semillas crecieron nuevas sandías que explotaban y sus semillas se dispersaban. Ya no buscaban solo la tierra donde crecían los arboles. También las macetas, canteros, boulevares.

 

Gabriela fue a otra verdulería. Compró una sandía y no tuvo problemas. Le contó a la verdulera como a los demas clientes lo que le había sucedido pero nadie le creyó. Se reprochaba a si misma por no sacar fotos, filmar. No se le ocurrió. Eso que llevaba el celular en su cartera. Ahora no tenía pruebas.

 

Las sandías no paraban de crecer y explotar. Con el jugo que caía en las veredas. Las cascaras que no paraban de dar flores. Y las semillas que buscaban pedazos con tierra para reproducirse y expandirse. Se adueñaron de plazas, parques, obras en construcción. Se multiplicaban. Le sacaban espacio al resto de los arboles. De modo que estos se iban secando. Algunos se caían.

 

Luego fueron por baches, veredas rotas. A la vez que la ciudad empezaba a temblar. Como si fuese un sismo.

Las autoridades obligaron a los habitantes a evacuar hasta que los temblores no paraban. Ahora aparecían imágenes en la tv, redes sociales. Un fenómeno jamás visto. Sus familiares terminaron por creerle a Gabriela. Luciano tomó el auto y tanto él, como Gabriela y Kevin salieron. Aunque el tráfico era insoportable. Avenidas, calles y autopistas estaban colapsadas. No faltaban los bocinazos y peleas.

Los edificios de tanto temblar se iban resquebrajando. Caían cascotes. Y de las rajaduras de las paredes crecían nuevas sandías.

 

Mas tarde todas las construcciones acabaron por derrumbarse. De los cimientos emergían sandías.

Al rato ya no quedaba nada en pie. Casas edificios, arboles, postes de alumbrado público. Todo cubierto por sandías.

 

Gabriela junto a su marido y su hijo pararon a comer en un bar a varios kilómetros de la ciudad. Vieron por la tele que esta se había convertido en un bosque de sandías. El cual no paraban de expandirse.