Red de escritores en español

sábado, 22 de junio de 2019

El pronostico

El pronóstico



Luciano vio que anunciaban lluvias y tormentas para el próximo sábado. En la tv, en la aplicación de su celular. Tenía pensado hacer asado en la terraza de su casa e invitar a varios de sus amigos que se reunía para jugar al fútbol en la semana. 

Vivía con su novia en Villa Luro. El viernes, Luciano, mientras estaba en el kiosco que atendía escuchaba que el pronostico del tiempo había empeorado. Anunciaban gran caída de agua y granizo. Sumado a fuertes ráfagas y actividad eléctrica. Lo angustiaba. Hace alrededor de un mes tenía planeado ese asado. Sus amigos vivían lejos. Uno en San Martin, otro en Lanús. Tambien había de Colegiales, Castelar. 

El Sábado amaneció con sol. Hacía bastante calor. Luciano lo notaba en la pesadez de su cuerpo. Pensaba que debía haber baja presión y alta humedad. En la tv no paraban de anunciar tormentas severas. Lo mismo ocurría al ver el tiempo en su teléfono. Al mediodía el cielo se cubrió de nubes. Empezaron las ráfagas de viento. Esperó a que su novia viniera del negocio de ropa donde trabajaba para almorzar los dos juntos. Una vez que terminaron se fueron a hacer la siesta. 

Cuando despertó Luciano notó que el tiempo seguía igual. Nublado y ventoso. Pero no llovía. En la tele mostraban que habían caído fuertes chaparrones en varios lugares, granizo, calles anegadas. Lo mismo en las redes sociales. Luciano, al ver que por donde vive él no llovió no le dio importancia. 

Él con su novia fueron a comprar carne, pan, cerveza, tomate y cebolla. Mas tarde Luciano empezó a hacer el fuego. A medida que pasaban los minutos sus amigos se encargaron de avisarle que no podían ir. Había entrado agua a sus casas, no tenían luz, estaban las cuadras inundadas. Luciano pensaba que era una joda. Que lo estaban cargando. Ya que por su barrio no cayo ni una sola gota.

Salió a la vereda. Observó que estaba todo seco. El aire era mas fresco. Hasta había partes donde se dejaban ver las primeras estrellas de la noche. Empezó a insultar contra los pronosticadores. Se preguntaba para que dijeron que habría tormentas si por ahí no llovió. Sus amigos le seguían insistiendo que era verdad. Que no podían ir. Les mandaban imágenes al grupo de watsapp que compartían. Luciano les decía que estaban exagerando. Que eran mala onda.

Volvió a ver tanto el la tv como en fotos que mandaban a facebook de gente con el agua hasta las rodillas, barrios sin luz, arboles y techos derribados. En Quilmes, Almagro, Avellaneda, San Justo, etc. 

No le dio importancia. Apagó el fuego. Les mandó una puteada a sus amigos y abandonó el grupo de watsap. Se fue a dormir. 

domingo, 9 de junio de 2019

Alfredo y Pluto

Alfredo y Pluto


Alfredo llevaba una vida rutinaria. Salia a comprar los alimentos del día, algún remedio. También caminaba por una plaza cercana a su domicilio. 

Gran parte del día se la pasaba en su casa. Regando las macetas que tenía en el patio. Escuchando la radio o mirando televisión. Aunque la mayoría de las veces que lo hacía se quedaba dormido. Cada tanto miraba alguna foto vieja. Lo que lo llenaba aún mas de tristeza.

Estaba así desde que murió su mujer. Hace aproximadamente cuatro años. A causa de un cáncer de pulmón. Su hija mayor vivía en Estados Unidos, y la menor en España.
Un Domingo, a eso de las siete de la mañana , Alfredo salió a comprar el diario. Cada tanto lo hacía. Mas que nada los días que amanecía antes y el tiempo estaba lindo. Mientras caminaba empezó a seguirlo un perro. Lo miraba. Este movía la cola. Continuo su marcha. Y el perro detrás . Una vez en el puesto se quedo hablando un rato con Jose, el dueño. A quien lo conocía desde hace bastante tiempo. Ambos superaban los setenta años. Alfredo hace mas de cuatro décadas vivía en Villa Luro. Y José iba a cumplir veinte años atendiendo allí. Hablaron de la situación del país, de como había cambiado el barrio. Aunque también de salud sumado a temas familiares.

Luego se puso a caminar las seis cuadras que lo separaban de su casa. En una esquina estaba de nuevo ese perro. Alfredo lo acarició y empezó a lamerlo. Siguió caminando. Este ahora se ponía a su lado. A veces corría unos metros para después sentarse esperando que llegara Alfredo.
Cuando llegó a su domicilio se paró en la puerta. Alfredo lo volvió a acariciar. El perro se sentó mirándolo fijo con la cabeza inclinada. Alfredo no lo soportó. Así que lo dejó entrar. Este se le tiró encima lamiéndole la cara y moviendo la cola
Se puso a desayunar mientras leía los titulares del periódico. Como el perro se sentó a su lado le dió unos trozos de pan. Los comió enseguida. Luego le puso un balde con agua en el patio para que tomara.

Se le ocurrió llamarlo Pluto. A la tarde fué con Pluto caminando a la plaza. Se sentó en un banco. Pluto agarró un palo y lo soltaba en los pies de Alfredo. Alfredo lo arrojaba y Pluto volvía a traérselo.
Por la noche se hizo unos bifes. Dos para él y dos para Pluto. Después le cambió el agua. Se quedo mirando tele un rato hasta que se fue a dormir.
Al día siguiente lo llevó al veterinario para hacerle un control. Este le dijo que debería tener entre cinco y seis años. Le compró alimento, un collar y un recipiente para ponerle la comida. En su casa ahora jugaba en el patio con una pelotita de tenis que era de sus hijas cuando todavía eran chicas. Alfredo la arrojaba y Pluto se la traía. Tambien se veía obligado a limpiar los excrementos que Pluto dejaba.

Ahora se le pasaban los días diferentes a Alfredo. Cuidando de su nuevo amigo. Jugando. Sacándolo a pasear. Había veces que iba caminando con Pluto hasta la Agronomía.

Otra fue hasta la avenida Juan B. Justo para después tomar Gaona. Se sentó en una mesa que había en la vereda de un bar. Pidió dos sandwiches. Uno comió él y el otro se los dio a Pluto. Después siguió hasta plaza Irlanda. Allí fue al primer bebedero que encontró. Llenó sus manos can agua para que bebiera su mascota. Luegó se sentó en un banco. Pluto se acostó a su lado.

Alfredo empezaba a vestirse mejor. Se compro camisa, pantalón y zapatillas nuevas.

También salía a la noche. A andar por las calles del barrio. Incluso cuando hacía calor iba a alguna pizzería. Se sentaba en las mesas de afuera con Pluto a su lado. Otras veces luego de cenar caminaba con su perro al cine de Devoto. Alfredo entraba a ver la película y Pluto se quedaba merodeando por ahí. Y a la salida lo aguardaba en la puerta.
No había sitio donde no fuera acompañado de su mascota. A pagar impuestos, cobrar la jubilación, farmacia, etc. Hasta las veces que tenía hora con un médico que le quedaba cerca. Lo dejaba en la vereda mientras esperaba su turno. Pluto olfateaba arboles, caminaba. Y cuando Alfredo terminaba Pluto estaba en la puerta esperándolo.

Pluto lo cuidaba a Alfredo. A la mañana apenas se despertaba corría a su dormitorio a lamerle la cara. Cuando alguien tocaba el timbre se dirigía a la puerta a ladrar. Lo mismo hacía si en las noches oía ruidos que no eran los habituales.

Con los años Pluto ya no corría como antes. Caminaba mas lento. A veces se detenía. Se sentaba a descansar para luego proseguir su marcha. O lo hacia en sentido contrario para volver de nuevo a casa. En algunas ocasiones tampoco quería salir.

El veterinario le dijo a Alfredo que era un problema de artrosis. Y a medida que vaya envejeciendo eso va a empeorar. Le dio unas pastillas para que lo calmaran.

Alfredo entonces no lo llevaba tan lejos. Iba mas lento esperando los tiempos de Pluto. Cuando hacía algún mandado nuevamente lo hacía en soledad. Tampoco salía por las noches.

Esto se le fue agravando hasta llegar a un punto que le costaba moverse. Permanecía la mayor parte del tiempo tirado en el piso. Antes Alfredo le dejaba el agua y la comida en el patio. Ahora se la acercaba a donde Pluto se hallaba para no forzarlo. Aunque tampoco comía demasiado. También hacia sus excrementos donde podía.

Una mañana Alfredo se levanto. Vio que Pluto estaba en la cocina. Pensó que estaba durmiendo. Pasaban las horas y permanecía así. Lo tocó. Se dio cuenta que no respiraba. Llamó de urgencia al veterinario. Este último, al verlo y no poder hacer nada llamó a varios colegas.


Una vez que se fueron y retiraron el cadáver Alfredo se largó a llorar. No se sentía bien. Tenía fuertes dolores en el pecho. Se fue a acostar.