Me tomo el subte B hasta el final.
Mientras espero que llegue en el kiosco que hay en la estación Malabia me compre dos helados de palito y un pote de miel. Me los guardé en un bolsillo interior de la campera.
Al final del recorrido el subte sale a la superficie haciéndose una especie de tren.
En la reserva ecológica había olas como si fuese el mar. Algunos se bañaban. Me doy cuenta que los helados se habían derretido. La miel abierta y chorreando. Desbordaban del bolsillo y me manchaban toda la ropa llegando a la piel. Un espeso liquido dulce que de a poco me mojaban todos los pantalones.
Desperté. Me di cuenta que estaba en la cama.
A veces pienso lo raros que son los sueños.