Red de escritores en español

domingo, 15 de enero de 2012

Historia del Tren a las nubes

A principios de este siglo época del gran desarrollo de los ferrocarriles en nuestro país se consideró la posibilidad y conveniencia de construir un ferrocarril que atravesase las formaciones orográficas existentes a la latitud de la Puna argentina y uniese el Noroeste argentino con algún puerto de la costa chilena.

Es uno de los tres ferrocarriles más altos del mundo, que atraviesa vertiginosas montañas de la Cordillera de los Andes entre paisajes espectaculares.
Parte de la ciudad de Salta, atraviesa el valle de Lerma, para introducirse en la Quebrada del Toro y llegar hasta la Puna. se inauguró totalmente el 20 de febrero de 1948 cuando en el paso de Socompa se enlazó con su símil chilena que llega al puerto de Antofagasta, donde transitaban pesados trenes cargados de minerales.
Las primeras leyes que se promulgaron para llevar adelante la construcción del tren a Huaytiquina son de 1905. La primera (Nº 4.683), del 18 de septiembre, manda a realizar los estudios necesarios para el trazado de un ferrocarril, y la segunda (Nº 4.813) es la que da el primer paso para que la construcción se inicie, ya que autoriza al Poder Ejecutivo Nacional a construir el tramo Cerrillos-Rosario de Lerma.

Comienza entonces una dura lucha en el Congreso Nacional donde hay una indisimulada guerra de intereses, entre los que defienden el otorgamiento de nuevas concesiones a capitales ingleses y los que dicen que el Estado Nacional está en condiciones de llevar adelante la obra. Nació así el proyecto de construir un ferrocarril trasandino, cuyas obras se iniciaron en 1921.
Se trata de un ramal de los Ferrocarriles del Estado, posteriormente ramal C 14 del ferrocarril General Belgrano, también conocido como Trasandino del Norte y como “ferrocarril de Huaitiquina”, denominación esta última errónea pues el ferrocarril se construyó por Socompa, localidad argentina situada más al Sur y próxima al límite internacional con Chile. Las obras se concluyeron, tras algunas interrupciones, recién en 1948 y enlazan las ciudades de Salta y de Antofagasta, que es un puerto chileno en la costa del océano Pacífico, tras un recorrido de 903 km. Este ferrocarril no llegó a tener el uso -cargas y pasajeros- que se había previsto y por ello fue casi abandonado y hoy en día sólo transporta esporádicamente algunos minerales.
El nombre de "Tren a las Nubes" se debe a un filme en colores, realizado por dos camarógrafos tucumanos -estudiantes de la Universidad Nacional-, en los primeros años de la década del '60, que hicieron el tramo Salta-Socompa a bordo del tren internacional de pasajeros, que en esos tiempos corría traccionado por máquinas a vapor, -las famosas "1300"-, y salía de la Estación Salta los días jueves a horas 11.05. Los camarógrafos apalabraron al maquinista, para que cuando la formación llegara al viaducto La Polvorilla, la máquina hiciera una descarga lateral de vapor, de forma tal que ellos pudieran filmarlo desde las ventanillas de los vagones. Así ocurrió, y el vapor liberado por la máquina, a consecuencia de la baja temperatura del lugar, no se disipó rápidamente y quedó flotando por unos momentos en el firmamento puneño, lo que facilitó la filmación. El trabajo posteriormente fue ofrecido al Ferrocarril, quien luego de adquirirlo lo cedió al periodista del diario Clarín, Emilio Petcoff, a los fines que hiciera el guión del documental. Petcoff, al observar la filmación, se vió atraído por el chorro de vapor que la máquina exhaló en La Polvorilla y tituló al trabajo "Tren a las Nubes". Posteriormente Ferrocarriles Argentinos adoptó este nombre para el único emprendimiento turístico que en ese momento tenía en el país, y que recorría 240 kilómetros sobre el Ramal C 14, Salta Antofagasta. (Fuente Consultada: Portal de Salta)

En años recientes se ponderó la factibilidad de convertirlo en un atractivo turístico y así se concibió su circulación regular entre Salta y el viaducto denominado La Polvorilla, con un recorrido de sólo 214 Km. (o sea, 428 en total). Se tomó esa decisión en mérito a que el ferrocarril recorre paisajes espléndidos de una notable policromía (valle de Lerma, quebrada del Toro y Puna) y pasa por la pintoresca localidad San Antonio de los Cobres; asombra, además, por su concepción técnica.
En tan corto recorrido asciende, sin cremallera y en trocha angosta, desde los 1.187 m s.n.m. de la ciudad de Salta hasta los 4.186 n s.n.m. de La Polvorilla, para lo cual debe utilizar 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, 2 “rulos” y 2 “zig-zag”. Se trata, en conjunto, de una obra sensacional, concebida y dirigida con gran esfuerzo y audacia por el ingeniero estadounidense Richard F. Maury, fallecido en 1950. En los trabajos pertinentes, realizados en condiciones muy hostiles, participaron muchos inmigrantes, entre ellos Josep Broz, quien posteriormente se identificó como “el mariscal Tito” y gobernó tiránicamente a Yugoslavia desde 1945 a 1980.
El trayecto que realiza El Tren a las Nubes, desde los 1187 m.s.n.m, de la ciudad de Salta hasta los 4186 m.s.n.m. del viaducto La Polvorilla es de 434 Km. Distancia que demanda alrededor de 14 horas y 45 minutos en ir y volver, en un viaje lento con una velocidad promedio de 32,1 Km p/h
La polvorilla es un viaducto (o puente) curvo, de 224 m de largo, en el que los rieles están a 63 m de altura con respecto al fondo de la quebrada que atraviesa, sin barandas, único en el mundo en su tipo. Este viaducto fue construido entre 1.930 y 1.932 por la fábrica italiana Monfalcone. Fue fundido en los talleres de la empresa Cosulich, en Trieste, Italia, y armado en una quebrada cercana similar a la salteña. Posteriormente fue embalado pieza por pieza, y transportado en buque hasta el puerto de Buenos Aires. Emilio Balduzzi y Pedro Bettela, tuvieron a su cargo llevar esos enormes pilares por tierra, debiendo ampliar muchas curvas hasta llegar a la Polvorilla.
La obra finalizó en 1.932, y hubieron de pasar 7 años para su habilitación total, ocurrida el 7 de noviembre de 1.939. Hay anécdota dramática  cuando el maquinista Varas, elegido entre 3, junto a los ingenieros C. Michaud y M. Pouzol, realizaron la prueba de resistencia del gigantesco artificio. Cuando la máquina pisa la estructura el hierro empieza a rechinar, dando la impresión que la espectacular obra se vendría abajo como un castillo de naipes. Pero el susto pasó, y la máquina quedó 20 cm. más abajo del nivel de entrada, por lo que se debió hacer el rebaje necesario.
Tres mártires tuvo el Polvorilla; el primero un remachador, cuyo nombre no puede ubicarse. El segundo fue Sirilo Nalboa, boliviano, que era ajustador de bulones y que en un descuido se le soltó el cinturón de seguridad y cayo desde 50 metros. El más dramático lo protagonizó un joven polaco, Victorio Mortizewicz, quien antes de viajar a su lejana patria quiso despedirse de la obra en la que estuvo trabajando por dos años. Subiendo por una de las pilas del viaducto, al llegar a los 30 metros perdió pie y se mato. Todos velan desde su sueño eterno, en el cementerio de Mina Concordia, la imponente obra, metida en medio del silencio de los cerros milenarios.
El “tren a las nubes” (así denominado actualmente pues en muchas oportunidades debe atravesar mantos de nubes bajas) circula una vez por semana sólo desde abril a octubre ante el peligro de derrumbes que pueden producir lluvias violentas. Se estima que ha transportado aproximadamente 300.000 turistas, de los cuales la mitad han sido extranjeros atraídos por la majestuosidad de la obra y por las bellezas de los lugares que recorre.

viernes, 6 de enero de 2012

Menonitas en La Pampa

Los menonitas llegaron a la Argentina en 1987 y viven tal como en el siglo pasado: sin luz eléctrica, sin automóviles; no conocen la televisión ni la radio. Su particular lectura de la Biblia los obliga a una vida de aislamiento y renuncia.

Se trata de un pueblo que vive como en la edad media, tratando de mantener sus propias normas, costumbres y leyes. Ellos viven al margen de toda comodidad que brinda la modernidad, poseen sus propias autoridades, tienen sus escuelas e imparten sus propias enseñanzas, tienen prohibido el tabaco, el alcohol y la práctica de deportes. Su idioma es un dialecto del bajo alemán mezclado con holandés.

Guatraché, provincia de La Pampa. Un viento suave pero constante atraviesa la misteriosa colonia menonita. El sol acaba de asomar por un horizonte no tan llano como podría esperarse de este sitio. Ya se hace visible la rima de casas austeras y similares entre sí, con tejados a dos aguas y un estilo más propio de los Países Bajos, pero sobre todo extemporáneas, que se erigen a los lados de las polvorientas calles. Puede observarse, cuando las ciudades todavía no despertaron, el movimiento de los habitantes entrando y saliendo de los establos, atravesando las huertas que ellos tienen por jardines.
Llegaron a estas tierras en el año 1987, procedentes de México y Bolivia (ver Raíces...).
En aquella fecha adquirieron 10.000 hectáreas que a su vez dividieron en diez campos. Cada uno de estos lotes posee una iglesia y una escuela propia. Hoy habitan el territorio cerca de 1.200 personas. En esta cultura, la religión es el principio regidor y fundamental no sólo del orden social sino también de todas las esferas de la actividad humana, incluidas la política y la economía. La lectura ortodoxa de la Biblia los obliga a una vida de profundo aislamiento, austeridad y renuncia.




Cuenta Claudia Everlo, guía de la Municipalidad de Guatraché: “Uno de los requisitos fundamentales para que los menonitas decidan instalarse en una determinada región del mundo, es que el gobierno de esa zona les otorgue una serie de privilegios tales como: la eximisión del servicio militar y la no obligatoriedad de voto entre otros”. Juan Fast es el encargado de la colonia, y en un castellano trabado por su acento alemán, opina “los privilegios son una manera de mantener viva nuestra cultura, de no contaminarla con la modernización. Así podemos vivir aislados sin molestar tampoco a nadie”.



Y en verdad podría definirse a este lugar como una isla, una isla impermeable a la inercia del tiempo: con sus escuelas a cargo de la enseñanza excluyente de la historia de esta cultura y de los enunciados bíblicos; sin otra forma de arte ni de literatura que no esté vinculada con el coro de la iglesia y con las Sagradas Escrituras con sus calles de tierra tímidamente transitadas, no por automóviles sino por unos carruajes tirados por caballos, a los que ellos denominan «boogies»; sin ningún tipo de alumbrado que provenga de la energía eléctrica sino de candilejas, velas y faroles de querosene; sin cables ni antenas que recojan y transmitan las señales de televisión o de la radio; sin prensa, sin computadoras, sin impulsos telefónicos, sin más comunicación con el entorno que la que demanda una transacción obligada en el pueblo.

Esta comunidad encontró que una de las formas de mantener fuertes sus límites es el autoabastecimiento”, sostiene Claudia Everlo. Por esta razón, los menonitas tienden a producir (ya sea bienes materiales o servicios) la mayor cantidad de insumos necesarios para la supervivencia. Las tierras de la Pampa Húmeda les dan una inmejorable posibilidad de sembrar trigo y otros granos que luego utilizan para la elaboración de sus alimentos. El excedente, que suele ser generoso, es vendido a los graneros de la zona. De las huertas, florecientes a un lado de todos los hogares, recogen algunas frutas y verduras.
El destino del ganado está ligado principalmente al tambo, y tal vez radique aquí el ejemplo más representativo de la fraternidad que trama todas las acciones en este lugar. Por las mañanas, mientras las mujeres se abocan a los quehaceres domésticos, los jefes de las familias y sus hijos comienzan en el establo el ordeñe de las vacas. La leche extraída se almacena en tarros. Una vez finalizada la labor,esos recipientes
se acomodan a la vera del camino, para que más tarde sean recogidos por las carretas de la quesería. La quesería pertenece a la comunidad. Al finalizar el día, los tarros son devueltos a cada una de las familias con un tercio de suero de leche, que es utilizado como alimento para animales. Todos contribuyen con el pago a los maestros queseros, y cada familia es remunerada también de acuerdo a la cantidad de leche aportada para la fabricación de los quesos.
En la colonia hay también carpinteros, costureras, personas duchas en la construcción e inclusive una partera. De este modo, las relaciones con el mundo exterior quedan restringidas a la compra de materia prima (telas, materiales, máquinas para trabajar la tierra).

Personalmente quisiera agregar que el trabajo artesanal en madera de calden (bancos, sillas, mesas, muebles en general), árbol típico de La Pampa, es asombroso. No tiene nada que envidiarle a los muebles de algarrobo que valen fortuna en cualquier muebleria de nuestro país.




La renuncia a los lujos no sólo consta en la negación a todo tipo de tecnología moderna; también se hace presente en cuestiones menores: no utilizan, por ejemplo, jabón de tocador (perfumado) para su aseo personal sino que se valen del jabón blanco en barra. “Hay casos en que los menonitas se han comprado tractores para trabajar el campo, pero antes de ponerlos en funcionamiento les quitaban las cabinas por considerarlas lujosas”, comenta Claudia.


Los menonitas son de mirada huraña y huidiza, son cordiales con los visitantes pero permanecen siempre indescifrables. Y no obstante lo romántico (en el sentido amplio del término) y lo atractivo, es la de estos seres una vida realmente ardua. La jornada de trabajo durará lo que tarde el sol en recorrer su eterna parábola. Después, se encenderán las candilejas para alumbrar y bendecir una cena que alivie el cansancio del cuerpo. Y así, muy lejos del continente, se sucederán los días en esta apacible isla que los refugia del tiempo.





RAICES DE UN PUEBLO EXTRAÑO

Los Menonitas son un pueblo extremadamente misterioso cuyo origen lo debemos encontrar en su descendencia del Movimiento Anabaptista del Siglo XVI. Su impulsor, Menno Simmons, era un sacerdote Católico holandés que había roto con la iglesia. Su predica en medio de las persecuciones de las que serían objeto fueron relativamente exitosas y se extendieron en Holanda, Alemania, Polonia y Rusia. Luego, en el Siglo XIX, emigraron a América del Norte y, con la persecución del régimen de Stalin en la Ex-URSS, también se trasladaron a países que les resultaron menos conflictivos como México, Bolivia y Paraguay.

Rechazan el bautismo de los niños y conceden valor al bautismo de los adultos creyentes. Declaran que la Biblia no exige ni enseña formalmente la práctica de este sacramento en los niños. La primera comunidad de devotos del bautismo, que recibió el nombre de menonitas, apareció en Zurich, el 25 de enero de 1525. Víctimas de persecuciones, tanto de ¡os príncipes católicos como de los protestantes, poco antes de 1530 se establecieron mayormente en los Países Bajos y en el noreste de Alemania. En la comunidad de Amsterdam, cuya dirección era ejercida por Jan Mattys, prevaleció el anabaptismo radical y revolucionario. Aquí surge entonces la corriente moderada y pacífica cuya cabeza estaba constituida por Simonsz Menno (1492-1561), sacerdote holandés de quien deviene el nombre de esta comunidad. En la actualidad se encuentran colonias en los Estados Unidos, Canadá, México, América Central, Bolivia y Argentina.

Otra corriente cristiana de doctrina anabaptista son los amish, repartidos en alrededor 22 asentamientos en los Estados Unidos de América y en Ontario, Canadá.




Por ultimo, les dejo para que vean y conozcan, algunas fotitos (las de arriba también lo eran) de "Colonia La Nueva Esperanza", de Guatraché.












Por ultimo, opinen y comenten con total libertad, pero por favor no bardeen. Ellos son gente muy sana, sencilla y agradable. Respetemos su forma de vida.


Espero que les haya gustado hermanos. Paz y Bien.

Fuente: http://www.soydetoay.com.ar/menonitas/portada.htm

lunes, 2 de enero de 2012

Copleras del Norte


Retazos viajes que emprenden mujeres de distintas regiones de Argentina por el territorio de las coplas y el canto con caja. En un pueblo al norte del país hay una pastora que envejece y siente que olvida las coplas. Una joven cantante de Buenos aires viaja a conocerla. Juntas se trasladan a otro pueblo, en donde se está preparando un Encuentro de Copleros. Allí  irán llegando hombres y mujeres con su decir de coplas - toda una expresión de su sentir sobre la vida- . En ese encuentro de voces, ese arte poético y musical de transmición oral intenta resistir el olvido.
Todas las culturas tienen en sus raices el canto con tambor.
Percutir es un recuerdo tan primitivo como hacer fuego. Tal vez, la idea tan natural de percutir ayude a explicar la fascinación por las colpas y el canto con caja que hoy sienten quenes viven en las grandes ciudades, de orígenes no especificamente indígenas. Hace unos cinco años, en un viaje de colectivo por la provincia de Jujuy, tuve de compañera de viaja e la coplera humahuaqueña María Ramos, con quien comenzamos a charlar sobre bueyes pardidos hasta llegar a contarnos cosas de nuestras vidas. En su relato de una historia de amor entremezcló unas coplitas. Varias veces me hizo dudar si lo que estaba contando- y cantando- era realidad o ficción, o ambas cosas, cuanto había de historia antigua en ese canto ancestral, de un simple juego memotéctnico y cuanto de creación, improvisación, apropiación y reformulación de esas coplas. Finalmente me bajé del colectivo con ganas de conocer mas sore las coplas y las mujeres norteñas.
En cuanto pude, comencé a recorrer Jujuy y Salta en busca de ellas. Conocí muchas copleras, buenas cantantes, grandes personajes, mujeres con historias de vida particulares. Me llamó la atención como esas mujeres atesoraban en el canto un camino posible para expresar sus sentimientos, para relacionarse con otros y otras, para decir lo que les gusta y lo que no, para decir lo que les gustaría y no se animan, para actuar lo imposible, para jugar a lo posible a traves del canto.
 Trailer

martes, 27 de diciembre de 2011

Monigotes- Pcia de Santa Fe

SOCIEDAD: PROVINCIA DE SANTA FE

Hechizo de tiempo


ESTACIÓN. El tren que va de Retiro a Tucumán, reinaugurado en 2005, pasa dos veces por semana, pero no para en Monigotes.
A las cinco, en la oscuridad, Aníbal Duarte comenzó a preparar el fuego para el asado. La comuna de Monigotes se disponía a celebrar el 9 de julio con su primer encuentro de agrupaciones gauchas, un evento que congregaría a vecinos de otras localidades del norte de la provincia de Santa Fe. El festejo tenía un sentido especial para un pueblo que busca recuperar su historia y reconstruir su sentido de comunidad.
Monigotes está ubicado en el departamento San Cristóbal, sobre la ruta 34, a unos 300 kilómetros al noroeste de Rosario. Según el censo de 2010 cuenta con 491 habitantes, 363 radicados en el pueblo y el resto en la zona rural. Fundado en 1890, fue el primer asiento de inmigrantes judíos en la Argentina. Los orígenes persisten a través de lugares como la sinagoga Tiferet Israel, edificio de dos plantas con ladrillos a la vista, y el cementerio judío. Todavía hay propiedades a nombre de la Jewish Colonization Association, la empresa que impulsó el desarrollo de la zona entre fines del siglo XIX y principios del XX. La Ievis, como le dicen, sigue siendo parte del presente, aunque ya no exista.
El pasado reciente está marcado por otros episodios. En 2008, la Guardia Rural detuvo al presidente comunal Mario Ricardo González, del Partido Justicialista, por robo de ganado. Fue la culminación de un prolongado deterioro institucional. Las elecciones del año siguiente consagraron el triunfo de Marcelo Gerosa, del Frente Progresista, por apenas 19 votos. La situación de Monigotes era difícil: enfrentaba reclamos judiciales, la provincia había suspendido la asistencia financiera y la comuna carecía de insumos básicos.
De ayer a hoyLa historia de Monigotes remite a los inicios de la inmigración judía en Argentina. El 14 de agosto de 1889, el vapor Wesser llegó al puerto de Buenos Aires con el primer contingente de judíos rusos. Eran 136 familias, en total 824 personas que fueron enviadas al norte de Santa Fe. Si bien los judíos estuvieron presentes desde la época colonial y en 1862 se fundó la primera institución religiosa en Buenos Aires, la comunidad comenzó a constituirse como tal a partir de aquel desembarco.
Las familias que llegaron en el Wesser se asentaron entre las estaciones Palacios y Monigotes, en el camino del ferrocarril que se estaba construyendo hacia Tucumán. El grupo sentó las bases de la posterior colonización en Moisés Ville, dos años antes de que se organizara la Jewish Colonization Association, la empresa del barón Mauricio Hirsch.
La tradición oral adjudica a los trabajadores del ferrocarril el nombre de Monigotes. El pueblo reconoce su origen en una posta establecida para la provisión de carbón y agua para los trenes; aún se conserva el tanque de agua original. «Se dice que en esta zona había indígenas que tenían una forma exagerada de pintarse y llamaban la atención por sus bailes. La gente del ferrocarril empezó a hablar entonces del pueblo de los monigotes», cuenta Marcelo Gerosa, mientras se toma un respiro en las tareas de organización de la fiesta del 9 de julio.
«Estos campos eran todos del barón Hirsch», interviene Laureano Montagna, y su mirada parece buscar un punto más allá del horizonte. Las primeras agrupaciones gauchas comienzan a llegar al predio donde se hará el desfile y la exhibición de destrezas criollas. Vienen de Eusebia, de Sunchales, de Brinkman, de Ataliva, de Curupaytí. «Esperamos al menos 200 personas», dice Aníbal Duarte, que hace de anfitrión como integrante de Apadrinando, la agrupación local, y como responsable del asado con cuero que homenajeará a los visitantes.
A los 76 años, hijo de inmigrantes italianos, Montagna es un testigo de la época en que los agricultores araban con caballos y trillaban con la máquina a vapor. «La Jewish hacía lotes de 75, 150 hectáreas, y daba muchas facilidades para pagar. Los colonos judíos hacían cuatro casas en cada rincón del campo; el italiano hacía la casa en el medio, para estar más cómodo», recuerda.
Entre 1973 y 1975, una serie de inundaciones paralizó la actividad rural. Fue un golpe muy duro para el pueblo, del que todavía está reponiéndose. La historia local coincide en este punto con la de tantas comunidades rurales, que perdieron gran parte de su población en la segunda mitad del siglo XX a consecuencia de las transformaciones económicas y la mecanización del trabajo agrícola.
Pero en Monigotes la crisis tuvo características propias. «La colectividad judía se deshizo. Todos emigraron. Incluso muchos dejaron los campos medio abandonados», dice Herminio Panigutti, que pasó sus 73 años en el pueblo, salvo cuando estudió en Rafaela y el período del servicio militar, que hizo en Buenos Aires.
Los vecinos recuerdan el caso de una familia, de apellido Kohon, que dejó su casa cerrada, con muebles, ropa y electrodomésticos, y nunca regresó. Lugares tradicionales de encuentro como el hotel del pueblo y el almacén de ramos generales Fideleff cerraron sus puertas. Algunas casas se desplomaron por la simple acumulación del tiempo y el olvido. La calle que corre frente a las vías del ferrocarril quedó casi desierta.
Isaac Wolochin tiene 70 años. Nació en Tostado, pero vive desde muy chico en Monigotes. Descendiente de los primeros inmigrantes judíos que llegaron a la región a fines del siglo XIX, es el solitario portavoz de una memoria. «Soy el último paisano que queda en el pueblo», dice, en la puerta de su casa, donde se sienta a ver cómo transcurren el día y los recuerdos.
«Había 120 familias paisanas en Monigotes. Se fueron yendo, un poco a Buenos Aires, otro poco a Rosario. Teníamos cuatro sinagogas, la del pueblo y tres en el campo; tantos paisanos había entonces», agrega Wolochin. En el comedor de su casa atesora el legado familiar: un samovar, candelabros que trajeron los abuelos, fotografías, un yunque para romper nueces. «Los recuerdos de Europa», dice.
En la memoria de Wolochin subsisten los antiguos modos del trabajo en el campo; las cremerías «y los muchísimos tambos» que se levantaron en la zona; los rabinos Jinich y Husman, que oficiaron en la sinagoga Tiferet Israel; las fiestas de la colectividad; las cinco carnicerías, las panaderías, el gran negocio de Nito Aragundo, «que era carnicero y comisario, y enseñaba a trabajar a la gente»; el recuerdo de un pueblo que a principios de 1950 llegó a tener 2.000 habitantes.
Sitios históricosUn cartel identifica al cementerio judío de Monigotes como sitio histórico. Allí descansan personalidades de la colonia como Bernardo Fideleff y Adolfo Husman y se conserva una carroza fúnebre original. Las tumbas se ubican al final de un amplio descampado.
El cementerio data de 1932; tiene pocos visitantes, pero está bien cuidado. La sinagoga Tiferet Israel fue fundada el 13 de abril del mismo año, y su construcción finalizó en 1933. Dejó de funcionar a mediados de los años 70, cuando los colonos judíos se fueron de Monigotes.
En el interior, con el mobiliario original, pueden encontrarse libros de actas, recibos de la sociedad, registros de colectas, nóminas de escolares. Documentos que hablan de la vida de una comunidad. En la fachada del edificio se destacan Las Tablas de la Ley y tres Estrellas de David. Una leyenda en hebreo explica que esa es la Casa de Dios y especifica el nombre Tiferet Israel, belleza de Israel.
Actualmente está en proyecto la restauración del edificio, a cargo del gobierno de la provincia y la Universidad Nacional del Litoral. El pueblo tiene muchas expectativas al respecto, no sólo por su valor cultural sino como fuente de trabajo. «Tenemos cierta desocupación, que venimos manejando. La agricultura no demanda mano de obra. Esperamos que se concreten además la construcción de unas viviendas, y del Centro de Asistencia Primaria de la Salud, que también están previstos», dice Gerosa.
Del campo al puebloHerminio Panigutti quería quedarse en Buenos Aires. Jugaba bien al fútbol y se fue a probar a Chacarita y a Vélez. «No salió como yo quise. Tuve la mala suerte de que se me rompió la rodilla. Entonces me trajo de nuevo la querencia. Me dediqué al campo y después al comercio. Aquí agricultura se hace muy poco, lo principal es la ganadería», cuenta.
Panigutti dejó el campo con las inundaciones de los años 70. «Me cansé. Empecé a trabajar como encargado de la cooperativa La Mutua Agrícola, donde estuve hasta que se fundió», dice. El colapso de la sociedad fue un nuevo punto de partida porque los bienes de la cooperativa fueron a remate judicial y pudo comprarlos. «Sigo con el comercio como era la cooperativa antes, con ramos generales: tenemos tienda, almacén, ferretería y combustible», dice, mientras atiende el buffet de los festejos por el 9 de julio.
La fiesta se hace a beneficio de la escuela primaria de Monigotes. Las agrupaciones forman en hilera y recorren el pueblo, precedidos por el móvil del destacamento policial. Enseguida reaparecen por la calle principal y se ordenan en un semicírculo, para la parte formal de la ceremonia.
«Con las inundaciones se vino abajo la colonia –recapitula Panigutt–. Pero dentro de todo, estamos sobreviviendo».
Marcelo Gerosa nunca se imaginó que llegaría a ser presidente comunal. Nacido en 1973 en Las Palmeras, a 16 kilómetros de Monigotes, comenzó a trabajar desde joven como chofer de camiones. «Estuve en Córdoba, Catamarca, La Rioja. Tuve la suerte de conocer muchos lugares, desde La Quiaca hasta Trelew», cuenta.
Pero en 1997 volvió a la zona. «Trabajaba en la repavimentación de la ruta 34 y paraba en el pueblo. Me puse de novio en Monigotes, después me casé y tuve un hijo», dice. En 2009 un grupo de vecinos le propuso que se presentara como candidato a las elecciones de la comuna. «Yo tenía tres camiones en la ruta. Lo pensé con la familia, decidí quedarme con un camión menos y lo encaramos. Ganamos, pero al principio estaba todo trabado en Santa Fe, había rendiciones atrasadas, plata que le reclamaban a la comuna, cédulas judiciales».
La comuna no tenía ni siquiera herramientas. «Había unos tractores y una máquina Caterpillar en condiciones, que nos ayuda a mantener los caminos rurales en buen estado. Pero en herramientas menores, para el trabajo diario, no había nada: no había machetes, llaves de mano, amoladoras, taladros, nada. Empezamos de a poco y hoy tenemos un parque que está funcionando, con una camioneta nueva. La comuna nunca había tenido un vehículo cero kilómetro».
En setiembre de 2010 Monigotes celebró sus 120 años de existencia. «El pueblo se movió muchísimo –apunta Gerosa–. Conseguimos unos animales donados y se hicieron eventos para recaudar fondos. Hubo una muy linda fiesta. Vino gente que no había vuelto al pueblo en muchos años».
Fue también un reencuentro del pueblo con su historia, y con su sentido de comunidad. «Lo que me gusta de Monigotes es que acá no hay discriminación. En otros lugares se habla del negro o del judío, hay cierto racismo. Este es un pueblo donde eso no se ve», dice Gerosa. Un espíritu que proviene de las raíces de la comunidad y se reafirma en el presente.
La fiesta criolla actualiza la historia: el pueblo como un lugar de encuentro. Ahora la formación de los gauchos se deshace; los jinetes desensillan y se arman las mesas. Hay una pausa hasta la tarde, cuando comienzan los juegos y exhibiciones. El asado de Aníbal Duarte está a punto.
Osvaldo Aguirre

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La piedra movediza de Tandil

LEYENDA DE LA PIEDRA MOVEDIZA (TANDIL, BUENOS AIRES)
Hace mucho tiempo el Sol y la Luna se casaron. Su primer acto de amor fue crear La Pampa infinita, cubierta de verdes pastos y perfumadas flores, e hicieron crecer ombúes inmensos en ese majestuoso mar color esmeralda. Los hijos del Sol y la Luna fueron los primeros hombres que caminaron sobre la Tierra, y sus padres les regalaron aquel territorio para que allí tuviesen su casa. Después, crearon a los animales para que acompañaran a sus hijos, y aunque les dieron permiso de cazados para que tuvieran comida en abundancia, también les encargaron su cuidado. Y sus hijos aprendieron a manejar el arco y la flecha, y a usar el fuego para calentarse y preparar su comida. Así, dominaron toda La Pampa y vivieron felices en las tierras que les habían regalado. El Sol y la Luna vivieron con ellos por un tiempo, pero un día decidieron regresar al cielo. Entonces sus hijos entristecieron porque pensaban que ya no los verían, pero ambos prometieron que se turnarían durante el día y la noche para vigilados desde el cielo.
Durante siglos la armonía reinó en La Pampa. Los hombres no conocían necesidades, y diariamente agradecían a sus padres celestiales por proveed es todo lo que necesitaban. Pero un atardecer ocurrió algo inesperado: el Sol empalideció y perdió gradualmente su brillante luz. Los hombres sintieron temor por su padre, y más aún cuando descubrieron que un gigantesco puma había logrado trepar hasta el firmamento y estaba persiguiendo al Sol, que se encontraba extenuado luego de recorrer el cielo durante todo el día.
En el preciso momento en que quedó atrapado en el horizonte, justo antes de desaparecer, el puma se acercó y abrió sus fauces para devorado. Los hijos acudieron en ayuda del Sol, y miles de flechas volaron hacia el cielo. Una de las saetas traspasó a la fiera, que cayó a la tierra malherida. Nadie se atrevía a acercarse para matado del todo. Mientras tanto, el Sol volvió a mostrarse en todo su esplendor, y antes de hundirse tras el horizonte, enrojeció de orgullo ante la valentía demostrada por sus hijos.
Por su parte, la Luna, enfurecida, buscó por todas partes al animal que había intentado devorar a su esposo. Cuando lo divisó, se sorprendió al ver que el puma no solo no había muerto sino que rugía con rabia y elevaba sus garras al cielo. Entonces ella, desesperada al no encontrar nada en el cielo que pudiese arrojarle, arrancó trozos de su propio rostro y, luego de transformados en piedras, los lanzó sobre la bestia hasta cubrirla por completo. Fue así como el rostro de la Luna quedó marcado para siempre y se formaron las sierras de Tandil. La última piedra que arrojó cayó encima de una flecha y por eso siguió moviéndose durante siglos, y parece que el animal tampoco murió, porque en el momento en que el Sol se elevaba, la piedra co­menzaba a temblar.
N.A.: la piedra movediza de Tandil se desplomó el jueves 29 de febrero de 1912, entre las 17.00 y las 18.00 h. Era una mole de granito en equilibrio cuyo peso estimado superaba las 385 toneladas.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Suelta masiva de libros

Movimiento Libro Libre Argentina

Día  
miércoles

Hora

De la(s) 0:30 a la(s) 23:30
Dónde
Donde quieras!


¡ESTA VEZ LIBERAMOS POESIA! ¿TE PRENDES?

La idea es "liberar" (dejar) un libro en un espacio público (plaza, bar, transporte público, museo, etc...). Pueden participar de la propuesta todos aquellos que lo deseen liberando un libro el miércoles 21 de diciembre de 2011 en ... el lugar donde vivan o se encuentren en ese momento.

Para participar, dejá un libro en un espacio público con una dedicatoria que indique:
- Que el libro forma parte del Movimiento Libro Libre Argentina.
- Que es de quien lo encuentre pero que al finalizar su lectura deberá ser liberado, para que pueda ser disfrutado por otras personas nuevamente.

¡Muchas gracias por participar de esta gran cruzada y compartir la iniciativa con tus amigos!
Mas info
http://www.facebook.com/#!/events/124303351005756/


Movimiento Libro Libre Argentina


http://www.facebook.com/#!/group.php?gid=33384393361 

viernes, 16 de diciembre de 2011

Harto

La verdad que en esta época del año no me interesa mas nada.
Es cuando uno se harta de todo. Que el cuerpo necesita un respiro. Una dosis de aire fresco.
Harto del ruido, del smog, del cemento, del calor, del transito, del apuro de la gente, de las discusiones, del telefono, de internet.
Es por eso que no tengo mas ganas de escribir, de pensar, de opinar sobre temas profundos.
Asi que desde este momento y vaya uno a saber cuando este blog se transforma en una especie de recreo. Con noticias sobre historias de pueblos, lugares, culturas, leyendas, etc.
Espero que no aburra.