sábado, 29 de julio de 2017

Sale y se va

El sol sale, se queda un rato y después se va.


O sera que nosotros somos los que salimos

Permanecemos un tiempo





Y luego nos vamos

sábado, 15 de julio de 2017

Una tarde mas



La tarde que ya se fue

Pasadas las seis

En este séptimo mes

Para nunca mas volver



domingo, 2 de julio de 2017

La sed de Roberto

La sed de Roberto

Eran las dos de la tarde. Roberto no daba mas de la sed. Estaba en Corrientes y Talcahuano. Fue a un kiosco. Eligió un agua saborizada. La puso en el mostrador para que se la cobraran. El encargado el dijo que no podía llevarla. Roberto asombrado le preguntó los motivos y este le dijo que no sabía. Pero tenía orden de no vender esa bebida. Le pareció ridículo. Fue a otro kiosco y obtuvo la misma respuesta. Probó en varios mas sin obtener éxito alguno. Solo en uno le dijeron que mirara en la etiqueta del envase si no había algun número de teléfono e intente llamar allí. Se fijó. Aparecía el de una sucursal con domicilio en el norte del Gran Buenos Aires.

Tras sentarse en un banco que había en  Diagonal Norte intentó comunicarse con ese sitio pero nadie atendía. Hasta que pasados mas de treinta minutos tuvo la suerte de hablar con alguien. Quien le respondió que no sabía nada. Le pasó con un superior. Este le contestó que si bien desconocía las razones aparentemente se trataba de un problema en las botellas. Le dio un número de la empresa dedicada a embotellarlas. Colgó y llamo allí.
Luego de escuchar reiteradamente un disco avisando que estaban todos los operarios ocupados Roberto oyó finalmente una voz. Quien le explicó que eso era imposible. Debido a que a ellos les llegan los diferentes jugos que lo van almacenando en tanques según el sabor y posteriormente se dedican a envasarlos. Volvió a pasale el teléfono de la sucursal donde habló anteriormente. Roberto le hizo saber que ahí le dieron el número de esa empresa. La voz que atendía del otro lado le respondió que no podia hacer nada mas. Que el problema no es de ellos. 

Ya eran mas de las cuatro. Pudo comunicarse de nuevo con esa sucursal después de haber realizado varios intentos fallidos. El que atendió no tenía idea de lo que Roberto le decía y le cortó. Una vez que pudo hablar con otra persona esta le explicó que a lo mejor se trataba de un problema en la planta embotelladora. Roberto enojado levantó la voz argumentando que ya le habían dicho eso. A lo que este último le comentó que quizás era otra cosa que desconocían. Pero le aconsejó que siga probando comprarla en cualquier kiosco porque se la deberían vender si o si. Ante la duda de Roberto sobre sus palabras esta persona llamó a otra. Esta también le explicó que era imposible que se la negaran ya que uno es el que elige y tiene derecho a consumir lo que se le antoje.

Roberto entonces siguió yendo a varios kioscos buscando esa ansiada bebida. En todos sus encargados le respondieron que tienen prohibido venderla. Preguntaba acerca de los motivos. Ninguno sabía con exactitud. Decian que recibían órdenes de la empresa.

Enfadado, tomo su moto y fue a la dirección que figuraba en la etiqueta. Tardó mas de una hora en llegar. Era un enorme galpón que ocupaba casi toda la cuadra. En un rincón había una oficina. Tocó timbre. La puerta se abrió. Una chica que se hallaba en un escritorio frente a una computadora le dijo que tomara asiento y espere. Una vez que la chica se desocupó Roberto le explicó sobre su situación. Esta última no tenía el mínimo conocimiento. Roberto preguntó si no se hallaba nadie mas. A lo que le encargada le contesto que a la noche ella se va y viene el personal de seguridad. Roberto empezó a impacientarse. Le pidió que se calmara. Le dijo que a lo mejor había una falla en la planta embotelladora o la que se ocupa de darle el sabor. Pero que ella no sabía nada. Además de recomendarle que intente llamar nuevamente al numero que figuraba en el envase. Enfurecido. Roberto, tras darle unos insultos, agarró su moto y se fue. No sin antes arrojar una piedra sobre la puerta de aquella oficina. 
Nuevamente en Capital se sentó en plaza Lavalle. Llamó otra vez a esa sucursal. Volvieron a decirle que a lo mejor era algo de la empresa embotelladora. Roberto empezó a gritar que ya le habían dado no se cuantas veces ese argumento. Entonces le pasaron el teléfono de la fábrica dedicada a ponerle los diferentes gustos explicándole que quizás el origen del problema estaba allí. Roberto colgó y se comunicó con ese número. El que atendió le pregunto quien se lo había dado. Roberto le comentó. Éste le dijo que eso era imposible. Tras recomendarle que llame de nuevo a quien se lo dio le cortó.

Sin éxito, Roberto probo ir a varios kioscos para ver si alguno le vendía aquella agua saborizada. La respuesta era siempre la misma. Que lo tenían prohibido por órdenes superiores.
Eran mas de las siete de la tarde. Apoyado en su moto que la tenía estacionada en la calle Uruguay llamó a Defensa del Consumidor. Allí ademas de el nombre, apellido, edad, le preguntaban cosas como numero de DNI, dirección, teléfono, profesión, si vive solo o con alguien mas, en casa, departamento, si alquila o son de su propiedad, si es casado, tiene hijos. Entonces Roberto ante tantas preguntas que no tenían sentido colgó.

Harto de toda esa situación ridícula agarró otra vez su moto para dirigirse a su domicilio. 

domingo, 18 de junio de 2017

Un dia de frio

Unidos debemos estar ante el inminente derretimiento de la ciudad
Nunca me llame Gustavo a mi mismo


Del cielo cayeron sandías
Inicié una caminata hasta China
Antes de marcharse me regaló una canción


Diremos a los mosquitos que somos de plástico así no nos pican
Ese avión que pasó a la mañana no fue capaz de darme un buen día



Fueron a la selva pero durmieron en el desierto
Remaba tanto contra la corriente hasta que la corriente se puso a remar junto a él
Iba a inmolarse en un bar, se arrepintió y acabó emborrachándose
Oí un ruido en la puerta aunque esta me dijo que no lo escuchó


domingo, 4 de junio de 2017

Dias y noches

Días y noches que el calendario quiso

Finalizando este mes número cinco

Mientras de algún árbol una hoja se ha desprendido

Pintando las veredas de amarillo


















viernes, 19 de mayo de 2017

El viaje de Rodrigo

El viaje de Rodrigo


Rodrigo tomó el subte B en Malabia como era habitual. Notó que había poca gente. Lo que le pareció extraño un martes a la mañana. Cuando vienen abarrotados de pasajeros. A medida que el tren pasaba las estaciones los ocupantes se iban bajando y nadie subía. En Callao ya no quedaba nadie. 

Cuando Rodrigo intentó bajarse, en Florida, la formación la pasó de largo. Le empezó a molestar. Debía bajarse allí porque trabajaba en un negocio de artículos electrónicos ubicado en esa peatonal. El coche frenó en Alem, pero la puerta tampoco se abrió. Golpeó el vidrio. El tren nuevamente empezó a avanzar sentido a Rosas. Recorrió varios vagones sin encontrar a ningun ocupante. Tampoco paraba en ninguna estación. Aunque estas tambien se hallaban vacías. 

Rodrigo mandó watshap a sus compañeros del trabajo para avisarles. Pero los mensajes se colgaban. Los llamó. Estos se burlaban. Creian que los estaba cargando. Les decían que la próxima vez invente una mejor excusa para ausentarse. Intentó hacer lo mismo tanto con Agustin, su pareja, como sus amigos mas cercanos. Pero los mensajes tampoco llegaban. 

No sabía que hacer. Solo. Encerrado en un subte que iba de Alem a Rosas y viceversa sin detenerse a lo largo de todo el trayecto. Al mediodía, en la estación Juan Manuel de Rosas pudo ver que el maquinista se bajó y lo reemplazó una conductora mujer. Luego todo seguía como siempre. 

Mas tarde llamó a Agustin explicándole lo que le pasaba. Él tampoco le creyó. Pensaba que lo estaba jodiendo. O peor aun, engañándolo con otro. Le cortó. Aunque al poco tiempo el celular se quedó sin batería. 


Pasadas las 22.30 la formación se detuvo en Alem. Pudo ver a la maquinista bajarse. Pateó la puerta para llamar la atención. Gritó. Aunque esta no lo advirtió. Al rato se apagaron las luces del tren como las de la estación. 

Rodrigo no podía mas de la bronca. De lo ridículo de esta situación. Seguramente a esta hora estaría cenando con Agustin. Hablando sobre sus vidas, sus proyectos. Hacía mas de un año que convivían. Se conocieron por chat. Hasta que finalmente se encontraron en un bar. Y de ahí hubo onda entre los dos. Iban al cine, a tomar algo, a pasear por algun parque. Aunque a veces tambien salían con amigos de ambos.

A la mañana siguiente Rodrigo despertó en el mismo estado que el día anterior. Solo en un tren que iba y venia sin parar en ninguna estación. No aguantaba mas. Se acordó que en su mochila llevaba un encendedor.

Empezó a prender fuego el tapizado de los asientos. De a poco las llamas se iban haciendo cada vez mas grandes. El subte se detuvo en Uruguay. Vinieron tres uniformados. Lo esposaron y llevaron detenido. 

En la comisaría, luego de haber declarado varios agentes vieron los últimos mensajes y watshap del celular. Notaron que lo que decía era cierto. Lo liberaron. A la salida se encontró con Agustin, quien lo abrazó y pidio perdon. Lo mismo los compañeros del trabajo.


Mas tarde se comprobó que hubo una falla en el sistema. Que un tren se salió de los radares. Y como iba casi pegado a otra formación nunca había nadie. Tanto en su interior como en las estaciones que pasaba. Se empezaron a repartir la responsabilidad de esa falla entre la empresa prestadora del servicio, los maquinistas, los encargados de controlar y personal de seguridad.

sábado, 6 de mayo de 2017

Las cuarenta

Me acuerdo que a los diez años jugaba con mis hermanos y chicos de la cuadra a la pelota, escondida,patrón de la vereda, a la pelota. Andábamos en bicicleta. 
Estaba en la primaria. En 5 grado de la escuela numero 13 Prefectura Naval del barrio Villa Real. Tenía una maestra que era un poco exigente. Me acuerdo que se llamaba Haydee. Pero era re buena persona. Jugábamos también con mis compañeros en los recreos a las figuritas, a veces a la bolita, o con los relojes jueguito que estaban empezando a ponerse de moda.

A los 20 años me veo también con mis hermanos y amigos yendo a bailar luego de hacer la previa en la vereda de un kiosco. Flores, Villa Pueyrredon.  Me acuerdo que la cerveza valía $2. Me viene a la mente mi primera borrachera. Que mal que me puse. Me llevo a mi casa con el auto un amigo de mi hermano. Al día siguiente recién se me fue la resaca a la tarde/noche. Además nos reuníamos para jugar al T.E.G. o ir a los videojuegos. 
Eran mis primeros años que incursionaba en el mundo de la escritura. Escribía textos, poemas, cuentos en borrador. A mano. Porque todavía no había internet. Y en mi casa aun no teníamos computadora. Los leía y releía un montón de veces. Siempre encontraba algún error. Algo que faltaba, una cosa que estaba de mas. Hasta que una vez que me conformaba lo escribía nuevamente en limpio y los guardaba en una carpeta en un placard.

A los 30 me agarró una especie de depresión. Sentía que ya estaba viejo. Que se terminaba una etapa. Sumado a que mis hermanos como ya se habían casado o juntado se fueron de casa. Me vino como un vacío. Solo con mis padres. Muchos amigos con los que nos juntábamos también se hallaban mas o menos en la misma y no salíamos tanto. Sentía que no había hecho nada por mi vida. Que la mire desde una ventana. Que la deje pasar. Estaba mal conmigo mismo.

A los 40, que fue en este mes de abril me veo publicando dos libros escritos por mi. Uno en 2012 y otro en 2013. Algo que jamas me había imaginado cuando tímidamente manchaba las hojas con letras a mano y las guardaba en un placard. 
También experimentando el mundo de la biodanza, el teatro. Actuando. Participé en tres muestras a finales de cada año desde 2014 hasta la fecha. Otra cosa que ni siquiera soñaba que podía ser capaz. Ademas de viajar, conocer gente, nuevos amigos, lugares, salir. 
Y escribiendo esto en este blog.

Ahora solo el Destino sabrá que sera de mi a los cincuenta años.