viernes, 15 de enero de 2021

La sandía 2

 

La sandía 2

 

Gabriela fue a la verdulería. Iba a comprar tomates, cebolla, lechuga. Pero sobre todo una sandía. Ya que Kevin, su hijo cumplía veinte años. Y para ello iban a recibir sobrinos, hermanos, sus padres. Y luego de cenar pensaban comer sandía con helado para el postre. Aunque por la pandemia tuvo que cambiar los planes. En vez de ir todos juntos los separaría por tandas. Una vez iría su hermana con sus dos hijos. En otra ocasión sus padres y suegros. En otra la hermana de su marido y sus tres hijas. Para finalizar el otro hermano de su marido con su hija y dos gemelos. Incluso si el día estaba lindo o depende de las ganas que tuvieran no descartaban la posibilidad de hacerlo en una plaza ubicada a cinco cuadras de su casa.

Llegó su turno. El verdulero primero peso todas las cosas que Gabriela eligió. Una vez que puso la sandía en la balanza esta explotó. El jugo se amontono en el piso y avanzó hacia el cordón de la vereda. Cayó al asfalto mezclándose con el agua de la zanja. De la cáscara crecieron flores amarillas. Y las semillas volaron rompiendo el vidrio buscando la tierra donde estaban los árboles de la calle. Se enterraron allí. Nadie tenía idea de lo que ocurría. Jamás vieron algo así.

 

Gabriela regresó a su hogar sin la sandía. Le dijo a Luciano, su marido, lo ocurrido pero este pensó que la estaba cargando. Al igual que Kevin.

 

Mientras tanto del sitio donde se enterraron las semillas crecieron nuevas sandías que explotaban y sus semillas se dispersaban. Ya no buscaban solo la tierra donde crecían los arboles. También las macetas, canteros, boulevares.

 

Gabriela fue a otra verdulería. Compró una sandía y no tuvo problemas. Le contó a la verdulera como a los demas clientes lo que le había sucedido pero nadie le creyó. Se reprochaba a si misma por no sacar fotos, filmar. No se le ocurrió. Eso que llevaba el celular en su cartera. Ahora no tenía pruebas.

 

Las sandías no paraban de crecer y explotar. Con el jugo que caía en las veredas. Las cascaras que no paraban de dar flores. Y las semillas que buscaban pedazos con tierra para reproducirse y expandirse. Se adueñaron de plazas, parques, obras en construcción. Se multiplicaban. Le sacaban espacio al resto de los arboles. De modo que estos se iban secando. Algunos se caían.

 

Luego fueron por baches, veredas rotas. A la vez que la ciudad empezaba a temblar. Como si fuese un sismo.

Las autoridades obligaron a los habitantes a evacuar hasta que los temblores no paraban. Ahora aparecían imágenes en la tv, redes sociales. Un fenómeno jamás visto. Sus familiares terminaron por creerle a Gabriela. Luciano tomó el auto y tanto él, como Gabriela y Kevin salieron. Aunque el tráfico era insoportable. Avenidas, calles y autopistas estaban colapsadas. No faltaban los bocinazos y peleas.

Los edificios de tanto temblar se iban resquebrajando. Caían cascotes. Y de las rajaduras de las paredes crecían nuevas sandías.

 

Mas tarde todas las construcciones acabaron por derrumbarse. De los cimientos emergían sandías.

Al rato ya no quedaba nada en pie. Casas edificios, arboles, postes de alumbrado público. Todo cubierto por sandías.

 

Gabriela junto a su marido y su hijo pararon a comer en un bar a varios kilómetros de la ciudad. Vieron por la tele que esta se había convertido en un bosque de sandías. El cual no paraban de expandirse.

14 comentarios:

Sandra Figueroa dijo...

Esa sandia que exploto fue un virus que acabo con todo..... y tan rica que es la sandia. Saludos amigo.

Rajani Rehana dijo...

Fabulous blog

maría cristina dijo...

Ay Gustavo, que no llegue Spielberg porque te roba la idea, un abrazo!

Himawan Sant dijo...

Historia única.
Las sandías gigantes y los bosques de sandías serán aún más únicos si se filman más tarde.
Saludos.

Verónica O.M. dijo...

Te aseguro que la próxima vez que la coma me acordaré de tu relato 😀
Un abrazo, buen fin de semana

Ulisses de Carvalho dijo...

hola, Gustavo. también recordaré estas palabras la próxima vez que compre sandía para comer. hace unos meses estuve con mi padre en un hospital para dormir con él en la habitación, tenía un problema de salud. cuando regresé a mi casa comencé a experimentar varios de los síntomas del covid-19, el resultado fue negativo, pero estoy casi seguro de que estaba infectado, nunca había experimentado tantos dolores de cabeza, fiebre alta durante varios días, sensación de mareo y falta de apetito. esto duró casi dos semanas. y lo único que realmente quería comer era sandía. fueron días muy difíciles, pero afortunadamente yo estoy mejor y mi padre también. ¡un abrazo!

Gustavo dijo...

Hola Sandra. Si ahora en verano con el calor exelente. Rico y al ser una fruta no engorda. Eso suma. Un saludo

Gustavo dijo...

Grcias Rahani. Despues paso por el tuyo a ver que onda. Abrazos!

Gustavo dijo...

Maria Cristina. Por lo menos esto no es El Zapallo de Macedonio Fernandez jaja. Ademas no viene mal un poco de mas verde en la ciudad. Te mando un abrazo

Gustavo dijo...

Hola Himawant. Se podria inventar algo de una sandia gigante tambien. Que ocupe e tamaño de una habitacion ponele. Buena idea. Saludos

Gustavo dijo...

Hola Veronica. Si. Pero despues de todo fue mas tragco el primer cuento de la sandia. Este es mas esperanzador. Una ciudad y mundo con cada vez menos verde. Te mando un abrazo

Gustavo dijo...

Hola Ulises. Me alegro que estes bien. Tanto vos como tu padre. Si. A veces esto parce como una ruleta. Le puede tocar a cualquiera. Cada vez se de mas conocidos que tambien lo tienen o lo tuvieron. Esperemos que apuren con la vacuna antes que llegue el invierno. Un abrazo y cuidate.

Recomenzar dijo...

me encanta la sandía aunque he dejado de comerla porque no sabia, pero tiene muchas semillas.Me encantó tu historia realidad de tu mente invencible
me alegro de verte sonreir
en un texto lleno de vida
gracias desde lo lejos

Gustavo dijo...

Gracias Recomenzar. Hoy comi sandia. Pero en la verduleria a algunas las tienen cortadas en porciones. Se ve que esta sandia era normal jaja. Te mando un abrazo y espero que vos estes bien. Saudos