sábado, 10 de mayo de 2025

Un buen día

Un buen día

Mariano apenas despertó quitó el modo avión de su celular para ver si había algo nuevo. Se encontró con una gran cantidad de WhatsApp de amigos, familiares, ex parejas saludándolo y deseándole un buen día. Le pareció raro. No era su cumpleaños, tampoco una fecha especial. Puso la tv como todas las mañanas antes de levantarse. Quería saber cómo estaba el tiempo, el tránsito o si había alguna noticia importante. Notó que los panelistas al iniciar los programas se saludaban besándose en la mejilla.

Los movileros que se hallaban en la estación Constitución preguntando a los transeúntes cosas sobre la política y economía esta vez también les convidaban con un café. Muchos de estos que como contrapartida les daban chipá, medialunas o alfajores que compraban.

Mariano trabajaba en un local de ropa situado en Flores.

Cuando salió se sorprendió al ver que en la entrada del edificio había una máquina para servirse agua y otra para leche, té o café. 

Al llegar a la parada del colectivo la gente que esperaba en la fila le extendía la mano para saludarlo. Lo mismo hacían con las personas que se iban sumando. Mariano empezó a copiarlos. 

Cuando llegó el colectivo el chofer paró la unidad. Saludó y besó uno por uno a todos los que subían. Les dijo que ese día no tienen que pagar el viaje. 

Mariano vio que ese comportamiento lo repetía en todo el recorrido. Al mirar por las ventanillas se enteró que muchos vecinos les regalaban a los barrenderos tazas de adorno, llaveros, atados de cigarrillos. En las obras muchas personas que pasaban les daban agua y gaseosas a los albañiles. Estos a la vez los abrazaban y les convidaban mate.

Ya en el local de ropa sus compañeros le dieron facturas y galletitas que trajeron. Al mediodía el dueño del local se encargó de comprar pizzas para que todos pudieran almorzar. También les dijo que a los clientes que vinieran ese día no les cobre lo que llevaban. 

Cuando regresó la misma historia. No pagó el boleto y el chofer paraba el coche en cada parada para levantarse a saludar a la gente que subía. Éstos a la vez le daban botellas de vino, chocolates o alfajores.

Al bajar fue al super a comprar algunas cosas que le faltaban. Atún, galletitas de agua, cerveza, salsa de tomate y fideos. Cuando salió la cajera lo saludó abrazándolo. A la vez que le comentó que no tenía que pagar nada por lo que llevó. 

Caminó las tres cuadras que lo separaban de su casa. Veía como la gente que iba cruzando lo saludaba. Muchos frentistas le ofrecían vasos con agua, gaseosas, café, té o mate cocido. 

Cuando regresó estaba el encargado en la puerta de su edificio. Le dio un fuerte abrazo deseándole que termine lo que falta del día lo mejor posible. A la vez le convidó varias tortas fritas que había preparado. Para compensar Mariano le dio la botella de cerveza que había comprado. 

En el grupo de chat de amigos que tenía todos los miembros ponían cosas parecidas. Uno comentaba que los vecinos lo despertaron para saludarlo y regalarle pan, manteca y mermelada para el desayuno. Muchos lo besaban, otros le daban la mano. Otro que al verlo caminar con su pareja muchas personas que pasaban les daban flores y pulseras además de saludarlos deseándole suerte. Sumado a un tercero que contó que como ese día su jefe le avisó que no fuera a trabajar aprovechó para ir a pescar a la laguna de Navarro. Les dijo que no tuvo que pagar nada de lo que compró para comer y en la cabina de peaje le regalaban media docena de churros. 

A la mañana siguiente Mariano vio que todo volvía a la normalidad. No recibió ningún WhatsApp nuevo. Sólo los que vio la noche anterior antes de acostarse. Los panelistas ya no se saludaban besándose, los movileros que estaban en Constitución solo preguntaban a los transeúntes como solían hacerlo habitualmente, sólo unos pocos respondían. Al salir notó que en la entrada de su edificio desaparecieron las máquinas para servirse agua, te o café. Tuvo que pagar el boleto y todas las cosas que consumía. Nadie saludaba dando los buenos días ni regalaba nada. 

sábado, 5 de abril de 2025

Sin nada

 

Sin nada 

La fábrica de sandalias donde Gabriel trabajaba despidió a la tercera parte del personal. Gabriel zafó. No sabría que hacer en caso de que lo echen. Aunque más tarde se les redujo el salario a los empleados que quedaban. Finalmente llegó un momento que esa fábrica cerró definitivamente. Las ventas se redujeron casi a la mitad de lo que era en años anteriores. A la vez que constantemente le aumentaban las materias primas, impuestos y otros gastos como reparación de máquinas, caños, mangueras o tanques que cada tanto había que arreglar. Esas sandalias tampoco podían competir en precio con las importadas.

Gabriel había trabajado allí más de quince años. Le faltaban dos para llegar a los cincuenta.
Se mantuvo un tiempo viviendo con algunos ahorros que tenía sumado al dinero de la idemnización. También vendió la moto y el lavarropa. Ahora no necesitaba viajar tanto. Si lo hacía lo haría en transporte público. Y las pocas cosas que lavaba podía hacerlo a mano. 
Vivía sólo en un departamento.
Preguntaba a vecinos o conocidos si sabían de un trabajo y la respuesta siempre era negativa. Sumado al "apenas sepa te aviso". Lo mismo ocurría cuando preguntaba en los negocios del barrio. 
Gabriel estaba angustiado. No sabía como seguir. Le daba vergüenza pedirle dinero a familiares. Gabriel tenía dos hermanos. Era el mediano. Entre los tres se llevaban seis años. Aunque hace tiempo que no se veían. Sólo se saludaban por whatsapp para los cumpleaños. 
Hace mucho también había estado en pareja con Sebastián. Un chico que trabajaba en una pizzería ubicada a tres cuadras de su casa donde solía comprar los domingos a la noche. Prefería ir en persona así salía un poco. Desde el día que lo vio en la caja sintió una fuerte atracción por aquel. 
Después de tres años Sebastián dejó de verlo a Gabriel. Este le dijo que su padre estaba enfermo y debía irse a Misiones sin saber cuando regresaría. Luego Gabriel se cansó de llamarlo y mandarle whatsapp sin que Sebastián responda. 
Primero lo extrañaba. Después se acostumbro a estar solo. Aunque jamás dejó de recordarlo. A esa pizzería no volvió a ir. 

Gabriel ahora se sentía aterrado al pensar que a este ritmo acabaría viviendo en la calle. Sacó un crédito. Aunque no tenía idea de cuando y como lo pagaría.  
De a poco iba dejando de comprar ciertos cortes de carne, frutas, verduras y medicamentos. Meses más tarde empezaba a deber expensas y ABL. Al siguiente no pago el alquiler. Le rogó al dueño que lo aguantara un tiempo.  
Cada tanto hablaba con algún vecino sobre cuestiones ligadas a la política, fútbol sumado a cosas que pasaban en la cuadra como robos, choques, cortes de luz, etc. No se animaba a entablar charlas demasiado profundas.

Un domingo Gabriel fue a almorzar a la casa de Estela, su madre. Iba casi todos los fines de semana. Depende la hora ella le preparaba torta, empanadas o ravioles. A pesar de promediar las siete décadas Estela seguía trabajando como costurera. Lo hacía en su domicilio. Vivía acompañada de un perro que había encontrado abandonado en la calle. 
Gabriel tomó el colectivo. Al subir se encontró con un estante lleno botellas de agua, jugos, bebidas, sándwiches, empanadas, frutas y dulces. Había varias personas que le decían que se sirviera lo que deseara. Le preguntaban como se siente, si está cansado, si tiene frío o calor. Notó que las ventanillas se hallaban tapadas con cortinas. Del techo sobresalían luces de todos los colores. No había asientos. Solo un par de banquitos. Y detrás había varias camas que terminaban con un baño. Aquellos tripulantes también le avisaron que podía ducharse, lavarse los dientes y acostare en alguna de esas camas. Después de comer Gabriel procedió a hacerlo. Ya acostado levantó una cortina y comprobó que era de noche. Se durmió. 

Tiempo después la luz del sol que pasaba el vidrio y le pegaba en la cara lo despertó. Preguntó la hora. Una señora le dijo que faltaban 20 minutos para las doce.
Se acercó un muchacho. Le dio a elegir entre bajarse o quedarse a vivir para siempre allí. Tenía una hora para decidirse. 
Gabriel primero dudó. Pensaba en su madre. Se angustiaba al pensar que todavía lo estaba esperando para almorzar. Tampoco podía borrar de la mente a Sebastián. En ese colectivo no había señal telefónica. Ninguno de los tripulantes tenía celular. Estaba aislado del mundo exterior. 
No dejaba de extrañar épocas pasadas. Cuando en la primaria su madre lo llevaba a la escuela, lo ayudaba con las materias o lo cuidaba cuando de enfermaba. Los veranos que fue a San Bernardo con sus hermanos y algunos amigos de ellos. El viaje a Córdoba con toda su familia antes de que su padre se peleara y se fuera. La vez que un amigo le enseñó a manejar la moto. El palo que se dio una noche cuando agarró un pozo y su moto se le cayó encima. O los inolvidables momentos que pasó junto a Sebastián. Sumado a las salidas a teatros, parques, bares o boliches que hicieron juntos. 
Sin embargo eligió la segunda opción. Decidió quedarse en ese colectivo dejando atrás la delicada situación por la que se hallaba. Miedo, incertidumbre, deudas y alimentos o remedios que ya no podía comprar. 

martes, 4 de marzo de 2025

La ley


La ley 

Mirada de raíces crecer
Sangre que por las venas deja de correr
Piel que no siente
Cabello que ya no necesita peine

Flor marchita cayendo sobre la tierra
Persiana que se cierra
Luz que se apaga para no volver a alumbrar
Un cuerpo se va






Un corazón se pone en marcha
Desplegar de alas
Sol apareciendo en horizonte
Verde brote

Llama que se enciende para brillar
Ojos que se abren buscando ver lo que hay
En el almanaque una nueva fecha
Un cuerpo llega



sábado, 8 de febrero de 2025

En el fondo del mar

En el fondo del mar


Una nueva planta apareció el el fondo del mar de la India. Tenia una fácil reproducción. A los pocos años se extendió por todos los mares del mundo. Estas plantas llevaban gran oxigeno a las aguas. Logrando que se multiplicaran las especies marinas. Peces, estrellas, corales.

Las olas se encargaban llevarlas a las orillas. En la arena, piedras y rocas crecían mas rápidamente las almejas y caracoles
Algo parecido ocurría en el agua de los ríos que desembocaban en el mar. Los peces se multiplicaban. Como así también las lombrices, sapos, patos o yuyos que bordeaban las costas. Esto a la vez atraía a las aves que se alimentaban de esos seres. 


De abajo de las tierras que eran destinadas a la agricultura o ganadería emergían especies vegetales nativas que arruinaban las cosechas. Estas se sobreponían a las plantaciones de uvas, tabaco, soja, trigo, cítricos, bananas, te o café quedando solo ellas. Algo parecido ocurría en los campos donde había vacas, ovejas, llamas, cerdos. Estas nuevas plantas terminaban cubriendo la totalidad de esos sitios ahogando al ganado.

Al llegar a las ciudades esas especies emergían sobre el asfalto. 
No solo terminaban levantando los pisos de casas y edificios. Si no también los techos provocando derrumbes. Además de romper autos estacionados, alumbrado o paredes. Las calles y avenidas se volvían intransitables. Sumado a que raíces dañaban tanto las redes de metro donde las había como cables y caños subterráneos.

La gente no las podía parar. De cada una que lograban eliminar a las horas aparecían diez más. 

Esas plantas cobraban cada vez mas altura.

La gente estaba anonadada. Sus viviendas terminaron destruidas. Tampoco sabían como hacer para alimentarse. Donde conseguir comida. Los negocios además de reducirse a escombros también fueron saqueados. El mismo escenario se daba en farmacias, hospitales, clínicas y demás centros de salud.
En todos los centros urbanos la población aguantaba hasta donde podía. Una vez los habitantes iban falleciendo por falta de agua y alimentos sus cuerpos quedaban en el piso.


Al año la humanidad ya se había extinguido. De las ciudades solo quedaban montañas de escombros rodeado de esa nueva flora. Muchas de esas plantas pasaron a ser árboles que tenían varios metros de alto. A la vez crecían otras nuevas.

A estas especies se le acercaban abejas, grillos, mariposas, colibríes, zorzales, tucanes, carpinchos, venados, ñandúes, ardillas que dependían de ellas para subsistir.


-----------------------------------------------------------------


Después me acordé que en 2012 había escrito esto que es parecido. O sea que no hay nada nuevo en esta entrada

El bosque.
 
En ese bosque todo era armonía. Gaviotas que iban y venían, abejas que construían sus panales, zorzales anunciando la llegada de un nuevo día. También había liebres corriendo, culebras, monos que saltaban entre las ramas. Hasta algunos leones que cada tanto merodeaban la zona.
Todo era de una intensa paz.
Hasta que un día aparecieron las primeras casas. Acompañadas por autos y caminos de tierra. Junto a autos, bicicletas y motos que iban y venían.
Ese bosque dejó de ser el mismo. Si bien todavía tenía muchas zonas intactas presentaba numerosos huecos.  Aparte de que en varios tramos había escombros, bolsas de nylon, restos de comida, etc. Y los animales que lo poblaban optaron por irse
A pesar de todo el éxito inmobiliario pudo mas. La urbanización siguió creciendo. Los caminos de tierra se multiplicaron transformándose en calles y avenidas asfaltadas. Aparecieron negocios, oficinas, algún que otro edificio. Tambien se instalaron antenas telefónicas, cableado eléctrico. El trafico era cada vez mas intenso. Ahora se le sumaron colectivos que llevaban a la gente de un lado a otro o camiones que cargaban y descargaban mercadería.
Del bosque solo quedó una mínima porción. La cual, debido al paso agigantado que avanzaba la construcción no demoró demasiado en ser loteada, dividida en manzanas y ponerse en venta. Así fue como a esta parte llegaron nuevas viviendas, fábricas y centros comerciales.
Cuando hubo que arrasar la ultima manzana se produjeron problemas. Las sierras eléctricas no podían cortar las ramas. Estaban durísimas. Se terminaban quemando de tanto esfuerzo. Probaron hacerlo varias veces mas pero les ocurrió lo mismo. Entonces mandaron topadoras.
Apenas estas tocaron el primer árbol toda la ciudad tembló. Desde el piso no paraban de brotar troncos. Luego aparecieron ramas con hojas. Estos crecían por todos lados derribando cuanta construcción se le interpusiera en su camino. También se sumaron plagas de aves y abejas enfurecidas que atacaban a la población. Estos corrían de un lado a otro sin encontrar refugio. Al rato fueron sorprendidos por liebres y monos que los corrían y mordían. Estaban desesperados. Tenían sus cuerpos sangrando, llenos de picaduras por todas partes. No soportaban el dolor que esto les provocaba. Seguían corriendo pero en vano. Ya que sus casas habían quedado destruidas por los arboles. Y tanto las aves, como las abejas o resto de los animales los seguían atacando. Hasta que de a poco se iban rindiendo. Quedaban tirados en el piso quejándose del dolor, cada vez con mas lastimaduras. Cuando ya estaban todos en el suelo vino una manada de leones y se encargó de acabar con ellos.
Apenas estos terminaron su trabajo los árboles taparon la ciudad y todo ese bosque volvió a la normalidad.

https://yangus00.blogspot.com/2012/12/el-bosque.html