Supervivencia
Cerraron las fábricas de la ciudad. Miles de empleados quedaron despedidos.
Salieron a reclamar. Cortaban calles, avenidas, daban panfletos a los transeúntes o automovilistas para hacer saber de su situación. Aunque en muchas ocasiones debían salir corriendo porque la policía los reprimía. También se llevaban detenidos a varios de ellos.
Cada vez que protestaban debían soportar la cada vez mayor ferocidad de las fuerzas de seguridad. Policías y militares que disparaban balas de goma y plomo. Ademas de arrojar gases nocivos. Muchos terminaban heridos, desmayados. Otros eran esposados para luego ser subidos a vehículos que los depositaban en distintas comisarías.
Entonces se cansaron. Cada uno intentaba hacer la suya como podía. Aunque la mayoría permanecía frustrada en sus casas sin saber que hacer. Estaban angustiados, dormían mal, fumaban o tomaban alcohol mas de la cuenta. Se peleaban con sus seres queridos. Algunos intentaban buscar trabajo en otros lados. Como bares, supermercados. Solo unos pocos lo consiguieron.
Pasado un tiempo. Varios de estos, con lágrimas en los ojos. Excluídos totalmente, sin nadie que les abriera las puertas, se dedicaron al delito. Asaltaban casas, autos. Sentían que no tenían otra opción. El sistema les negaba todas las oportunidades. Y del Estado no le daban ninguna ayuda. Sumado a que tenían hijos a quien cuidarlos, alimentar, comprarles ropa, útiles escolares. O padres jubilados que tampoco podían solventar los gastos por su cuenta.
A medida que pasaban los meses notaban que cada vez había menos para robar.
Los dueños de las casas no tenían tantas cosas como antes. Estos también fueron echados de sus cargos. Muchos eran empleados como ellos. Otros profesores de universidades, médicos, técnicos industriales, bioquímicos. Se hallaban en la misma situación. Hartos de marchar sin obtener respuestas, aparte de aguantarse la represión de la policía, un gran número optó por irse a vivir a alguna ciudad lejana. Otro grupo pudo trabajar de otra cosa que no tenía nada que ver con el oficio que sabían y hacían toda la vida. Y varios también cayeron en el delito.
Mas tarde cerraron los comercios. Porque al estar la mayoría de la gente excluída sus propietarios no tenían a quien venderle. Se terminaron fundiendo. Dejando otro grupo de personas sin saber que hacer.
Los únicos que quedaban abiertos eran los negocios de comida. Pero no por mucho tiempo. Ya que la cada vez mayor gente que quedaba fuera del sistema les pedían alimentos. No compraban porque no tenían dinero. Cuando los dueños se cansaron de darles comida gratis, ya que no les alcanzaba el capital para reponer la mercadería saquearon sus locales. Una vez ocurrido este hecho decidieron bajar las persianas de esos comercios para no volver a abrir. Despidiendo a sus empleados Que tampoco sabían que hacer.
Cuando ya estaba todo cerrado y no había nada. La gente, cada vez con mas hambre se fueron comiendo entre ella.
19 de julio “XII Marcha de los bombos”, el sentir santiagueño
El mes de Julio en Santiago del Estero es tiempo de festejos y celebraciones, ya que el 25 de Julio, la ciudad de Santiago “Madre de Ciudades” cumple su aniversario. Muchas son las actividades culturales y turísticas programadas, y una de ellas es la famosa y tradicional La Marcha de los Bombos, la cual año tras año recibe cientos de aficionados del folclore.
La convocatoria tiene a más de 3000 bombistos, además bailarines, cantantes, santiagueños y turistas que van marchando al ritmo de los bombos.
Historia de la marcha.
La Marcha de los Bombos nació en Santiago del Estero en el 2003 y continúa en vigencia. Todos los años en Santiago el Estero, unos días antes del festejo del cumpleaños de la ciudad, habiéndose convertido en poco tiempo en una marca característica de la provincia.
Desde distintos puntos de la capital y La Banda, parten columnas de gente con bombos. Convergen en avenida Belgrano y Libertad y desde allí se dirigen al parque Aguirre para cantar el himno provincial de los santiagueños, la chacarera Añoranzas.
La Marcha de los Bombos nació en Santiago del Estero en el 2003 y continúa en vigencia. Todos los años en Santiago el Estero, unos días antes del festejo del cumpleaños de la ciudad, habiéndose convertido en poco tiempo en una marca característica de la provincia.
Desde distintos puntos de la capital y La Banda, parten columnas de gente con bombos. Convergen en avenida Belgrano y Libertad y desde allí se dirigen al parque Aguirre para cantar el himno provincial de los santiagueños, la chacarera Añoranzas.
Ese un resorte cultural que ha provocado un hondo sentimiento de identidad, donde la gente se siente protagonista homenajeando a la ciudad. Este espacio representa un lugar en el que santiagueños y foráneos se convocan en un ámbito sin dueño, horizontal, pluralista y democrático; vienen a nutrirse,
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a alimentarse y convergen con bombos, cajas, sachas y en la edición de este año, también guitarras y otros instrumentos de cuerda, para caminar juntos con el fin de rescatar, revalorizar y proyectar la cultura de un país en pos de los mejores anhelos del “encuentro”, como un momento de comunicación muy importante de un pueblo que decidió seguir adelante.
El bombo representa el sentir santiagueño, lo anima, lo mueve y lo enardece. Este instrumento lo acompaña en las más altas alegrías, pero también está en el camino final del descanso.
ESTO NO LO ESCRIBÍ YO
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