Red de escritores en español

domingo, 12 de mayo de 2019

Los negocios de Hector

Los negocios de Hector

Hector vendía productos por internet a cadenas de supermercados, empresas de seguridad, laboratorios. Hacia contactos con proveedores de diferentes países. Estados Unidos, China, Alemania. Dependiendo el negocio que mejor le convenga. Y alquilaba un enorme depósito para guardar semejante cantidad de artículos. 

Vivía en un piso veinte junto a Marina. Su tercera mujer. Se llevaban dos décadas de diferencia. Ya que él acababa de cumplir los sesenta años y ella rozaba los cuarenta. 
Tres veces por año viajaba por el mundo. Una lo hacía junto a Marina por placer y dos en soledad por negocios. Aunque siempre se daba un tiempo para darse algún gusto. Todas las veces que lo hacia iba en primera clase. Se albergaba en los mejores hoteles. 

Su rutina era levantarse por la mañana. Prepararse un buen desayuno. Leer por su computadora las noticias referidas al sector financiero. Estaba al tanto de las principales monedas del mundo. No dejaba de buscar proveedores que ofrezcan algún artículo que pudiera venderse bien. Para eso también le pagaba a asesores para que lo guiaran. Con sus clientes se comunicaba por skype o watsapp. Si era importante agarraba su auto e iba a visitarlos. Si no mandaba a alguno de sus empleados que tiene a su cargo. Al mediodía solía comer algo en un restaurante y regresar para  hacer la siesta. Después que se levantaba iba unas horas al gimnasio. Al volver se quedaba un rato con la computadora. Mas tarde Marina pedía comida y cenaban juntos. Luego se sentaban en un sillón a ver alguna película. 
Aunque los fines de semana, dependiendo como estaba el tiempo iban con su otro coche a pasar el día a alguna estancia en las afueras de la ciudad, al shoping, al casino. 

Hector no tenía demasiados amigos. Tampoco se relacionaba tanto con la gente. Los pocos eran del sector empresarial, el propietario del piso de abajo de donde él vivía, o alguien que hablaba en el gimnasio acorde a su clase. Al resto de las personas las ignoraba.

Un día, cansado de la ciudad, de la gente. De los limpiavidrios, de renegar con los que le pedían dinero a cambio de estacionar su vehículo, de los mozos que no le traían la comida como él quería, de los que le pedían monedas, de las quejas de sus empleados decidió mudarse.

Mandó a construirse una lujosa mansión a orillas del mar en las afueras de un pequeño pueblo. Eso no le impidió continuar con sus negocios. Ya que alquiló otro deposito sobre una ruta a pocos kilómetros. Aparte de llamar a nuevos empleados para que se dediquen a atenderlos. Compró dos caballos. Uno para él y otro para su mujer. Así en sus ratos libres podían cabalgar por la playa. Ademas de hacerse una cancha de golf y una pileta de natación. Como ahora vivía en una enorme residencia debió contratar personal de limpieza. Gente encargada de cuidar del pasto, las plantas, alimentar a los caballos, ir al pueblo a hacer las compras.

Anteriormente estuvo con Gabriela. Pero con ella no permaneció demasiado tiempo. Desconfiaba si Hector en sus viajes no se veía con alguna otra mujer. Sumado a que como respuesta él, una vez que volvió del aeropuerto porque se olvidó una carpeta, encontró a Gabriela con otro hombre. 

Con la única que tuvo hijos fue con la primera esposa. Patricia. Uno se llamaba Diego y otro Lucas. Con ella convivió ocho años. Patricia era infectóloga. Y por nada en el mundo quería dejar su carrera. A Hector no le gustaba. Ya que él pretendía que la ayudara en su trabajo. Entonces con el tiempo las relación se fue enfriando, aparecían discusiones, peleas. Sumado a que Patricia no estaba de acuerdo con ciertos negocios que era capaz de hacer Hector con tal que le de buen dinero. Como traer armas, golosinas o medicamentos de dudosa calidad, productos electrónicos de origen desconocido. Hasta que un día, aprovechando que Hector se hallaba afuera, se fue junto a sus dos hijos para nunca mas volver. 

A Marina hace cinco años que la conoció. En una fiesta que había hecho un empresario amigo suyo. Allí entre copas, música, palabras surgió una relación. Y hasta el momento se llevaban de manera exelente. Marina lo ayudaba en sus negocios. En los números, porcentajes, ganancias. Y cuando Hector se iba de viaje ella se quedaba a cargo. Cuando el volvía ella, si era de noche lo esperaba con sushi y vino de primera calidad, si lo hacia por la mañana con café, jugo, tortas y facturas. Tambien en los viajes que hacían juntos conoció ciudades como Madrid, Londres, Paris, Venecia

Una noche, las cadenas de noticias anunciaban que venían tormentas fuertes. Intensos vientos, lo que a su vez haría crecer el mar. Tanto Hector como Marina no le llevaron demasiado el apunte. Cenaron rabas con cerveza. De postre helado. Como hacía calor se quedaron un rato en la pileta. Después se acostaron. 

A la mañana siguiente un fuerte estruendo los despertó. Escuchaban ruidos por todas partes. Al levantarse pisaron agua. Les llegaba a los tobillos. Cuando salieron debieron soportar las ráfagas acompañadas por intensas gotas de lluvia. Vieron que el mar borró la playa. Lentamente se estaba metiendo en su residencia. Al levantar la mirada notaron que varios arboles cayeron sobre uno de los autos que tenían destrozándolo por completo, y que las tejas de los pisos de arriba fueron barridas por el viento. 

Hector tomo uno de los coches que estaban a salvo. Se dirigió al depósito que tenía sobre la ruta. Allí la situación no era mejor. Se volaron todas las chapas del techo, las ventanas fueron arrasadas. Lo que hizo que al agua de lluvia cayera directamente sobre su interior inundando y empapando todas las cajas con mercadería. Se agarró la cabeza. Empezó a gritar. Le provocó una tremenda ira. Mas que los daños materiales de la propiedad los productos. Que mojados no servían mas. Y le resultaba una pérdida enorme. 
Fue de nuevo al coche. En la ruta ahora empezaba atravesar anegamientos. El viento a veces golpeaba con tanta fuerza contra el auto que parecía que lo iría a volcar. En el pueblo debió sortear cables y ramas caídas, calles inundadas. 
Al volver le contó a Marina. No paraba de insultar. Se oyó un fuerte ruido. El viento acabó de romper los vidrios del amplio ventanal que tenían en el living. Mientras tanto el agua ya le llegaba hasta las rodillas. No sabía si era del mar o de la lluvia. Menos certeza tenía aun cuando acabaría todo esto. 

Hector y Marina agarraron algo de dinero. Fueron al coche para escapar y regresar cuanto el temporal haya terminado. Esta vez el vehículo no arrancaba. Se desesperaron. No sabían que hacer. Estaban empapados, con ráfagas que parecían que los iban a arrastrar, bajo una lluvia torrencial. No les quedaba otra que ir a pie por el camino de tierra que los llevaba al pueblo. Tierra que ahora era un barrial lleno de charcos. Una vez que llegaron fueron al primer hotel que encontraron. Tampoco había luz. Al llegar la noche estaba todo a oscuras. No había ningún lugar abierto. Se quedaron sin cenar. 

A la mañana siguiente la tormenta había pasado. El sol volvió a salir. Caminaron de nuevo a su mansión. Para ello tuvieron que esquivar zonas anegadas, postes de luz, objetos como chapas, madera que habían volado. 
Cuando llegaron los invadió un fuerte sentimiento de impotencia. Todas las paredes resquebrajadas. Ventanas y techos que faltaban. Sumado a que el interior estaba todo lleno de agua y barro. No sabían que hacer. Perdieron enormes objetos de valor, electrodomésticos, documentos. Aparte del dinero. No tenían nada. Ni siquiera alimentos. No comieron desde el día anterior.

Entonces Hector caminó otra vez al pueblo para ver si alguien le podía dar dinero o algo para comer

12 comentarios:

Sandra Figueroa dijo...

Que triste lo sucedido después de tenerlo todo, ahora tendrá que empezar de nuevo o vivir modestamente lo que le quede de vida ya que sobrevivo a la tormenta......Muy bonita historia amigo. Saludos.

Recomenzar dijo...

tus historias tienen magia la que vos le das

Rosana Martí dijo...

Así es la vida, hoy lo tienes todo, mañana no tienes nada, lo peor de todo es que nadie lo piensa mientras lo tiene, que lo puede perder un día. Muy buena reflexión.

Besos Gus!!

maria cristina dijo...

"NO SOMOS NADA" Sería el resultado, tantas posesiones, tanta riqueza y después las manos vacías, un abrazo Gustavo!

CRISTINA dijo...

Hola Gustavo, así es la vida, nada es para siempre. Pero el sol vuelve a salir, y todo se ve de otro color.
Un cálido abrazo.

Gustavo dijo...

Asi es Sandra. Veremos como se la rebusca ahora. O si vive de otro modo jaja. Gracias por comentar. Te mando un abrazo

Gustavo dijo...

Gracias Recomenzar. Siempre poniendo comentarios bonitos. Abrazos y que tengas un exelente fin de semana

Gustavo dijo...

Si Maria Cristina. Pensar que hay gente que lo tienen todo. Dinero, poder y se creen inmortales. Pero nadie sabe lo que les asegurara el Destino. Te mando un abrazo y que termines bien la noche

Gustavo dijo...

Gracias Rosana. Si. Uno a veces cree que por tenerlo todo se lleva al mundo por delante. Pero no es asi. Somos todos seres de carne y hueso. Simples mortales. Que tengas un exelente domingo. Saludos!

Gustavo dijo...

Si Cristina. La vida es una rueda. Hay momentos mas placenteros y otros mas turbulentos. Como bien decis. Nada es para siempre. Gracias por comentar. Te mando un abrazo

Anónimo dijo...

Se percibe un claro dejo de resentimiento en tu relato, pareciera como que subliminalmente quieres hacer creer a tus lectores que tener bienes o dinero es algo que el universo debe hacerte pagar para que sufras, es confuso tu mensaje.
No me gustó para nada tu relato.
Los percances del clima los puede vivir cualquier persona sea rica o pobre y sobre todo los pobres lo sufren mucho más, en lo único que estoy de acuerdo es en que la naturaleza es mucho más sabia, violenta y eterna que los pequeños humanos que somos.

Saludos.

Gustavo dijo...

Hola Anonimo. No tengo idea. No tengo resentimiento por nada. Simplemente escribo cosas o historias sobre personajes que pueden asemejarse mas o no a la realidad. Seguramente habra quienes les gustan mas unas que otras. Incluso a mi mismo me pasa. Por ahi escribo algo pero no me gusto como tal otra cosas que he escrito. Son letras. Que se nos van ocurriendo. Estan vivas. Hoy puede ser una cosa y mañana quien sabra. Te mando un abrazo