domingo, 5 de marzo de 2023

La vuelta



La vuelta 

 

Bajaron de una ambulancia el cuerpo de Sergio colocándolo en la morgue del hospital.
A los pocos días el personal notó que presentaba signos de vida. Su corazón empezaba a latir, su piel extremadamente blanca iba tomando color. Lo pusieron en una camilla para llevarlo nuevamente a la sala de terapia intensiva. Había estado allí casi tres meses.
Cuando fue trasladado de urgencia desde el geriátrico donde se encontraba a raíz de un ACV que le dejo medio cuerpo paralizado. Afectando extremidades, ojo, corazón y pulmón izquierdo. 

Intentaban comunicarse con Javier y Valeria, sus dos hijos para darle la noticia. Aunque les costó convencerlos.
Hacía poco mas de una semana que habían enterrado a Sergio en el cementerio de la Chacarita. Pensaban que era alguien que les hacia una broma de mal gusto. O buscaban datos para hacerles alguna estafa. Con Javier se comunicaban al celular. Primero llamaban, después le dejaban whatsapp o SMS. Lo mismo le hacían a Valeria. Aunque a ella además la llamaban al teléfono fijo que aún tenía.  


Hasta que una mañana, cansados de las llamadas y mensajes, cedieron. Javier pasó a buscar con su auto a Valeria y se dirigieron al hospital. Ahí les dijeron que en el cementerio escucharon golpes en la tumba que estaba su padre. La abrieron y notaron que aún vivía. Entonces lo trajeron de nuevo. Valeria y Javier pensaron que se lo quisieron sacar de encima. Que lo colocaron en un cajón sin haber muerto. No tenían tiempo de pelear. Fueron directamente a la sala donde estaba su papá. Se quedaron perplejos. Este estaba como antes de llegar a la morgue. Con su cuerpo entubado. Abriendo y cerrando cada tanto el ojo derecho, o moviendo los dedos de su mano derecha. Valeria y Javier aún evitaron contárselo a su madre para que no sufra. O por si había alguna confusión.   

Semanas más tarde los enfermeros que atendían a Sergio vieron que este se sacó el respirador como así también
los cables que lo cubrían. Los desconcertó el hecho de que siguiera respirando y moviendo su cuerpo sin dificultades. Además de gritar que le trajeran comida o preguntar dónde está su casa. Estos informaron al personal médico. Quienes al revisarlo notaron que el corazón, pulmón, ojo y toda la parte del hemisferio izquierdo ahora le funcionaba de manera normal tomando en cuenta los 82 años que tenía Sergio.  

Les avisaron de nuevo a sus hijos. Estos al observarlo no lo podían creer. Se tocaban o frotaban los ojos para comprobar que era cierto. Sergio ahora hablaba y se movía como hace mucho no lo veían. Sólo que aún no los reconocía. Preguntaba cosas como quienes eran, que hacía allí, donde estaba su casa. Además de exigirles que lo saquen de allí y lo lleven con Estela, su esposa.   

Sergio anteriormente vivía con Estela en una casa en Caballito. Era cinco años mayor que ella. De a poco empezaba a perder la noción del tiempo. Comía y se acostaba a cualquier hora. Había veces que se levantaba a las 3, 4 de la mañana para salir e ir a tomar el colectivo. Otras decía que iba a comprar y pasaba más de un día sin regresar. Muchas veces tanto Estela como sus hijos tuvieron que llamar a la policía para encontrarlo. A medida que pasaba el tiempo se iba olvidando cada vez de más cosas. A lo último sólo recordaba a Estela. No sabía dónde quedaba el baño o para que servía haciéndose sus necesidades encima.
Sus familiares optaron por llevarlo a una residencia. Esto fue hace poco más de un año. Allí tuvo el ACV y lo trasladaron al hospital.   

Una vez que a Sergio le dieron de alta en el hospital sus hijos lo llevaron de nuevo al geriátrico. Provocando el desconcierto de los empleados y médicos de aquel sitio. Pensaban que a sus 82 años sumado al estado en que se encontraba jamás regresaría.  

A los pocos meses Sergio volvió a reconocer tanto a Javier como a Valeria. Además de preguntar por su esposa.

Otro día la llevaron. Estela no podía creer lo que estaba viendo. Se fundieron en un abrazo. No pararon de llorar. Estela le dijo que nunca más iba a permitir que se lo lleven. Sergio a la vez le hizo saber que la cuidaría por el resto de su vida. Como Javier estaba con el auto los cuatro fueron a su casa. Era domingo a la tarde. Valeria y Javier prepararon mate y compraron facturas. En ese momento estaban solos. Natalia, la señora de Javier fue con su hija al cumpleaños de una amiga. 

Javier le dijo a su papá que seguía trabajando en el local de loterías y pagos rápidos aparte de seguir casado con Natalia. Y que Mariana, su hija el próximo marzo empezaba el quinto grado de la primaria. Valeria le hizo saber que continuaba atendiendo en su consultorio de odontología donde también vivía. Por su parte Estela le conto lo que sufrió al quedarse sola. No podía aceptar lo que pasaba. Se la pasaba llorando y no quería ir a ningún lado. Hasta que meses más tarde, con ayuda de sus hijos que le recomendaron hacer terapia de a poco lo empezaba a superar. Además de visitar a alguna amiga o hacer actividades como yoga, teatro o biodanza.
  
Los familiares de Sergio se quedaban asombrados al ver como éste volvía a recuperar su lucidez. Tanto que a los pocos días lo sacaron del geriátrico para volver a compartir la casa con su mujer.  

Ahora Sergio y Estela iban a visitar a sus hijos y a su nieta. Sumado a algún amigo en común que aún les quedaba. Otras veces ellos los invitaban a que vinieran a su hogar. Algunos fines de semana solían pasarlo en Tigre, Chascomús o Uribelarrea. Otros optaban por ir a cenar afuera y ver alguna obra de teatro. Aunque también había muchos que preferían quedarse en su casa viendo series, escuchando música o jugando a algún juego de mesa.  

Recordaban viejos momentos. Su casamiento y la luna de miel en Córdoba. Pasaron 53 años. En ese entonces Sergio tenía 29 y Estela 24. También la época en que sus hijos aún vivían con ellos y los veranos en que iban todos juntos a la Costa en el Fiat 600 que tenía Sergio. El banco donde Sergio trabajaba como cajero y las escuelas secundarias que Estela daba clases de biología. Sumado al día que Javier les hizo saber que eran abuelos. O cuando Valeria se recibió de odontóloga. En ese entonces estaba alcanzando las tres décadas de vida. Era la mayor. Le llevaba tres a Javier. Ahora Valeria tenía 46, Javier 43.

 

Años después Sergio encontró trabajo en un kiosco de diarios. Atendía a la gente, acomodaba revistas, periódicos, juguetes, pañuelos. Estaba a quince cuadras de su casa. Por lo que iba y volvía caminando. Su rutina también se modificaba. Ya no tenía tanto tiempo para estar con Estela como antes. Aunque muchas veces ella iba a visitarlo a su trabajo.  

Se compró un celular. Sus hijos le enseñaron como usarlo. Ahora tenía un número de contacto. Aprendió a mandar WhatsApp, sacar fotos, ver videos o leer las noticias. También lo podían llamar o mandar mensajes 

Un día, estando en su trabajo Estela le mando un WhatsApp. Se cayó de una escalera y no podía moverse. Sergio tomó un taxi y fue de inmediato. La vio tirada en el living boca arriba. Con el celular pegado a su cara. Gritaba del dolor. Al poco tiempo llego la ambulancia que Estela había llamado. Los médicos dijeron que presentaba fractura de cadera y lesiones en la parte de la nuca. La llevaron al hospital donde la operaron. 

 

Una vez finalizada la intervención tanto Sergio como sus hijos iban a visitarla todos los días. No la veían bien. Estaba mucho más flaca, tosía, hacía fuerza para respirar. A las dos semanas el personal de ese centro de salud les aviso que Estela falleció. Sergio, Valeria y Javier fueron inmediatamente. Se abrazaron mientras los ojos se les llenaban de lágrimas.
 

Sergio ahora se quedaba solo en la casa. Para no pensar se refugiaba en el trabajo. Hablaba con los clientes, vecinos de la cuadra. Surgían temas de fútbol, de política o asuntos familiares. Sergio les contaba su reciente pérdida. También orientaba a los que le preguntaban por tal calle o parada de colectivo. O ayudaba cuando veía que cruzaba una persona ciega.  

Al poco tiempo se anotó en un gimnasio buscando mantenerse ocupado en sus ratos libres. Hacía cinta, bicicleta y un poco de mancuernas. Mientras pasaban los meses sus hijos lo veían mucho mejor. Tenía otro aspecto. Su forma de moverse, hablar o caminar. Distaba mucho de aquel que habían llevado al geriátrico. Le preguntaban si hacía tratamientos o tomaba alguna medicación pero Sergio lo negó. Al preguntarle si salía con alguien les hizo saber que la única mujer de su vida había sido Estela. No había nadie más. 

 

Al año siguiente, tras consultarles tanto a Valeria como a Javier, Sergio vendió su casa de Caballito para mudarse a un departamento a diez cuadras del Obelisco. Esa casa le quedaba demasiado grande. Además de traerle recuerdos que lo deprimían. En ese nuevo mono ambiente se sentía más a gusto. Tenía todo cerca y más opciones para elegir. Cines, teatros, librerías, bares o restaurantes.   

Mediante avisos empezó a trabajar como empleado en una joyería. Preparaba los pedidos que hacían los clientes. Determinada cantidad de anillos, medallas o pulseras las iba poniendo en diferentes sobres de papel separados según el modelo, tamaño, o color. Cuando no había muchos pedidos ayudaba a responder los WhatsApp con consultas que llegaban. También ir a comprar bolsas de polietileno o cajas de cartón para envasar. Además de biromes, talonarios, ganchos de abrochadora que siempre hacían falta.  

De a poco se iba haciendo amigo de los demás empleados del local como así también de los de negocios vecinos.
Poco después los empleados de esa joyería lo agregaron a su grupo de WhatsApp. Allí arreglaban para ir a tomar cerveza algunos viernes después del trabajo. O jugar partidos de fútbol contra los empleados de varios comercios de la zona y encargados de edificio.
 
A sus hijos y nieta Sergio ya no se veían como antes. Ahora estaba ocupado en sus asuntos. Javier continuaba trabajando en esa agencia de lotería y pagos rápidos a la vez que su mujer empezó a trabajar en un local de ropa. Mariana ya estaba en el segundo año de la secundaria. Valeria seguía en su departamento. Separaba con una mampara la parte delantera del living para usarla como consultorio. Detrás el living terminaba en un amplio ventanal. Y salían dos pasillos. Uno daba a la cocina y el otro a la pieza y el baño. Valeria estaba cómoda así. Hace bastante tiempo había estado con un hombre que no la trataba bien. La controlaba demasiado. Si Valeria no hacía lo que él quería se enfurecía. Desde ahí que no le interesa estar con alguien. En sus ratos libres se dedica a leer, escuchar música o salir con amigas que le quedaron de la facultad o de cuando hacía residencia.  

Una vez su papá los invitó a cenar y de paso conocer su nuevo mono ambiente. Al verlo a Sergio se quedaron sorprendidos. Aparentaba tener sesenta años. Muchas arrugas y manchas en la piel habían desaparecido. Su pelo ahora le cubria toda la cabeza. Sumado al entusiasmo que ponía mientras les relataba como le iba yendo con el nuevo trabajo o las personas que iba
conociendo.  

Una vez que Sergio terminó de hablar fue a servir los ñoquis que él mismo preparo. Sus hijos lo ayudaron a poner la mesa. Sergio compartió una botella de vino con Javier. Valeria estaba acostumbrada a tomar agua. Mariana tomaba bebidas cola. Antes de empezar a comer brindaron por el presente. También recordaron a Estela. Después comieron helado de postre. Hasta que a eso de las doce Sergio, Javier y Valeria se organizaron para juntar, limpiar la mesa y lavar vasos, platos y cubiertos. Al terminar Sergio, Valeria y Javier tomaron café. A Mariana le seguían dando bebida cola. Fueron a los dos sillones que había adelante.
Valeria se sentó al lado de Javier. Sergio hizo lo mismo con su nieta. Admiraba lo grande que estaba. Recordaba el día que nació hace catorce años. Había ido a verla junto a su esposa. Mariana le dijo que hace poco fue a bailar por primera vez a una matiné.
Que en la escuela se hizo amiga de muchos chicos. Lo que más le gustaba eran las clases de educación física y cuando sea grande quería ser gimnasta. Su abuelo la besó y le dijo que si no cambia de idea la iría a alentar. Cuando se acabó el café Valeria, Mariana y Javier se despidieron de Sergio.   

 

Poco después Sergio empezaba a ir a clases de tango. Había dejado el gimnasio desde que se mudó. Quería hacer alguna actividad que le gustaba por fuera de su trabajo. Cada vez más sentía curiosidad por ese baile. El espacio donde practicaba quedaba cerca de su domicilio. Allí además de aprender conocía nuevas personas. Algunas eran de Capital y Gran Buenos Aires. Otras venían tanto de las provincias como de otros países. Le daba igual bailar con hombres o con mujeres. Quería aprender. Algunas noches comenzaba a concurrir a milongas para adentrarse aún más en ese ambiente. Miraba a la gente bailar mientras depende, el día o su antojo tomaba vino, cerveza, café o soda.  

Mientras tanto seguía como empleado en la joyería. Con los after office de los viernes o jugando al fútbol cuando había partido.  

 

Luego de varios meses ya era todo un bailarín. En las milongas ahora se paraba en la pista invitando a alguna mujer para acompañarlo. Bailaba tanto con señoras de 70 años como con chicas de 25 o 30. Una noche escuchó que una mujer hablaba inglés. Le preguntó de donde era y esta le dijo de Vancouver, Canadá. Su nombre era Katherine y en sus 42 años nunca antes había visitado Argentina. Era la segunda vez que viajaba a América del sur. En otra oportunidad había ido a Brasil. Él le dio la mano comentándole que se llama Sergio. La invitó a sentarse en una mesa y ella asintió. Sergio pidió una botella de vino con dos copas. Katherine le contó que vino con dos amigas pero estas prefirieron ir a tomar algo a San Telmo. Llegaron esta mañana y en Buenos Aires se quedaban cuatro días más. Después viajaban a Mendoza donde habían reservado dos noches en un hostel. De allí irían un tiempo a Chile para luego volverse a su país. Sergio le explicó que era viudo. Su señora había fallecido hacía varios años. A sus hijos los seguía viendo. Aunque ya no tanto como antes. Cada uno tenía su vida, rutina y tiempos. Le contó que hacía poco empezó a bailar tango y que trabajaba en una joyería.  Cuando terminó de beber su primera copa Katherine le dijo a Sergio que se quería ir. Entre el viaje en avión,el cambio de horario, la llegada a Buenos Aires no pudo dormir casi nada. Que solamente había ido un rato a ese lugar para ver cómo era el tango argentino. Sergio la acompañó a la puerta del hostel que quedaba a pocas cuadras. Al despedirse se besaron y se pasaron sus números de WhatsApp. Después Sergio camino por Medrano hasta Corrientes a esperar que pasara el 24 o el 146. Los dos colectivos lo dejaban cerca de su departamento.  

Sergio creía que Katherine se lo quiso sacar de encima. Dudaba si le iba a mandar un mensaje o lo llamaría. Lo más probable era que no la vuelva a ver. No le molestaba. Había viajado con sus amigas y nada tenía que hacer con una persona mayor. Lo consolaba el hecho de que aún era miércoles. A la mañana siguiente debía estar a las nueve en el local. Si hubiera pasado algo o tomado unas copas más por ahí se hubiera quedado dormido.  

El sábado Katherine le mandó un WhatsApp. Quería encontrarse con él para ir a cenar y mostrarle a sus amigas.
Sergio aceptó. Quedaron en verse a las 19hs en Corrientes y Callao. Sergio desechó todo lo que había pensado anteriormente.  

Media hora antes de lo pactado Sergio ya estaba en aquella esquina. Katherine llego quince minutos después. Lo saludó y le presentó a Nicole y Sarah. Caminaron por Corrientes hasta la 9 de julio. Se sacaron fotos frente al Obelisco. Después hicieron cola en el frente de una pizzería esperando que se vacíe una mesa.  

Una vez que se sentaron las chicas le dijeron a Sergio todo lo que habían recorrido. Palermo, Recoleta, la Boca, San Telmo, Plaza de mayo y Puerto Madero. Y pasado mañana a la tarde partían para Mendoza. Nicole le dijo que en menos de doce meses alcanzaba las cuatro décadas. Sarah comentó que era la menor. Tenía 35 años. Cuando quisieron saber la edad de Sergio este pregunto cuanto le daban. Las mujeres respondieron 55. Interrumpió el mozo saludando y dejando la carta. Sergio aprovecho para cambiar de tema. Señaló lo que querían comer y entre todos acordaron pedir una grande de mozzarella con fainá y una fugazzeta. Para tomar cerveza. Les preguntó si ya habían comido pizza en su estadía en Buenos Aires y las chicas respondieron afirmativamente. Sergio les hizo saber que la pizza argentina es una de las más ricas del mundo. Les recomendó probar el asado, los alfajores, el dulce de leche y las medialunas. Katherine le hizo saber que al día siguiente tenían pensado ir a comer asado. Y todo lo demás ya lo habían probado. También compraron alfajores y dulce de leche para regalar. Sarah a la vez agregó que en Mendoza querían comprar vino.  

Al rato llegaron las dos botellas de cerveza de litro. Antes de tomar brindaron y se sacaron fotos.
Sergio les comento sobre su vida. Su pasado en el geriátrico, la vida con Estela en su vieja casa, luego su trabajo en el kiosco de diarios, su mudanza a la zona de Tribunales, su nuevo empleo en la joyería sumado a la atracción por el tango. Estas se asombraron. Terminaron admirándolo. Lo felicitaron por su manera de anteponerse a las adversidades. Llegó el menú. Mientras comían Katherine le dijo a Sergio que con sus amigas se conocían desde hace mucho. Cuando aún vivían a pocas cuadras una de otra. Después, si bien cada una tomo su rumbo nunca dejaron de verse. Ella le dijo que era ingeniera agrónoma. Hacía más de tres años que se separó de su pareja. No quería tener hijos. Su ex novio de tanto insistirle se cansó y la dejó. Nicole le contó que su marido trabajaba como redactor en un diario de Toronto mientras que ella era directora de un museo de aquella ciudad. Como a cada uno le dan vacaciones en diferentes épocas del año viajan por separado. Tenía una hija de cuatro años. Sarah le hizo saber que hacía poco estaba empezando
a salir con un chico y vivía en Vancouver.  

Las chicas entendían poco de español. Lo mismo que Sergio de inglés. Muchas veces debían repetir la frase o ayudarse de las imágenes y traductor del celular.  

Una vez que terminaron de comer no se pusieron de acuerdo entre lo que querían hacer. Sergio les propuso ir al teatro pero sus compañeras no quisieron. Tampoco hubo quorum para ir a tomar helado. Eran mas de las 23hs. Sarah propuso ir a un bar en Palermo. Sergio no tenía ganas. No quería moverse. Pretendía hacer algo por la zona donde estaban. Además pensaba que ese lugar no era para él. Estaría lleno de jóvenes veinte y treinta añeros. Les avisó que se iba a su casa así las libera. Total vivía a pocas cuadras. Katherine no lo permitió. No lo quería dejar solo. Habló con sus amigas. Acordaron que ellas irían a ese bar y Katherine se quedaba con Sergio.  

Sergio le preguntó a Katherine si podía invitarla a su casa. Ella respondió afirmativamente. Caminaron por Corrientes hasta Rodriguez Peña. De ahí dos cuadras más hasta pasar Tucumán. Era un edificio viejo pero bien mantenido. Pintura beige, puerta de entrada de madera barnizada y barandas negras en las ventanas. Una vez en su departamento Sergio le pidió perdón por el desorden a la vez que preparó café. Se sentaron en un sillón. Ella le preguntó si había estado con alguien desde que murió su mujer y Sergio dijo que no. Que si haría lo contrario sería una falta de respeto. Katherine dio su opinión argumentando que con recordarla de la mejor manera y tenerle siempre presente alcanza. Que tampoco se puede reprimir los sentimientos del presente o hipotecar el futuro. Sergio le explico que en ese caso tampoco sabría cómo se lo tomarían sus hijos. A lo que Katherine le comento que lo van a entender. Además Estela murió. No es que la está engañando con otra. Y uno también tiene su vida. Al terminar esa frase le acarició la rodilla izquierda y lo besó en la boca. Sergio se quedó perplejo. Hacía décadas que no pasaba por una situación similar. Las únicas fueron con su mujer. Katherine le pidió seguir hablando en la cama. Sergio se puso boca arriba. Ella se le subió encima. Le besaba el cuello y la boca mientras Sergio le acariciaba la espalda. Katherine le agarró la mano para llevarla al sector de la cola. De a poco lo fue desvistiendo mientras le tocaba y besaba todo lo que iba quedando al descubierto. Tetillas, pecho, genitales. Enseguida Katherine se desnudó. Cambiaron de posición. Ella abajo y Sergio arriba. Le decía que le lama todas
sus partes. Al terminar volvieron como estaban antes. Katherine le puso un preservativo y empezó a chuparle el pene. Alrededor de la hora se quedaron dormidos. 

Pasadas las 7 de la mañana a Katherine lo despertó el sonido de su celular. No sabía dónde estaba. Una vez que se incorporó se acordó todo lo ocurrido. Sergio dormía a su lado. Al agarrar el teléfono vio que tenía montones de WhatsApp, mensajes y llamadas perdidas de sus amigas. Se asustaron al no encontrarla en el hostel. Sumado a que las horas pasaban y no tenían noticias de donde se encontraba. Les respondió que estaba todo bien. Que Sergio la invitó a su departamento a pasar la noche y en un rato volvería.  

Al poco tiempo Sergio se despertó. La abrazó y besó. Se fue a lavar los dientes y darse una ducha. Le ofreció a Katherine el baño. Orinó y se bañó. Desde que Estela murió Sergio desayunaba té acompañado de tostadas con dulce de leche o mermelada. Con ella tomaba mate. También a veces pedía café junto a sus compañeros en la joyería donde trabajaba. Salieron a un bar. Ordenaron café con medialunas. Sergio le agradeció por la noche que le hizo pasar. Katherine respondió que no tiene que agradecer nada. Desde que lo vio en la milonga hubo algo de él que lo atrajo. Aunque no sabía si era su trato, personalidad o manera de buscar salir siempre adelante haciendo cosas nuevas. Mientras se besaban llegó el mozo trayendo el pedido. Katherine quiso sacarse una foto con Sergio así se las manda a sus amigas y ven que es real lo que les estaba diciendo. 

Una vez que terminaron se abrazaron despidiéndose. Quedaron en seguirse hablando. Katherine a la vez le sugirió que fuera a visitarla a Canadá.

Sergio volvió a su departamento a seguir durmiendo. Ahora aprovechaba los domingos para quedarsemás tiempo en la cama.

Se despertó después de la una del mediodía. Sacó milanesas de la heladera y las puso a freír. Por la ventana vio
que había un sol radiante. Después de comer preparó su mochila. Dentro suyo puso un sombrero, anteojos negros, protector solar y equipo de mate para ir a la Reserva Ecológica. Lo hizo tomando el subte B hasta Alem y luego caminar. Quería comprarse una bicicleta. Así evitaría tener que ir caminando o en transporte a los sitios que no le quedaban demasiado lejos. 

Allí se sentó en un banco a mirar el río. Y recordar su encuentro con las turistas canadienses. Sobre todo con Katherine. Empezaba a extrañarla sintiendo que jamás la volvería a ver. Como recuerdo les quedaban las fotos que se habían sacado la noche anterior. Si bien tenía su número de WhatsApp era en vano. Pensaba que por ahí se saludarían cada tanto algún tiempo y después nunca más. Cada cual seguiría con su vida.
Se dio cuenta que no tuvo momentos así desde hace décadas. Cuando tanto él como Estela eran mucho más jóvenes. Estando en ese lugar le vino un recuerdo cuando de chico en los meses de verano iba varios sábados y domingos a pasar el día en la Costanera y meterse en el Río de la Plata. Cuando sus aguas eran limpias. Primero iba con sus padres. Después de joven lo hacía con amigos. 

También se puso a reflexionar sobre su vida. No podía recordar la fecha de su nacimiento. Tampoco la de su cumpleaños.
Se veía distinto a cuando regresó del geriátrico a vivir con Estela. Tenía más fuerza. Estaba mucho mejor de ánimo. No dejaba de buscar hacer actividades y conocer gente. Él mismo se veía el cuerpo más juvenil. Lejos de aparentar tener 82 años. El cabello cada vez menos blanco. En la piel tampoco tenía tantas manchas, arrugas o venas que sobresalían como antes. No se acordaba el instante en que lo habían llevado a la residencia de ancianos ni las causas. Menos cuando tuvo el ACV y lo mandaron de urgencia a terapia intensiva. Solo le venían a la memoria los últimos momentos de su permanencia en el geriátrico semanas antes de que sus hijos se lo llevaran de nuevo a vivir con su mujer.  

Cuando el sol empezaba a ocultarse detrás los edificios optó por volver. Ya en su departamento se duchó. Después estuvo un rato viendo cosas en la compu para más tarde prepararse la cena. Comió churrasco con ensalada mientras miraba algún programa de chimentos por la tv. De postre manzana y uvas. Al terminar continuó viendo la serie que había empezado. Le faltaban tres capítulos. Después se fue a dormir para la mañana siguiente volver a su trabajo.

 

Un domingo quedó en encontrarse con sus hijos. Esta vez en el departamento de Valeria. Cuando estos lo vieron no lo podían creer. Su cabello entrecano cubría cada vez mas partes de su cabeza. Sumado a una piel que se le afirmaba tanto a los brazos, cara y sector del pecho que quedaba descubierto por su camisa. Solo tenía algunos lunares. Más que un padre ahora les parecía un hermano menor. Valeria estaba por alcanzar los cincuenta y cinco años y Javier los cincuenta. Le gritaron que se vaya. Que no era su padre y les estaba mintiendo. Que el verdadero Sergio estaba muerto hace años. Le advirtieron que no querían saber más de él. 

Sergio regresó a su casa sintiendo mezcla de enojo y tristeza. Pensó en que pocas veces sus hijos lo habían tratado de ese modo. Por ahí cada tanto alguno se enojaba pero después se les pasaba. Tampoco los dos a la vez. En una ocasión Valeria quiso ir a bailar con dos amigas del primer año de la secundaria. Tanto él como Estela no la dejaron. Valeria se encerró en su pieza permaneciendo alrededor de una semana sin hablarles. O la noche en que le prohibieron a Javier ir a un recital cuando solo tenía quince años. Éste se fue por unos días a vivir a la casa de un amigo. Pero ahora era distinto. Como si ambos se pusieran de acuerdo para no verlo más.  

Los días posteriores probaba mandarles WhatsApp pero lo habían bloqueado. Llamaba y no le contestaban.  

Semanas después por fin se pudo comunicar con Javier. Acordaron en reunirse en un bar. Sergio le dijo que también le avise a Valeria.  

En aquel sitio Sergio le mostró fotos en papel. En todas las fotos blanco y negro aparecía con su esposa. Tanto antes de casarse como después de formar matrimonio. También las había en su luna de miel. Incluso en muchas aparecían tanto sus padres como los de Estela. En otras Valeria y Javier cuando todavía eran bebés. En las de color ya se dejaban ver los cuatro en la casa de Caballito, en la playa o apoyados sobre el viejo Fiat que tenía Sergio. Sumado a las que les habían sacado tanto a Valeria como a Javier cuando empezaron primer grado o a las que se sacó con Estela en algún viaje.  

Ahora sus hijos lo notaban a Sergio idéntico al que aparecía en varias de esas fotos. No lo podían entender. Después de varias décadas se hallaba igual. Como si el tiempo no hubiera transcurrido. Se pusieron aún peor. Creían que las había trucado o peor, robado a su madre. Que se hacía pasar por su papá pero en realidad era alguien que quería hacerles daño. Le recordaron que al morir Estela él fue el último en quedarse en aquella casa. Después la vendió para comprarse el actual departamento. Y ellos como idiotas le creyeron. También dudaban si no hubo una confabulación entre el personal del geriátrico, cementerio o el hospital. Se levantaron de la mesa amenazándolo con llamar a la policía en caso de que los siguiera molestando.  

Una vez que terminó el café Sergio pagó la cuenta de los tres para volverse a su casa. Sentía que otra cosa más no podía hacer. Ya había dado todo. Sus hijos ahora lo veían como un estafador. Pensaba que el día que se arrepientan ellos ya sabían su número y dirección.  

Buscaba seguir con su rutina para olvidar aquello. Trabajando en la joyería de lunes a viernes de 9 a 17.30. Y muchos viernes yendo al after office con los demás empleados. Eran siete. Cinco varones y dos mujeres. Tanto Sergio como una compañera eran de Capital. Los demás del Conurbano. Allí generalmente predominaba el chismerío. Si el jefe tendría una amante, si se iba de putas cuando salía del negocio, o si se dejaba llevar por su mujer. Aunque en realidad no había nada cierto. Éste no hablaba demasiado de su vida personal con ellos. También conversaban sobre algunos clientes. Que tal tiene olor, que el otro es mala onda, que aquel parecería que quiere levantarse a una de las empleadas, que a este parecen gustarle los hombres. Sin dejar de hablar sobre sus vidas. Proyectos, vacaciones o recuerdos de anécdotas vividas. Los que tenían veintipico de años comentaban que los fines de semana iban a bailar, a algún recital o cada tanto a la cancha. Los que ya pasaban los cuarenta o cincuenta decían que iban con sus hijos a los estadios a ver al equipo que eran hinchas, los domingos se reunían para comer con sus padres o suegros sumado a varias juntadas que hacían con amigos los sábados a la noche. Sin dejar de estar presentes las cargadas sobre fútbol dependiendo como le iba al club que cada uno simpatizaba.

Los miercoles los hombres se juntaban para jugar a la pelota. En los equipos rivales también había diversidad de edad. Gente que aparentaba tener 60 con otros que parecían de 20.  

Sergio a las milongas iba los jueves y los sábados. Tampoco iba todas las noches a la misma. Se repartía entre Almagro, el Centro y Palermo. Allí bailaba y conversaba con mujeres. Algunas vivían acá. Otras eran turistas. Pero hasta ahora nunca había podido tener una relación como la que había tenido con Katherine.  

Luego de varios años Sergio empezaba a dar clases de tango. Lo hacía con Lucas. Un compañero, también bailarín, que había conocido en una milonga. Enseñaban en un centro cultural de Almagro los martes y jueves de 20 a 22hs. Lucas también bailaba en una orquesta donde se presentaba los viernes, sábados y domingos en diferentes teatros, bares y restaurantes de la ciudad.  

En otra oportunidad éste le propuso a Sergio formar parte de la orquesta que integraba. Un bailarín se había ido a vivir a Paris quedando un lugar vacante. Sergio se interesó por los días y horarios. Lucas le hizo saber que ensayaban los lunes y miércoles de 18 a 20. Sumado a que los viernes y sábados y domingos lo hacían un rato antes de la función. Sergio aceptó. Además de decirle a Lucas que quería dejar la joyería.  

Una tarde Lucas lo llevó a conocer la orquesta. Estaba compuesta por Jorge y Claudia en la voz, Roberto, Analía y Gonzaloen los acordeones y Christian y Nicolás en las guitarras. Sumado a Mary, la compañera de baile de Lucas. Le presentaron a Luciana, la mujer con la que bailaría. Al rato esa orquesta empezó a tocar tangos como El choclo, Sur o La Cumparsita probándolo a Sergio.
Al terminar lo invitaron a ir a comer con ellos. Él no aceptó. Les dijo que ya tendría tiempo de hacerlo. Quería ir a su casa.  

Sergio ahora sentía que se le abría un nuevo camino. Ya le cansaba el trabajo en la joyería. Hacer siempre lo mismo,
el after office de los viernes o los partidos de fútbol. Lo habló con el dueño de aquel local. Éste le dijo que hubiera preferido que siga. Era un buen empleado y nunca tuvo problemas. Pero tampoco podía obligarlo a hacer lo que no quería.  

Con Lucas había hecho amistad. Cada tanto se juntaban en algún bar para tomar algo. Una vez le presentó a Pablo, su pareja. Lucas le contaba que desde joven sentía pasión por el tango. Había estudiado en el Instituto Universitario Nacional del Arte. Vino a vivir a Buenos Aires a los 22 años pero nació en la ciudad de La Rioja. Ahora tiene 45. Acá aparte de estudiar primero trabajaba en un maxi kiosco, luego en un local de zapatillas. Además de decirle que sus padres no toleraban su homosexualidad. Esa fue otras de las razones por la que decidió mudarse a Buenos Aires. Sumado a que en esta ciudad hay mayor oferta tanto cultural como laboral que en La Rioja. Hasta que una vez que pudo vivir de la música dejó de buscar otros empleos. Actualmente bailaba con esa orquesta los viernes, sábados y domingos. Mientras que los martes y miércoles lo hacía con otra mujer en un bar donde hacían playback. Sergio también le hablaba sobre su vida. Su pasado con su difunta esposa. La antigua casa donde se criaron sus hijos y la posterior mudanza a la zona de Tribunales. Su paso del puesto de diarios a la joyería que acababa de renunciar. Su acercamiento al tango, la salida a las milongas sumado a su reciente encuentro con las chicas canadienses.  

Sergio evitaba hablar de su nieta, sus hijos o las más de cinco décadas que estuvo casado con Estela. Tampoco le dijo nada sobre su paso por el geriátrico o cosas que recordaba de antes de que lo llevaran a ese sitio. Tenía miedo a que Lucas, al igual que sus hijos, no le creyera y se termine peleando. La mayoría de las personas con las que Sergio conversaba ahora le decían que aparentaba tener entre 40 y 45 años. Entonces mintió afirmando que tenía 42.  

Aprovechando que ya no trabajaba durante el día empezó a dar clases junto a una profesora llamada Melina los lunes, miércoles y viernes por la mañana en Boedo. Y por la tarde con otra docente en Colegiales.  

El tango pasaba a ser su vida. Dando clases de lunes a viernes y bailando con la orquesta viernes, sábados y domingos por la noche. El viernes era el día que mas trabajo tenía. Por la mañana daba las clases de 11 a 13hs. A la tarde de 15 a 17. Para después ensayar con la orquesta y luego actuar. Generalmente las funciones duraban alrededor de treinta minutos. Se presentaban en bares, teatros, restaurantes y centros culturales del Centro, Almagro o San Telmo. Según la lista podía tocarles antes o después de otros grupos. El turno de los viernes era entre 22 y las 24. Los sábados podían extenderse hasta las 2 de la mañana. Los domingos a eso de las 20. Por esas razones Sergio dejó de ir a las milongas con la misma frecuencia que lo hacía anteriormente. Ahora lo hacía cuando podía.  

 

Una vez, mientras estaba ensayando Luciana, su compañera de baile le dijo que lo hacía muy bien. Mejor que la pareja que tenía antes de que él llegara. Sergio le agradeció. Luciana le pregunto por el tiempo que llevaba bailando y Sergio le respondió que empezó hace pocos años. Además de hacerle saber que llegó a ese grupo por medio de Lucas. Ella le contó que bailaba hace aproximadamente una década. También hacía stand up y cada tanto se presentaba en varietés junto a otros compañeros en diferentes salas.  

 

Semanas después le dio una invitación. Le dijo que actuaría el próximo jueves a eso de las 24. Era lunes. Sergio respondió afirmativamente. Él daba las clases los jueves hasta las 22. Luego tomaría el subte o algún colectivo que lo dejaba en Tribunales. Se bañaría, comería algo y después iría caminando a verla. El teatro quedaba en avenida Corrientes a pocas cuadras de su departamento.
El jueves llegó a eso de las 23.30. Había un show de payasos. Cuarenta minutos después llegó el turno de Luciana. Hacía monólogos sobre la vida en pareja, las señoras del barrio que todo lo saben, la política y el viaje en colectivo durante las horas pico. Agregando cuestiones como un posible ataque extraterrestre, un bombardeo chino-estadounidense o un tsunami en Buenos Aires. Cuando terminó la siguió un grupo de comedia musical. Al finalizar todos los artistas subieron al escenario saludando al público.  

Sergio fue a esperar a Luciana. Quien luego de saludar a familiares y amigos le dio las gracias por haber venido. Además de preguntarle lo que le pareció la obra. Sergio le dijo que estuvo excelente. Que siga para adelante con todo aquello. Le preguntó si tenía algo para hacer. Luciana contesto que no. Le propuso ir a su departamento que estaba cerca. Ella primero dudó. Después aceptó. Pensó que le venía bien relajarse un poco luego de hacer el show con los nervios que eso lleva. Ya en su casa Sergio preparó café. Se sentaron en un sofá. Sergio empezó a hablar de su vida contándole sobre su mujer que había muerto, la casa donde vivía en Caballito, su posterior mudanza o anteriores trabajos. Aunque al igual que con Lucas evitó nombrar el resto de las cosas que vivió o le pasaron. Luciana le dijo que empezó teatro hace cuatro años. A la vez trabajaba en una peluquería. La orquesta ya le cansaba. No veía la hora de dejarla. Lo venía haciendo hace mucho y quería cambiar. También la fastidiaba el hecho de perderse de hacer otras cosas como salir con amigas o visitar familiares los viernes, sábados y domingos por la noche. Cuando empezó alrededor de una década la entusiasmaba. Esperaba ansiosa los días tanto de ensayo como de presentación. Pero ahora ya le aburría. Quería dedicarse más a la actuación. Luciana le pidió a Sergio que de esto no le contara nada a nadie. Que ella de a poco se encargaría de hacerlo.  

Además de comentarle que vivía con su hermana en Flores. Su hermana tenía 39, ella 35. Sergio le preguntó si tenía pareja y ella le hizo saber que con su novio corto hace bastantes meses. Después Luciana le hizo la misma pregunta a Sergio y él le dijo que desde que murió su esposa no estuvo más con nadie. Solo el encuentro que había tenido con la chica canadiense que conoció en la milonga.  

Luciana empezaba a acariciarle la mano a Sergio. Este se dejaba mientras le seguía hablando del día que encontró a su esposa tirada en el piso. Ahora Luciana además de acariciarle la mano seguía hasta la parte superior de la pierna llegando a la rodilla. Sergio la abrazó. Se besaron. Estuvieron un largo rato así. Más tarde se desnudaron y fueron a la cama. Allí tuvieron sexo. Después se durmieron.  

El viernes se despertaron con el sol alumbrando la habitación. Eran más de las ocho. Sergio hizo mate y preparó el desayuno. Luciana le agradeció. Tanto por ir a verla al teatro como por invitarla a su casa. Él le dio las gracias por confiar. Se volvieron a besar. Luciana le dijo que a las nueve se iría. A las diez debía estar atendiendo en la peluquería. Sergio le hizo saber que tampoco se quedaría mucho más porque a las once tenía que dar la clase. Luego de volverse a besar quedaron en encontrarse a la noche para practicar con la orquesta. Acordaron en no contarle a nadie acerca de este encuentro. 

Semanas después Sergio se encontró con un WhatsApp de Luciana. Quería invitarlo a su casa un miércoles por la noche luego del ensayo aprovechando que su hermana se había ido de vacaciones. Generalmente al finalizar las prácticas se iban a comer y tomar algo. Esta vez Sergio avisaría que no se sentía bien. Mientras que Luciana les diría que quería ir al cumpleaños de su hermana. 

El miércoles cuando terminaron de ensayar Luciana dijo lo que había pactado y se fue. Al poco tiempo Sergio explicó lo suyo. Le insistieron que se quedara pero respondió que estaba mal del estómago y no tenía ganas de comer. Lo dejaría para otra ocasión. Pocas horas después Sergio estaba en lo de Luciana. Vivía en un tercer piso. Ella le mostró el comedor, la cocina, el baño, su pieza y la de su hermana. Fueron al living. Luciana sirvió el pollo al horno que había hecho. También un vino y dos copas. Antes de comer brindaron por aquella noche. Cuando terminaron hicieron algo parecido a lo realizado en lo de Sergio. Fueron a un sillón a ver una serie mientras se tocaban finalizando en la cama teniendo sexo, besándose y durmiendo hasta el otro día.  


Luciana y Lucas eran los que Sergio más relación tenía. Con las profes que daba las clases por la mañana y la tarde solo hablaban de asuntos relacionados al curso. El modo de enseñar o como prepararían las clases según cuantos eran. Cuando terminaban se despedían yéndose cada uno a su casa. Y con los demás integrantes de la orquesta solo seguía las conversaciones del grupo u opinaba sobre asuntos más generales. Música, libros, política o películas. Con Lucas muchas veces los jueves después de dar la clase se iban a cenar. Él le contaba que hace tres años estaba en pareja. Pablo lo conoció en el bar donde se presentaba los martes y miércoles. Una noche, al finalizar la función se le acercó diciéndole que le gustaba su forma de moverse. Otra lo invito una cerveza. Hasta que finalmente le dio su número para empezar a conversar por ahí. Sergio evitó decirle sobre sus reuniones con Luciana. Le dijo que desde que se juntó con Katherine no conoció a nadie más. En su anterior trabajo cada uno estaba en la suya. Tanto sus compañeros como los encargados de edificios o empleados de los demás negocios con los que jugaba al fútbol. Estos tenían su vida. Pareja, amigos, esposa, hijos.  

Un lunes feriado fue con Luciana a pasarlo a la costanera de Vicente López. Era octubre. De a poco los árboles se volvían a cubrir de verde mientras el día era más largo. Llevaron pan, fiambre, jugo, frutas y verduras para almorzar. Luciana le contó lo mal que se sintió al enterarse que Mariano, su ex la engañaba con otra. Al principio le parecía raro que tuviera cada vez menos tiempo para ella. Salir, compartir, acostarse. Le daba excusas que era por el trabajo, la familia y los amigos. Hasta que una tarde, volviendo a su casa vio que Mariano estaba en un auto besándose con otra chica. No lo podía creer. Empezó a putearlo a los gritos mientras golpeaba el parabrisas de la furia. Casi se la llevaban detenida. Desde aquel momento no quiso saber más de él. Sergio la abrazó y consoló. Se besaron. Empezaron a comer mientras miraban el río. Hablaron de lo lindo que sería si el agua estuviera limpia. Cómo lo disfrutaría la gente en las jornadas de calor. Incluso ellos mismos. Sergio le contó que en su niñez se bañaba en él. Muchas veces iba con sus padres y amigos a pasar el día cuando este aún no estaba contaminado. Luciana se sorprendió al escuchar esto último. Le aclaró que desde las décadas finales del siglo pasado el Río de la Plata estaba sucio y se prohibía bañarse. Sergio mintió explicándole que se expresó mal. Eso en realidad le contaron sus padres que lo hacían cuando eran jóvenes. Se quedaron un rato en silencio. Acostados uno al lado del otro acariciándose las manos. El sol si bien calentaba no lo hacía como en verano. A veces lo tapaba alguna nube. Cada tanto soplaba un viento fresco. Más tarde hicieron mate junto a unos bizcochitos que habían traído. Miraban a la gente. Familias, parejas o grupos de amigos que hacían pícnic al igual que ellos. Sumado a los que corrían, jugaban a la pelota, andaban en bicicleta o paseaban a sus mascotas. Se besaron. 

De a poco el cielo se terminó cubriendo de nubes. El viento ahora era constante. Levantaron las cosas para irse. 

En el tren le volvió a comentar que se quedaba hasta diciembre en la orquesta para no arruinarles el año. Sumado a que en ese mes solo trabajan las dos primeras semanas. Luego vienen las fiestas y el receso de enero. Sergio le dijo que lo vaya comentando en el grupo así no lo toman por sorpresa. Se bajaron en Retiro. Tomaron la línea C de subte. Ya en Corrientes Sergio prefirió ir caminando hacia su casa. Luciana siguió para combinar con la línea A en Avenida de Mayo y continuar hasta San Pedrito.  

En su departamento Sergio se puso a pensar en los encuentros que mantenía con Luciana. Que buscaba ella en él. Si lo veía como alguien para juntarse cada tanto, como amigo o futura pareja. Él también dudaba si la quería como una novia. Todavía guardaba el anillo de casamiento. Desde que falleció Estela dudaba si quería estar con alguien de forma permanente. Tampoco pretendía volver a tener hijos.  

Al mirarse al espejo notó que aparentaba tener como mucho cuarenta años. Tenía un poco de papada en el cuello y patas de gallo en el borde de los ojos. Recién comenzaban a salirle las primeras canas. Desconocía los motivos de su constante rejuvenecimiento pero estaba agradecido. Sentía que la vida le daba una segunda oportunidad. Pudiendo hacer cosas que no hacía desde hace décadas. O nunca. Por ahora deseaba seguir bailando en la orquesta y dando clases de tango. Eso le hizo conocer nueva gente, lugares y ambientes.  

Aunque también veía los efectos adversos que esto le traía. Al verlo más joven la gente no lo reconocía. Como le pasó con sus hijos. Jamás los volvió a ver. Tampoco podía hablar de su estadía en el geriátrico y todas las cosas que le pasaron antes y después de permanecer allí por miedo a quedar en ridículo.  

Ya en diciembre, mientras cenaban luego del ensayo Luciana se puso de pie explicando a los demás compañeros que el año que viene no seguía. Además de agradecerles por haberles abierto las puertas y compartir todos este tiempo. Dijo que todo tenía sus ciclos. Ahora quería hacer cosas nuevas. La aplaudieron felicitándola por su decisión. Le avisaron que el espacio estaba siempre disponible por si alguna vez opta por volver. Brindaron por ello. La abrazaron. A los más antiguos, que la conocieron desde sus inicios le empezaban a salir lágrimas.  

Pocas noches antes que llegue el 31 muchos de los integrantes de esa orquesta se juntaron en un bar. Luciana le dijo a Sergio que pasaría fin de año en la casa de sus padres que vivían en San Vicente. También irían sus tíos y primos. Y en enero viajaría unos días a Mar del Plata con su hermana y varias amigas en común. Lucas también le comentó que a la mañana siguiente volaría con su pareja a Ushuaia donde se quedaría algo más de una semana. A Sergio le vino una sensación de melancolía. Veía que todos se reunían para las fiestas o se iban de vacaciones mientras él seguía en soledad. Sus hijos se habían enojado, su esposa falleció y sus padres habían muerto hace mucho. Recordaba cuando de niño para Navidad y Año nuevo estos sacaban la mesa a la calle para cenar y brindar con los demás vecinos de la cuadra. Él también jugaba con los otros chicos. Había conocido el mar a los doce años.
Sus padres lo habían llevado unos días a Mar del Plata. Pero lo que más recordaba de la costa era cuando iba en su Fiat 600 junto a toda su familia. Como las veces que iba a pescar acompañado de sus hijos, los días de playa que junto a Estela llevaban a estos a la parte donde rompen las olas. Sumado a las noches que los llevaban a la calesita, videojuegos o cuando iban los cuatro a comer afuera. 

 

Para mediados de febrero Sergio había dejado de dar las clases. Lucas no podía. Ahora los martes y jueves a las 20hs bailaba acompañado de un hombre. Lucas sentía que estaba más para bailar que para enseñar. Además de comentarle a Sergio que por ahora seguía con aquel grupo. Pero si le surgían nuevas oportunidades lo evaluaría. Su meta era crecer. Presentarse no solo en Buenos Aires, sino en otros lugares del país. Incluso si se daba hacerlo también en países vecinos. 

Sergio empezaba a sentir un vacío. Luciana ya no estaba en la orquesta. Si bien tuvo otra compañera de baile no era lo mismo. Era una relación formal. Ella solo le hablaba de cómo moverse, seguir tal ritmo o cantidad de pasos. Con Lucas ya no se juntaba para comer luego de dar las clases. Y por lo que le había contado pensaba que de un momento a otro este también se iba a ir. 

A Luciana sólo la vió una vez desde aquel diciembre. Al principio se mandaban WhatsApp todos los días. Luego lo iban haciendo cada vez mas espaciado hasta que dejaron de hablarse. 

Meses más tarde Sergio dejó tanto la orquesta como las clases que daba por la mañana y la tarde. Estaba cansado del tango pero no sabía lo que quería. Se compró una bicicleta. Con ella iría donde se le antojase sin depender del transporte público. A la vez haría ejercicios y cambiaría la rutina.  

Un día empezó a pedalear. Se propuso llegar a La Quiaca. Le agradaba hacer cosas que nunca había hecho. Sólo conocía otros lugares del país de modo turista. Como la luna de miel en Traslasierra. La vez que fue con Estela a Bariloche o cuando viajaron con un matrimonio amigo a Cataratas del Iguazú. Sumado a la cantidad de veranos que iba a la costa con su familia. San Bernardo, Villa Gesell y Miramar eran los destinos preferidos. Con Estela también conoció Río de Janeiro, Montevideo, Roma y Madrid.  

Durante el trayecto Sergio iba parando en hostels. Recibía alojamiento y comida a cambio de hacer tareas de jardinería, pintura o limpieza. En estos, según la disponibilidad podía quedarse dos o cinco días. No tenía apuro en llegar a Jujuy ni en volver a Buenos Aires. En el viaje iba conociendo una gran variedad de personas. Algunas hacían lo mismo que él. Iban tanto en bici, moto, auto, casa rodante o a dedo desde los lugares más diversos de Argentina. Además de hablar con músicos de cumbia, folklore y hip hop que participaban en diferentes festivales, artistas circenses que hacían giras por diferentes pueblos y artesanos que armaban pulseras y pintaban remeras para venderlas en las ferias. Sumado a turistas que preguntaban como subir a tal cerro, ir a tal ciudad o llegar a tal río. También estaban aquellas personas, sobre todo de Capital y Gran Buenos Aires que se mudaron a sitios
más tranquilos donde pudieran estar en contacto con la naturaleza. Lejos de los ruidos, la inseguridad y el cemento. Buscando criar allí a sus hijos para tener una vida más sana.  

Sergio estaba de paso. Yendo de un sitio a otro. Se le dificultaba tener relaciones duraderas con las demás personas.
Sumado a que muchas de estas también hacían una vida parecida a la suya. No se quedaban en un lugar fijo. A Sergio no lo preocupaba. La pasaba bien escuchando anécdotas de personas con diferentes estilos de vida. A la vez que él le contaba la propia. En una ocasión mientras limpiaba el agua de una pileta conversó con unos chicos. Pudo saber que vinieron solo por un fin de semana aprovechando que viven cerca. Era otra forma de pasarla juntos y hacer cosas distintas. Ya que cada uno vivía con sus padres y en su pueblo no había demasiados atractivos. En otro albergue a la noche hicieron un fogón. Sergio ya había terminado su tarea de modo que se pudo sumar. Había dos jóvenes que tocaban la guitarra. Al conversar con ellos se enteró que era un dúo que cantaba temas de rock nacional de los ´70 sumado a temas propios. De día lo hacían a la gorra en las plazas principales de los pueblos. De noche tocaban en restaurantes. A la mañana siguiente partirían a una localidad vecina. Sergio les comentó que antes era bailarín de tango. Al preguntarles si sabían tocar ese ritmo dijeron que solo algunas canciones conocidas. Empezaron a cantar El día que me quieras y Sergio se puso a bailar. Al rato se le sumó una chica. Como los empezaban a aplaudir tocaron dos tangos más. Una mañana en otro hostel después de preparar el desayuno habló con unos motoqueros de La Plata. Estos fueron hasta Formosa, de ahí hasta Jujuy y luego pretendían tomar la ruta 40 rumbo a Santa Cruz para allí empalmar por la ruta 3. Si podían cruzarían a Tierra del Fuego. En caso contrario regresarían a La Plata.  

 

De nuevo en Tribunales Sergio encontró la ciudad como siempre. Autos y camiones parando en doble fila, motos esquivando a los coches, colectivos que pasaban el semáforo en rojo. Sumado al ruido de bocinas, martillazos y taladros. Veía que siempre había una vereda que reparar o edificio por construir. Pensaba como sería el día que no haya lugar para nuevos edificios o estuvieran todas las veredas reparadas. Dudaba si eso ocurriría en algún momento. O si era como una máquina que funcionaba de manera automática y no para nunca. Llegada esa ocasión se derribarían los edificios más viejos para reemplazarlos por otros más modernos. O se romperían las veredas para volver a arreglarlas. Recordaba los tiempos donde en Buenos Aires no había tantas torres como ahora. Cuando por la tarde las señoras se sentaban a tomar mate en la vereda. Su madre también lo hacía junto a otras vecinas.  

Se puso a limpiar su departamento. Durante su ausencia tanto los muebles como el piso se fueron cubriendo de polvo
y pelusas. Al terminar este quedó como nuevo. Tanto el plástico de la tv y computadora volvían a brillar. Al igual que la mesa, sillas y parquet. Del baño emanaba un olor a perfume.  

Le mandó un WhatsApp a Luciana. Quería volver a encontrarse con ella después de mucho tiempo. Dudaba si aún tenía el mismo número o si estaría dispuesta a juntarse. Aunque a los pocos minutos le respondió quedando en verse a las 18hs del día siguiente en un bar de Flores. Sergio estaba entusiasmado. Le contaría su salida de la orquesta sumado a todo lo vivido en su viaje a Jujuy. Esperaría que ella le comentara sobre su actual vida. Si seguía con el teatro, viviendo con su hermana o había conocido a alguien.  

Llegado el momento Sergio permanecía sentado en una mesa. Había llegado veinte minutos antes de lo pactado. Luciana llegó media hora después. Sergio alzó la mano para llamarla. Ella lo ignoró. Siguió levantando la mano y gritando su nombre pero no le llevaba el apunte. Al ver que se iba a la vereda corrió detrás de ella. Le hacía saber que era él pero Luciana decía que buscaba a otro Sergio. Él siguió insistiendo sin que Luciana le creyera. Luciana le explicó que la persona con la que se encontraría estaría rozando los cincuenta años, no era un veinteañero. Cuando se conocieron ella tenía 35 años. Su actual edad era de 47. Sergio continuaba insistiendo en vano. Luciana amenazó con gritar en caso de que la siguiera molestando.   

 

Al volver a su casa Sergio se miró al espejo. Su cabello negro se presentaba largo y ondulado. La piel buen afirmada a su cuerpo. Sumado al fino vello que le cubría buena parte de las piernas y los brazos. Por otra parte no sabía como haría para empezar de nuevo en Buenos Aires.  

El kiosco de diarios había quedado atrás. Tampoco quería volver a trabajar como empleado en una joyería ni regresar con la orquesta. Desde que abandonó el grupo no supo más de aquellos. Solamente había visto a Luciana. Con Lucas se mandaban algún que otro WhatsApp hace mucho. Antes de irse a Jujuy. Tenía miedo de juntarse con la gente que lo hacía anteriormente por miedo a que no lo reconozcan. Como le pasó primero con sus hijos y Luego con Luciana. Pensaba si todavía seguirían estando los empleados con los que trabajaba antes en el local o si habría otros nuevos. O si el local aún existiría. También tenía esas dudas sobre la orquesta. Si continuaban los mismos integrantes, habían cambiado o si ese grupo se disolvió.  

Salió con la bicicleta. Vio que en muchos negocios había carteles anunciando que necesitaban empleados. Sergio se interesó. Entro a varios pero le decían que viniera mas tarde. En otros que dejara sus datos y a la brevedad se comunicarían. Cosa que nunca ocurrió. Las semanas pasaban y Sergio no tenía novedades. También le vinieron ganas de estudiar. Ya que desde chico no tuvo la oportunidad ahora que volvía a rejuvenecer sentía que podía tomarse revancha. Le gustaba saber de historia. Más que nada la historia tanto de Argentina como de la región. Desde antes que llegaran los españoles hasta la actualidad.  

Pero para ello debía trabajar. Con solo estudiar no podría comprarse comida, ropa, pagar los impuestos o llevar a arreglar la bici cuando se le rompía. Le vino a la mente el primer trabajo que tuvo en su juventud. Era en un almacén. Tenía quince años. Lo mandaban a pagar impuestos, al banco o entregar los pedidos a la gente que tenía problemas de movilidad. Al pensar en todo aquello le surgió la idea de usar la bici para entregar pedidos. En la zona donde vivía había negocios de todo tipo. Farmacias, ópticas, librerías, negocios de calzado o comidas. Se creó una cuenta, tanto en Facebook como en Instagram ofreciendo sus servicios. Lo mismo en su estado de WhatsApp. Además de unirse a los grupos de diferentes barrios para que los demás lo vieran. De a poco se iba haciendo conocido. Se comunicaban para retirar un determinado libro y llevarlo a tal domicilio. Algo similar
hacían con los anteojos, libros o remedios.  

Cada vez lo llamaban más personas. Si bien tenía ingresos el trabajo era agotador. Pedalear todos los días de un sitio a otro. Soportar la lluvia, el frío o el sol del verano. Se levantaba a eso de de las 7 para terminar de trabajar tipo 23. Sergio apagaba el teléfono a esa hora para que lo dejen de molestar. Siempre había alguien que necesitaba algo urgente, que se había olvidado de pedirlo antes o que se le antojaba comer o tomar algo a cierta hora de la noche. 

Estuvo un año así. Después lo dejó. Sentía que eso lo estaba consumiendo. No tenía tiempo para otra cosa.
Se anotó al CBC para luego ingresar a la facultad. En sus ratos libres iba a pasear con la bicicleta. Los sábados a la noche a veces iba a tomar algunas cervezas. 


Una tarde, mientras andaba por Parque Centenario alguien lo llamó. Era una voz femenina. Pensó en Luciana. O tal vez en su hija. Se dio la vuelta mientras se dirigía hacia esa mujer. Esta tenía los brazos levantados para que la viera. Al acercarse comprobó que era Carmen, su madre. Ambos empezaron a llorar y no pararon de abrazarse. Al rato llegó Raúl, su papá. Con quien también se fundió en un abrazo. Lo invitaron a que fuera con ellos a su casa de la calle Lascano. Sergio les dijo que ahora no podía. Les dijo que les pase su WhatsApp así arreglaban para verse pero no entendían. Su papá agarró una birome y papel pasándole la dirección. Luego se despidieron. 

Sergio no lo podía creer. Su papá murió cuando el tenía 43. Su mamá lo hizo cinco años después. Vivió con ellos en la casa de Lascano hasta que se casó con Estela y se mudó a Caballito.  

Al otro día los fue a visitar. Se sentaron en la mesa de la cocina. Su mamá sirvió café y facturas. Tanto Carmen como Raúl le preguntaron por su mujer y sus hijos. Sergio les hizo saber que Estela había fallecido. Y tanto a Valeria como a Javier cada tanto iba a visitarlos. Evito hablarles de su nieta o de que ellos no querían saber mas de él. Sergio también les dijo todas las cosas que hizo. El kiosco de diarios, la joyería, el tango, su viaje a Jujuy los repartos con su bici y su inscripción a la Universidad. Su padre le hizo recordar los domingos que lo llevaba a la cancha a ver a Argentinos o a pasear en tranvía. Su madre cuando lo llevaba a la plaza y le compraba manzanas acarameladas. Carmen y Raúl también se acordaron cuando iban con él al cine, los días de verano en la Costanera sumado a las veces que los llevaban al circo o a la casa de sus padres.  

Le propusieron quedarse a vivir con ellos. Sergio aceptó. Ahora pensaba poner a la venta el departamento. Lo que le darían lo utilizaría para ayudar a la familia, comprarse ropa, salir y pagar los apuntes o fotocopias de la facultad. Le sería todo mas fácil.


A los pocos meses comenzó el CBC. Lo hizo en la sede Ramos. Este cuatrimestre iba a hacer solo dos materias. Quería ver como le iría. Empezaba a conocer el ámbito universitario. Cátedras, profesores, comisiones. Además de hacerse amigo de muchos chicos. Principalmente los que eligieron a cursar las mismas materias que él. Hicieron grupos de WhatsApp según las cátedras y materias. Con muchos de ellos a veces se juntaban para estudiar. Después de salir de la facultad iban a comer o tomar algo a un bar cercano donde conversaban de todo un poco. Si solo estudiaban o también trabajaban. Con quien vivían. Lo que le parecían las materias y textos que le daban. Además de hablar de los profes o algunos compañeros de clase. También mezclaban temas de política. Que presidentes fueron los mejores para cada uno de ellos, a cual odiaban más. Sumado a temas internacionales que iban desde las Revoluciones China, Rusa o Cubana pasando por las Dictaduras de los ´70 en América del Sur hasta llegar a las invasiones de Estados Unidos a Irak y Afganistán, la guerra en Ucrania o la pandemia de Covid. Cada uno daba su punto de vista dando lugar a discusiones que se volvían interminables. Sergio opinaba desde un plano más general. Evitaba dar muchos detalles.  Se acordaba que en el primer gobierno de Perón aún era un niño. La última Dictadura la vivió como una etapa oscura. La policía lo paraba a cada rato. No podía salir por las noches. A varios de sus amigos no los volvió a ver. Algunos se fueron del país mientras que a otros se los llevaron y no supo más. No quería hablar mucho por miedo a que a él también se lo lleven. Aparte en esa época era mas difícil la comunicación. Solo se daba a través de cartas o en persona. No todas las casas tenían teléfono fijo. Las redes sociales como emails, SMS, Facebook, Instagram o WhatsApp aún no existían. También recordaba asuntos como las Revoluciones Cubana e iraní, la guerra en Vietnam, la caída del muro de Berlín o el ataque a las Torres Gemelas. Pero si les decía eso al resto del grupo con los que se juntaba pensarían que estaba delirando. 

Después de la facultad iba a la casa de sus padres. Generalmente cuando lo hacía ellos estaban durmiendo. A la mañana su madre se encargaba de servirle leche chocolatada con galletitas para el desayuno. Tipo diez de la mañana Luego Sergio se iba con su bicicleta para regresar recién por la noche. 


Una vez Sergio fue a bailar con varios de los chicos con los que se juntaba ahora. Lo hizo en el auto de uno de ellos. Recordaba cuando iba a las milongas pero no era lo mismo. La última vez que salió a bailar lo hizo con Estela y una pareja amiga. Tomaba vino, gancia o vermú. Aunque jamás se pasó de la raya. Nunca le interesó probar la cerveza, tampoco existía el fernet con cola. En el boliche se tentó al ver la variedad de tragos que tomaban sus amigos mientras se lo iban pasando uno al otro. Él también empezó a beberlos. Y compro unos cuantos más. A medida que el alcohol le iba subiendo a la cabeza empezaba a hacer movimientos torpes. Se chocaba con la gente, se abrazaba con sus amigos. Finalmente les empezaba a hablar de su vida. La salida del geriátrico o los más de cincuenta años que llevaba casado con su mujer hasta que esta falleció. Les comentó acerca de
su paso por el tango y los encuentros que tuvo tanto con Katherine como con Luciana. También de su viaje a Jujuy. O peor aún, les dijo el número de su primer teléfono fijo que tuvo, la dirección de su antigua casa de Caballito o la patente de su Fiat 600. Sus amigos se reían. Lo filmaban. Le decían que pare de tomar. 

Al rato Sergio se cayó. Uno de los chicos lo acompañó al baño para que se mojara la cabeza. Luego le aconsejo sentarse en un sillón que había detrás. Sergio permaneció allí. Poco tiempo después empezó a vomitar manchándose tanto las zapatillas como la parte inferior de su pantalón. Cuando terminó se quedó dormido. Pasadas las 6 de la mañana los chicos decidieron irse.
Fueron a buscarlo a Sergio. Lo encontraron dormido. Con una parte de la ropa manchada de vómito que largaba un olor nauseabundo. Como pudieron lo subieron al auto. Lo llevaron a su casa. 

A la tarde siguiente Sergio despertó en su cama. Al oír ruidos Carmen entro a su pieza para ver cómo se sentía. Él le dijo que le dolía cabeza. Carmen le hizo saber que volvió en un estado irreconocible. Ella lo obligó a bañarse además de poner toda su ropa a lavar. Sergio fue a tomar agua y volvió a la cama. Pensaba que jamás tuvo una borrachera así. 

 

Después de varios meses Sergio tuvo la nota de los parciales. En una materia se había sacado un 3 y en la otra un 2. Los profesores le dijeron que le faltaba bastante para aprobar. Detallar mejor los temas, explicar los motivos o desarrollar los conceptos. Sergio no lo soportó y abandonó el CBC. Pensaba que era más difícil de lo que creía. No le dijo nada a sus
padres. Ahora les decía que iba a la Facultad pero salía a andar por ahí.  Aunque antes en parte también lo hacía. A la facultad entraba a las 19. De su casa se iba a eso de las 10 de la mañana. Iba a pasear con la bici. A Agronomía, parque Rivadavia o Centenario. En estos últimos a veces chusmeaba los puestos de libros y revistas comprándose algo para leer. Le pasaba algo nuevo. Si bien estaba contento con la segunda oportunidad que le dio la vida al rejuvenecer le molestaba volver a ver a sus padres. Tanto Carmen como Raúl habían muerto hace tiempo. Él siempre se acordaba. No soportaba que hayan vuelto a aparecer.
Lo bueno de vivir con sus padres era que no necesitaba trabajar. Le daban de comer, cobijo y plata para que tuviera. Pero él desde que se casó con Estela se había independizado de ellos. Una vez que esta falleció se acostumbró a vivir solo.  Ahora sentía que volvía a retroceder. Sintió tristeza al pasar por el edificio donde vivía y ver que en su departamento había otra gente. Quiso hablar con el encargado o sus nuevos dueños pero le fue imposible. Les decían que venga un adulto a hablar con ellos. 


A los pocos años Sergio cursaba la secundaria. Iba al turno tarde. Las profesoras cambiaban según las materias. Geografía, matemáticas, química. Con algunas se llevaba mejor que con otras. Tenía nuevos compañeros. Con ellos hablaba de música o de fútbol. Algunos contaban los lugares donde iban de vacaciones o si habían conocido a alguna chica. Después de las clases casi siempre iban a la plaza a jugar a la pelota y tomar cerveza. Casi todos los viernes y sábados a la noche iban a bailar o se reunían en la casa de alguno. Aunque después de la experiencia vivida con los compañeros de la facultad Sergio evitaba tomar demasiado alcohol 

En una ocasión Sergio estaba solo en un banco de la plaza. Miraba como algunos de sus compañeros jugaban a la pelota. Una compañera se sentó a su lado. Dijo que le gustaba. Su cara, pelo ondulado, su cuerpo flaco y musculoso. Al terminar lo besó. Él también la besó a ella mientras ambos se toqueteaban. Estuvieron varios minutos así. Después ella le pasó su WhatsApp para que Sergio la agregue. Se llamaba Zoe. Al terminar de jugar sus compañeros se acercaron a donde estaban ellos.  

Ya en su pieza Sergio se asombró con la relación que tuvo con Zoe. Todo fue de repente. Nunca en su vida se dio todo tan rápido. Tanto a Katherine como a Agustina le llevó días o semanas. A Estela años. Le mandó un mensaje diciendo que ella también le parecía linda. Su pelo teñido de verde lleno de rulos, su piercing en la nariz o sus piernas llenas de tatuajes. Quedaron para ir el otro día a un local de comidas rápidas después de juntarse con los demás chicos cuando salían de la escuela. Sergio les avió a sus padres que regresaría más tarde a su casa. Cuando les preguntaron los motivos les dijo que se iban a estudiar a lo de un compañero. 

En ese local Sergio y Zoe pidieron lo mismo. Hamburguesa con papas fritas y gaseosa cola para tomar. Cuando terminaron fueron al baño. Aprovechando que en el de hombres no había nadie estuvieron besándose un rato. Después cada uno pidió un cono de helado para ir comiéndolo en la calle. Cuando terminaron Sergio la acompañó a la parada. Vivía a más de veinte cuadras. Cuando el colectivo estaba llegando volvieron a besarse. Sergio le dijo que le mande un WhatsApp al llegar. Luego Sergio caminó hacia la casa de sus padres.  

En otra oportunidad se hicieron la rata. Fueron a los bosques de Palermo. Allí pasaron un buen rato tomando mate y galletitas. Zoe le dijo a Sergio que vivía con los padres y sus dos hermanos. Pero eran los últimos meses en esta ciudad porque a sus padres pensaban mudarse a Quilmes donde les saldría mas barato el alquiler. Sergio le hizo saber que también vivía en la casa de sus padres pero era hijo único. Sergio le preguntó si anteriormente había estado con alguien. Ella le comento que hace dos años estuvo con un chico que no le gustaba. Solo por curiosidad para ver cómo era estar con alguien. Cuando Zoe le hizo la misma pregunta a Sergio. Este se quedó callado sin saber que contestar. Ante la mirada ansiosa de Zoe le dijo que no recordaba los años que pasaron desde que estuvo con la última mujer. Ante la sorpresa de ella Sergio le mintió diciendo que le estaba haciendo una broma. Que hasta ahora no había estado con nadie.  

Semanas mas tarde Zoe se despidió de Sergio. Sus padres ya se habían mudado a Quilmes y ella iba a empezar a estudiar en otra escuela. Estuvieron abrazando y besándose durante un lago tiempo. No paraban de llorar diciendo que se querían. Después se seguían mandando fotos o emoticones tanto por whatsApp como por Instagram. Pero ya no era lo mismo. No se volvieron a encontrar. 

Mientras tanto Sergio seguía con su vida en la escuela. Las clases, las juntadas con sus compañeros después de ellas,
las salidas los viernes y sábados por las noches. Aunque con el estudio iba cada vez peor. Al comienzo los exámenes los aprobaba todos. 7 y 8 eran las notas que mas tenía. En historia llegó a sacarse un 9. Pero ahora eso no lo podía hacer. En la mayoría se
sacaba un 2. Como si nunca hubiera estudiado las cosas que preguntaban. Incluso los profesores les preguntaban si no tenía dificultades de aprendizaje. Las autoridades del colegio se comunicaron con sus padres. Al otro día Carmen se presentó en la escuela.
Dos de las profesoras le decían que era como si no pudiese leer tantas cosas O confundía temas de biología con geografía, química con matemática. 


Al año siguiente sus padres le compraron un guardapolvo para mandarlo a la primaria. El primer día Carmen lo acompañó al colegio. Allí Sergio conoció a su maestra. También al resto de los compañeritos. Con muchos de ellos se la pasaba hablando y jugando en los recreos. En un acto del 25 de mayo tuvo que hacer de Mariano Moreno. Raúl alquiló un traje. Carmen lo maquilló y peinó antes de ir. Otros chicos hacían de Saavedra, Paso, Castelli mientras algunos se vestían de personajes de la época colonial. Aguatero, sereno o lechero o vendedor de velas. Al terminar el acto los aplaudieron. Tanto a Sergio como a los demás alumnos.
Raúl y Carmen abrazaron a Sergio para felicitarlo. Como manera de agasajarlo Raúl preparó asado en el patio de su casa.  En otra ocasión Agustín, un compañero de grado de Sergio cumplía años. Lo hizo en su casa. Su madre lo llevó en colectivo.

Los padres de Agustín prepararon el living para el festejo. Había globos, guirnaldas y luces de colores. También llamaron a una animadora para divertir a los chicos. Mas tarde luego de que le cantaran el feliz cumpleaños Agustín sopló las ocho velitas. Después
comieron la torta que preparó la madre de Agustín. Una vez que la fiesta estaba terminando los padres de Agustín llamaron a los de Sergio para que lo vinieran a buscar.  

Años después Sergio dejó de ir a la escuela. Ahora estaba todo el tiempo en la casa de sus padres. Ahora estos le compraban la ropa, lo despertaban a la mañana. Varios días de semana Raul lo llevaba a pasear. Iban en colectivo al Centro o a los bosques de Palermo donde jugaban a la pelota. Los sábados y domingos con Carmen iba a la plaza. Ella lo ayudaba a hamacarse. También le compraba pochoclo o caramelos. Otras veces salían los tres juntos a algún shopping o a comer afuera.  


Hasta que llegó un momento donde Sergio no sabía cómo moverse por sus propios medios. Ahora sus padres le hacían todo. Lo vestían bañaban, le daban la comida o lo limpiaban cuando iba al baño. Además de comprarle una cuna.  

Sergio cada vez con mas frecuencia saltaba la cuna por las noches para ir a la cama de sus padres. Llegando un día donde directamente dormía con ellos. Sus padres ahora le daban el chupete y la mamadera. Sergio estuvo así durante varios meses. Después era tan chico que ya no podía tomar de la mamadera. Terminó chupando la teta de su madre. Hasta que finalmente ingresó en su cuerpo para no volver a salir. Carmen y Raúl se abrazaron. Al instante desaparecieron.  




sábado, 11 de febrero de 2023

Andar

 






Andar

 

Viajar por un río entre rocas

Empaparse con la espuma de las olas

 

Con el sol subiendo de las montañas despertar

Acostarse mientras luna refleja el mar

 

Liberar al viento los sentimientos guardados

Lo que ya no sirve ir soltando

 

Con nuevos aires llenarse

Sentir las energías renovarse

 


Para después llevar todo al asfalto

En cada vereda huellas ir dejando

 

Hasta que la batería se acabe

La rutina diaria nos gane


Pensaremos en volver a viajar por un río entre rocas

O empaparnos de nuevo con la espuma de las olas

 






sábado, 7 de enero de 2023

Los planes

 

Los planes

 

Sebastian pensaba salir a andar en bicicleta con dos amigos por la Reserva Ecológica. Andrea se iba a juntar con amigas en el parque Centenario. Pero como anunciaban lluvia suspendieron los planes.
Sebastián y Andrea vivían en un departamento en Paternal. A la noche habían ido a festejar el cumpleaños número treinta de Nicolás, el hermano menor de Andrea. Se llevaban cinco años.

Pero este domingo el mal tiempo les jugo una mala pasada. Tanto a Sebastián como a Andrea. Miraban el tiempo en el celular. Este mostraba lluvias y tormentas. Ponían la tele y decían que estaba lloviendo. Así que a ambos prefirieron quedarse en su casa.
Almorzaron milanesas con ensalada. Luego se tirarían un rato en un sillón a mirar alguna serie. Ambos se conocieron hace mas de seis años. Sebastián trabajaba en una bicicleteria. Una vez Andrea le fue a llevar su bici para arreglar la cadena que se le había salido. A partir de allí hubo onda entre ambos. Se pidieron su número de whatsapp y cada tanto se hablaban. O arreglaban para verse. Hasta que empezaron a vivir juntos hace tres años.

Seguían mirando el tiempo en sus teléfonos. El mal tiempo continuaba. Estaban molestos. Sebastián conocía a Lucas y Joaquín, los dos amigos con los que iría a la Reserva hace mas de una década. Cuando iba a un gimnasio que quedaba por Congreso. Donde vivía anteriormente. Andrea hizo amistad con las chicas con las que se juntaría en la facultad. Cuando estudiaba medicina. Aunque luego por razones de tiempo, ya que además trabajaba en un local de comidas no pudo seguir con esa carrera.

Las horas pasaban. Miraban el tiempo y este no cambiaba. En los celulares continuaban las precipitaciones. Con el dibujo de las nubes con rayos y gotas que caían. En la tv mostraban el mapa de la zona metropolitana de Buenos Aires y alrededores entre amarillo y naranja.


Al poco tiempo Sebastián recibió un whatsapp de Lucas para ver si iba a ir. Pensó que lo estaba cargando. O que no tenía problema en andar con lluvia.
Después paso algo parecido en el grupo que tenía Andrea con sus amigas. Le preguntaron si iría al parque Centenario. Esta no entendía. Con cierto enojo les dijo si no veían que estaba lloviendo. Estas les respondieron que estaba loca. La tarde estaba esplendida. Había llovido un poco en Morón, donde vivía Carolina, una de las chicas con que Andrea se iba a juntar. También le hicieron saber que en Avellaneda, donde habitaban los padres de Natalia, otra de las amigas de Andrea apenas cayeron unas gotas pero se despejó enseguida.  

Sebastián salió a comprar facturas para merendar. Vio que había un sol radiante. 

 

 

sábado, 10 de diciembre de 2022

Para el nuevo año

 Un nuevo año ya se acerca. Tiempos de balances. De mirarse al interior de uno mismo. Lo que hizo en estos últimos doce meses. Que cosas dejó de hacer, que le faltó, los asuntos pendientes. 

Pensar en en tomarse unos días de vacaciones en enero o febrero para salir un poco de la rutina. Cambiar de aire. Salir un poco de la gran ciudad. 

Por mi parte en abril llegue a los 45 años. Muchos vecinos, conocidos, clientes en donde trabajo me preguntan si tengo hijos, esposa, novia o pareja. A todos les digo que no. No se que deben pensar. Allá ellos. Yo sigo con la mía. Mal o bien pero sigo. Peor es no seguir. No me banco el chusmerío. Yo a la gente por sus asuntos personales. 

Luego de empezar el CBC virtual en pandemia este año recién empecé el primer año de la Universidad de modo presencial. Ya que en su momento cuando terminé el secundario en 1994 me anoté para empezar el CBC en 1995 pero nunca me animé a cursar. Estaba inseguro, dubitativo, me faltaba autoestima. Me sentía una hormiga frente a este gran mostruo que era la estructura universitaria.

Este año publique mi segundo libro de cuentos. Ya que pasó una década del primer libro de cuentos que edité en 2012. En todo este período de tiempo se me fueron ocurriendo una enormidad de cuentos mas. Era ahora o nunca. Después no se que puede llegar a pasar. 

También no se cuando, si me dan los tiempos aparte del trabajo y la facultad quería volver a hacer teatro. Al menos a mi me hace bien. Me suelta. Hago cosas que no suelo hacer en la vida rutinaria. Conozco gente nueva. Integro un grupo. Aunque por otra parte también tengo ganas de ir a algún taller de escritura. Hace años que no voy. A lo mejor también me ayudaría a inspirarme y escribir cosas nuevas.

Pero por otra parte los años pasan. El próximo abril llego a los 46 años. Cada vez mas para arriba. Mas cerca de los 60 que de los 30. La juventud se va perdiendo en el espejo retrovisor. La vejez aparece a menor distancia. Eso me hace pensar que ya no estoy para ciertas cosas. Además de notarse en la forma del cuerpo. En la barba aparecen las canas. Las caderas se ensanchan. El pecho se cae. Aparecen vellos en lugares donde antes no había mientras se va debilitando o desapareciendo en otros sitios. El cuerpo deja de tener los atractivos que tenía en décadas anteriores.

 Aunque a todos les llega. Son los ciclos de la vida. Seguramente en dos o tres décadas a los que tiene 20 o 30 les pasará lo mismo. Y yo seguramente empezaré con los problemas o enfermedades de la vejez. 

Así que mejor no pensar en todo aquello y seguir hasta donde se pueda. Ya que por ahí mas tarde la salud juegue en contra. Entonces llega el momento donde un se arrepiente de las cosas que pudo haber hecho y no las hizo. 

¡¡¡¡ FELIZ AÑO Y UN EXCELENTE 2023 !!! 🍻🍻🍻🍻🍸🍸🍸🎂🎂🎂


jueves, 8 de diciembre de 2022

Bañarse


 





Que es lo que lleva a la gente a no bañarse. Y el semáforo que onda ¿se pone verde para que pasen sin bañarse? ¿ cambia a amarillo si se bañan? ¿ se pone rojo para que no avancen hasta que se vuelvan a ensuciar?

viernes, 18 de noviembre de 2022

De repente

 De repente.


Aparece de repente

Provocando desconcierto entre la gente


En tiempos de primavera

Con las flores de los jacarandás cubriendo las veredas


Trayendo un nuevo aroma

Haciendo que todo huela a rosas


Con un color distinto

Tiñendo pavimento y edificios


Irradiando dosis de sueños

Al constante lamento porteño


Descargando litros de amor

Buscando acabar con el enojo de hoy


Para finalmente abandonarnos

Cuando menos lo esperamos

sábado, 15 de octubre de 2022

Un destino

 Un Destino

 

Matías trabajaba en un negocio de ropa en Once. Entraba a las 9 hs . Para eso tomaba el 124 en Lope de Vega y Beiro. Ya que vivía a pocas cuadras de allí.

Christian hacia repartos con su moto. Cuanto mas hacia mejor. Ya que le dejaban mayor cantidad de dinero. Y con él debía pagar el alquiler de su departamento de Boedo. Las expensas, impuestos, alimentos. Y cada vez lo que sacaba le alcanzaba para menos. Para ello a veces para ganar tiempo iba a alta velocidad. Gambeteaba el tránsito en zigzag, por la vereda. Lo bueno era que compartía el departamento con un amigo y dividían los gastos.

Matías aún vivía con sus padres. Trabajaba de lunes a viernes hasta la tarde. A veces los sábados por la mañana. Por la noche estudiaba. Quería ser odontólogo.

Un día al igual que tantos  Christian andaba con su moto. Debía retirar un paquete en el Centro y llevarlo a Ramos Mejía.

Matías iba al Once en el 124. Como lo hacia habitualmente.

Christian tomo por San Juan para después agarrar Colombres ,su continuación Salguero y luego doblar por Corrientes.

Matías iba sentado del lado de la ventanilla . Estaba por Abasto. El transito era un caos. El colectivo avanzaba un poco. Estaba parado un rato para después volver a seguir su marcha. 

Christian esquivaba los coches como podía. Pasaba de la mano izquierda a la derecha en cuestión de minutos.

Matías estaba por bajarse en Uriburu cuando lo llama su jefe al celular para consultarle algo. Ya conocía la parada de memoria.

A Christian no paraban de mandarle whatsapp los clientes. Como podía los iba respondiendo. Sobre todo el del pedido que debía buscar en el Centro y llevar a Ramos Mejía antes de las 11. Faltaban minutos para las nueve. El transito seguía siendo un caos.

Matías bajó  del colectivo mientras le seguía explicando por teléfono algo a su jefe. Sintió un fuerte golpe. Algo lo arrollo al suelo. A los pocos minutos quedo tirado en el piso. Perdió el conocimiento.

Christian no lo podía creer. Iba respondiendo los whatsapp mientras conducía y no vio a Matías cuando se bajaba. Quedo tirado en la vereda. No se podía mover. Gritaba del dolor.

Al rato llegaron las ambulancias. Trasladaron a ambos al hospital de Clínicas.

Pasaron varios días. Una vez que le dieron de alta a Matías tenía medio cuerpo paralizado. Debía andar en silla de ruedas. Tuvo la suerte que recobro el conocimiento y el golpe no le afectó el cerebro.

A Christian le amputaron una pierna y un brazo. Agradeció que tenia puesto el casco.

Semanas después Christian buscando en internet pudo hallar a Matías. Tomó un taxi hacia su casa. Ayudándose a pararse con las muletas que llevaba.

Tocó timbre y apareció Matías en silla de ruedas. Le pidió perdón mientras se quebraba en llanto.

Matias le dijo que no. Que la culpa fue suya por no mirar.

Ambos se abrazaron como pudieron. A la vez que no podían parar de llorar. 

sábado, 9 de abril de 2022

Cielos de agua

 Cielos que agua que se evaporan con el calor

Vapor que cae formando ríos de nubes

Nubes llenas de humedad que que va mojando todo lo que toca

Rocío que asciende al cielo volviéndolo a llenar de agua.