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martes, 4 de agosto de 2009

Los chicos de la aldea

Los chicos de la aldea.

En las afueras de aquella aldea vivía una bruja. Se decía que era de mal carácter, que no tenía amigos y que vivía sola. Que la persona a la que amaba la dejó hace un largo tiempo.
La mayoría de los pobladores evitaban pasar por su casa. A exepción de Pablo, Damián, Sergio y Gonzalo, cuatro amigos de entre diez y trece años que siempre jugaban a golpearle la puerta y salir corriendo, la espiaban cuando tiraba gallinas y sapos vivos a una olla para después comérselos o mientras decía palabras en un lenguaje que no entendían frente a unas velas rojas.
Un día los atrapó. Los encerró en su casa y les arrojó un líquido verde que tenía en un frasco.
De repente los niños aparecieron en una tierra yerma. Donde era de noche pero no había estrellas. Solo una inmensa luna de color rojo. También había rocas, árbloes muertos y esqueletos de animales. Se pusieron a caminar.
Al rato vinieron unos vampiros. Empezaron a correr. Cuando uno de ellos le estaba mordiendo la ropa a Sergio, Damián tomó un hueso que había ahí tirado y empezó a pegarle hasta soltarlo. Después vió una piedra y la frotó prendiendo fuego. Lo que acabó ahuyentándolos. Inmediatamente aparecieron unas arañas. Pero Damián con ese hueso encendido enseguida pudo espantarlas.
Siguieron su marcha. Recorrieron varios kilómetros y veían que ese sitio se mantenía siempre igual, como si no terminase nunca. Hicieron un alto y se sentaron. Gonzalo sacó galletitas de su mochila y entre todos empezaron a comerlas. Luego se acostaron.
Durmieron varias horas. Una vez que se despertaron descubrieron que todo estaba de la misma manera, que no amanecía. De pronto comenzó a llover. Solo que eran gotas de fuego. Corrieron a refugiarse debajo de una roca que había a pocos metros pero no pudieron evitar sufrir quemaduras tanto en la piel como en parte de sus ropas. Hasta que Gonzalo tomó un bidón con agua que tenía en su mochila y los cuatro se mojaron. Sin embargo no pudieron calmar del todo el dolor.
Una vez que paró la lluvia salieron de ese refugio y siguieron caminando. Aunque ya no le encontraban sentido. Todo era lo mismo. No había nada que fuese diferente. Ningún río, ningún árbol verde, ninguna casa y mucho menos gente. Enseguida aparecieron unas criaturas negras que tenían aspecto humano. Con ojos rojos y una boca llena de espuma y enormes colmillos. Quienes empezaron a correrlos. Cuando ya los estaban por atrapar se subieron a un tronco que encontraron. Estos intentaron trepar pero no podían. Asi que de a poco se fueron alejando hasta perderse de vista.
Se quedaron un rato en ese tronco temblando de miedo. Luego se bajaron para continuar su marcha. Esto ya los preocupaba. No sabían lo que les iba a ocurrir ni cuanto tiempo mas iban a permanecer en ese lugar. A la vez que ya empezaban a extrañar su aldea y sus familias. Como ya estaban cansados pararon y se tiraron a dormir.
Horas después los despertó un fuerte viento que traía mezcla de arena y cenizas. Los cuales se les metían entre los ojos causándoles ardor y dificultándoles la vista. Se levantaron. Comenzaron a caminar hasta que vieron una roca que le sirvió de refugio. Pero enseguida vinieron unos leones que los obligaron a salir corriendo en medio de ese viento que les resultaba insoportable. Luego el viento paró dándole mas facilidad de moverse tanto a ellos como a los animales. Finalmente hallaron varias piedras junto a huesos amontonados. Tomaron varios de ellos, los prendieron fuego y se los arrojaron a los leones. También les tiraban piedras. Hasta que después de un rato terminaron espantándolos. Sin embargo no pudieron impedir que a Pablo lo hiriesen gravemente en una pierna. Esto hizo que los demás chicos se sacaran sus remeras semiquemadas y le cubrieran la herida a Pablo. Y que permanecieran allí sentados un largo tiempo.
Ya no aguantaban mas ese sitio. Estaban hambrientos, tenían sed. A la vez que no veían la hora de volver a su pueblo. Se quedaron dormidos.Horas después abrieron los ojos debido a que sentían algo que los rozaba. Eran cucarachas gigantes, del tamaño de un plato. Se levantaron quitándoselas de encima para luego tomar a Pablo y salir de allí. Empezaron a caminar hasta que esos bichos se alejaron. Después se acostaron nuevamente a dormir.
Cuando se levantaron siguieron su marcha ayudando a Pablo. Aunque no tenían la menor idea acerca de donde iban. Escucharon ruidos. De repente vieron dragones negros en el cielo que llevaban a unos hombres grises de pelo largo. Quienes les empezaron a disparar flechas. No sabían que hacer. Deseaban salir corriendo pero no podían debido a que no querían dejar solo a Pablo. Así que solo se las arreglaban arrojándoles alguna que otra piedra que veían en el camino. Enseguida una flecha impactó sobre el pecho de Gonzalo haciendo que comenzara a sangrar y gritar de dolor. Después otra hizo lo mismo sobre un hombro de Pablo. Estaban perdidos. Sentían que no iban a poder escapar de esas personas. Que terminarían muriéndose allí.
Hasta que de pronto apareció volando un caballo blanco que llevaba a un hombre de pelo canoso y una larga barba blanca. Este tenía un tercer ojo en la frente. A traves del cual disparaba unos rayos azules contra los dragones derribándolos al instante. Luego el caballo aterrizó y su conductor ayudó a los cuatro niños a que se subieran. Inmediatamente el caballo volvió a levantar vuelo.
Llegaron a un hermoso bosque. Lleno de árboles verdes, rosas, dorados y plateados junto a flores de todos los colores. Riegado por un río que bajaba de las montañas que había en el fondo. En el cual se reflejaba el color azul del cielo y el brillante sol que iluminaba ese lugar.
El hombre de barba blanca los llevó a una cabaña, apoyó una varita mágica sobre la cabeza de cada uno de los niños y al instante estos se hallaban en perfecto estado. Sin flechas clavadas, heridas en las piernas o quemaduras en la piel. También sus ropas ahora lucían como nuevas.Luego el anciano les dijo que los salvó de casualidad. Gracias a su caballo, que puede presentir lo que pasa en otras regiones. Tambíén les aconsejó no meterse con esa bruja, que no es buena persona y que él en un momento estuvo con ella por lástima, al ver que nadie la quería. Pero con el tiempo se fué volviendo cada vez mas insoportable hasta que decidió dejarla. Y como forma de resentimiento ella creo ese mundo horrible.
Mas tarde los subió de nuevo a su caballo y los llevó a su pueblo.

6 comentarios:

Carmen Rivero Colina dijo...

Gus, menuda historia...y con moraleja incluida. Eres bueno en esto, de verdad que sí. No dejes de escribir, por favor, no sé si algún día te ganarás un premio Cervantes o el Nobel, pero me encanta leerte. Sigue adelante que tu vales mucho.
Otro beso y otro abrazo muy fuerte.

Beatriz Ruiz dijo...

Si que es bueno, sí... Carmen lo afirma y yo estoy totalmente de acuerdo...

Besos desde Tenerife...

Gustavo dijo...

Hola Carmen. No se. Yo no soy escritor. Simplemente me gusta escribir. Creo que estoy a miles de años luz de ganarme un premio Cervantes jaja. Te mando un abrazo y gracias por los comentarios. Chau

Gustavo dijo...

Hola Beatriz. Gracias por darte una vuelta por mi blog. No se si el cuento esta tan bien. Deberia verlo un profesor de literatura. Te mando un abrazo y que tengas buena semana. Chau

Anila Rindlisbacher dijo...

Hola Gustavo... a mi me encanta este stilo de cuentos...yo soy una niñita en el fondo..)!
te dejo mis saludos... un gusto leerte...
felicitaciones!!!

Gustavo dijo...

Hola Anila. Gracias por pasarte por mi blog y ver las cosas que escribo. Me alegro de que te haya gustado el cuento. Te mando un abrazo y espero que andes bien. Chau