Red de escritores en español

domingo, 21 de julio de 2019

Minicuentos 2

Minicuentos 2


Continuando con esto que subí en 2012 https://yangus00.blogspot.com/2014/12/minicuentos.html ahora va otra nueva tanda de minicuentos






Hicieron un puente para cruzar ambas márgenes del río.
Apenas inaugurado se llenó de gente.
Después que la gente se retiró el puente levantó vuelo
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La tarde se puso rosa. 
Y una paloma pasó hasta perderse de vista.
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En una vereda de la calle Cortina personas de entre 60 y 70 años se juntaron para jugar a la pelota. 
Lo hicieron con la intención de revivir momentos de su niñez. 
Una vez terminado el partido compraron una gaseosa en un kiosco para tomarla entre todos del pico. 
Luego se fueron cada uno a su casa.
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Una manzana cayó de un balcón sobre la cabeza de una señora.
Esta, después de comérsela, arrojó el tronco pelado sobre aquel balcón.
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Un perro tomó con la boca un periódico de un puesto de diarios. Lo dejó en la entrada de un edificio. 
El encargado, tras leer los títulos lo puso en el cordón de la vereda. 
Pasó otro perro y lo dejó en la entrada del edificio de enfrente.
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domingo, 7 de julio de 2019

El recorrido de Agustin

El recorrido de Agustin

Agustin fue a la casa de un amigo. Este lo había invitado para jugar un rato a la playstation. Eran compañeros de la escuela. Ya que ambos cursaban el último grado de la escuela primaria.
Empezó a caminar. Era un día gris de otoño. A veces la espesa niebla lo cubría todo. Los edificios, árboles, carteles. En la otra cuadra Agustín no veía nada. Solo un manto gris. 
Apenas llegó apareció en un angosto camino de tierra. Rodeado por un paisaje de rocas y montañas que había en el fondo. Ahora el cielo estaba totalmente despejado. Y un sol que le quemaba el cabello. 
Agustin no sabía que hacía allí. Se toco la piel para ver si soñaba pero todo era real. Caminó por aquel sendero. Empezaba a ver charcos de agua. Los esquivaba para que no se le mojen las zapatillas. Pero a medida que avanzaba eran mas. Y mas grandes. Debía saltar para no mojarse. Hasta que en un momento no pudo mas. El camino se convirtió en un arroyo. Una vez que el agua le llegaba hasta casi las rodillas salió. Siguió su rumbo por las rocas que había en el borde. Hasta que repente el río crecio. El agua ahora corría velozmente. Arrastrando piedras, arena. Le llegaba hasta el pecho. Hasta que en un momento la corriente pudo mas y lo llevó a Agustin también. 
Se sujetó contra una roca. Estuvo un tiempo largo así  hasta que de a poco el agua empezó a bajar. Mas tarde el camino era barro y charcos. Volvió a avanzar. Total ya tenía su ropa empapada. Ahora debía lidiar con los mosquitos que no lo dejaban tranquilo. Lentamente el sol se fue mientras el cielo se iba cubriendo de estrellas. Una vez que la noche ganó terreno Agustin se detuvo. Se acostó al lado del camino. Tenía frío. Sentía que la temperatura bajó enormemente. Tanto las zapatillas, como el buzo y pantalón largo que llevaba aún no se le secaron. Intentó dormir como pudo. Se acurrucó. Los mosquitos no dejaban de molestarlo.
Cuando el sol le pegaba en la cara Agustin despertó. Soñó que estaba en su casa. Con su mamá que le preparaba el desayuno. Pero al abrir los ojos vio otra vez ese solitario camino de polvo. En un paisaje desierto. Sin casas ni gente con quien hablar. Desconocía los motivos por los que se hallaba en ese sitio. Se puso de pie. Empezó a caminar con la intención de buscar una salida. 
Mas tarde escucho ruidos. Observó hacia todos lados pero no vio nada. Siguió andando. Estos ruidos los sentía cada vez mas cerca. Giro su mirada de nuevo hacia atrás y notó que avanzaba una caravana. Corrían a toda velocidad hacia donde estaba él. Gritaban. Una vez que se aproximaban notó que eran cuerpos grises. Con orejas redondas y un solo ojo en la frente. Agustín intentó hablarles pero estos gritaban cosas que no entendía. Eran cada vez mas. En sus manos portaban palos negros. Tuvo miedo que le hicieran algo. Se apartó del camino. Corrió a refugiarse en las piedras que había mas al fondo. Estuvo un rato observando. Una enorme procesión de cuerpos corriendo, gritando y portando palos. Cuerpos que por lo que vio no eran humanos. Menos sabía donde se dirigían o para que. Después desaparecieron. Agustín volvió al camino y este nuevamente se hallaba desierto. Continuó su marcha. Notaba que era mediodía porque el sol ahora le pegaba directo en la cabeza. El calor lo obligó a sacarse el buzo y quedarse en remera. Se contentó al ver que la ropa ya se le había secado. Pero seguía sin saber que hacía en aquel lugar o como saldría de el. Extrañaba a sus amigos, su mamá y a su hermano mayor que estaba por cumplir veinte años. Tenía hambre. Perdió el tiempo de cuando fue la última vez que comió. 
Al atardecer Agustin detuvo su andar. Se sentó. Observó que detrás se asomaba una enorme luna amarilla mientras el sol iba perdiendo fuerza. Se puso de nuevo el buzo. Cuando el cielo se oscureció por completo intentó dormir. Esta vez no lo molestaron los mosquitos. Pero si el frío intenso. 
Horas mas tarde se despertó sobresaltado. Oyó explosiones. Y vio un enorme resplandor. Apenas se incorporó vio que una bola de fuego cayó a pocos metros. Levantó la mirada. Observó que del cielo caían enormes bolas de fuego. Y al impactar contra el piso provocaban una gran explosión. Nunca vió algo así. Empezó a correr. Encontró una roca de gran tamaño. Con un orificio en la parte delantera. Se metió como pudo allí hasta que pasara todo eso. Se quedó dormido. 
Abrió los ojos cuando noto que algo frío le mojaba la cara. Estaba lloviendo. Ya era de día. Se refugio mas sobre esa roca. Cuando paro de llover salió otra vez. Le llamó la atención la manera que se había modificado el paisaje. Las nubes desaparecieron y apareció un sol radiante.  El camino continuaba en su lugar. Pero ahora se veia rodeado de árboles. Rodeado por extensos pastizales. Avanzó. Este cambio le dio mas esperanzas. Tomó agua de los charcos que dejó la lluvia. 
Escuchó chillidos. Miro hacia arriba. Eran aves. Con enormes alas color marrón. Muchas de estas se acercaban mostrándole los dientes. Y le arrojaban una especia de saliva. Agustín sintió asco. De pronto una de estas aves le mordió el pelo. Agilizó la marcha. Otra hizo lo mismo con su buzo agujereándolo. Fue ahí cuando se escondió debajo de un pino. 
Estuvo un buen rato. No sabía que mas pensar o hacer. Mirando cosas que jamás había visto. Dudando si alguna vez volvería a su hogar. Se imaginaba en su casa. Jugando con sus amigos. Terminando el séptimo grado. Con la idea de seguir comercial. Le gustaban los números. Se ponía a llorar cuando pensaba en su mamá. Como estaría ella ahora. 
Una vez que se levantó volvió por ese sendero. Las aves ya se habían ido. Al anochecer se acostó sobre el paso. Los mosquitos de nuevo volvieron a molestarle. También cada tanto aparecían hormigas que le picaban. 
A la mañana siguiente una piedra lo despertó. Luego de un mal dormir se incorporó. Esta vez eran esqueletos apostados en el camino. Estos caminaban lentamente. Y al pasar por donde se hallaba Agustin le arrojaban piedras. Para luego seguir su recorrido. Una le pegó en la frente provocándole una herida. Corrió a un sitio donde la vegetación era mas densa. Cuando se fueron regresó al camino. Estaba débil. No sabia si era producto de no dormir casi nada la noche anterior o por el tiempo que llevaba sin ingerir alimentos. Pasado el mediodía, cansado de andar se tiro sobre el pasto. Un frondoso álamo le deba sombra. Después de un largo tiempo volvió a abrir los ojos. Le costo saber donde estaba. Aunque lentamente a medida que se fue incorporando se dio cuenta. Por el sitio donde se ubicaba el sol pensó que era la tarde. Se puso de pie nuevamente. No sin dudar si tendría o no algun sentido. Si no era mas conveniente quedarse en ese sitio y que pasara lo que tenga que pasar. 
Al anochecer se acostó nuevamente sobre el cesped. Este estaba mojado. Los mosquitos de nuevo lo empezaron a azotar. 
Al otro día vió que se hallaba en una playa. El camino había desaparecido. Ahora era arena. Miro a su alrededor. En un costado había dunas y yuyales. En el otro un mar de color verde. Se alegró un poco al ver este nuevo paisaje. Aunque mucho no pudo observar porque todo se hallaba envuelto en una espesa niebla. Se levantó y corrió hacia el mar. Se lavó la cara. Notó que el agua estaba helada. Escuchó pisadas. Alzó de nuevo la vista. Se aterró al divisar que detras avanzaba una jauría. Agustín agilizó el paso. La bruma era cada vez mas densa. Ya los tenía pisando los talones. Gruñían, les mostraban los dientes y su boca llena de espuma. A medida que avanzaba la visibilidad disminuía. Sintió que uno de estos animales le arrancó la zapatilla del pie izquierdo. Siguió huyendo. Otro le mordió el pantalón. Continuó escapando. Ya no veía absolutamente nada.
Apereció en la puerta de su casa. Toco el timbre y apareció Graciela, su mamá. Ella le preguntó donde estuvo. Se alarmó al ver el corte que tenía en la frente. Sumado a que le faltaba una zapatilla. También se percató que tenia el buzo y pantalon rotos. Agustin no supo que contestar. Graciela lo encontró mas flaco, sucio, de mal aspecto. Lo abrazó. Ambos se fundieron en llanto. Le dijo que se fuera a bañar mientras ella le preparaba algo de comer.