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sábado, 16 de marzo de 2019

El andar de Gladys



El andar de Gladys

Gladys casi siempre tomaba el colectivo 146. Lo hacia en Beiro y Cortina. Le gustaba pasear por el centro, por Puerto Madero, aunque a veces también se bajaba en Parque Centenario. Tenia problemas de movilidad. Una artrosis en las rodillas que con el paso de los años se le iba agravando. Se movía con bastón. Caminaba lento.
Eso le provocaba algunas peleas con los choferes. Ya que muchos, al verla así, no le paraban. O lo hacían de mala gana.

Una vez vino un colectivo de esa linea. Le paro en el cordón. El conductor de ese vehículo le dijo que no se apure. Que tenía todo el tiempo del mundo. Cuando al fin pudo apoyar la SUBE Gladys vio que era un muchacho joven, flaco, de pelo corto. Le agradeció por la paciencia. A lo que este le respondió que era su obligación. Llevar a la gente a su destino. Y si tiene alguna dificultad hacer que pueda viajar lo mejor posible. Una chica que estaba sentada adelante le dió el asiento. 

Se bajó en Corrientes y Callao. Quería caminar por allí un rato. Ver librerías. Le gustaban los cuentos policiales, de suspenso. Miro algunos ejemplares pero no compro ninguno. Pensaba hacerlo otro día. Almorzó algo en un local de comidas rápidas. Mas tarde fue al cine. 
Al regresar de nuevo la misma lucha. Ir a la calle Sarmiento a tomar el 146 y esperar que algún conductor se apiade de ella.

Vivía sola en una casa. En el barrio de Villa Real. Su marido hace mas de diez años que falleció. Muchas de sus amigas también murieron. Otras se hallaban en geriátricos. Las pocas que tenía a veces iban a visitarla o ella iba a la casa de alguna de ellas. 

Una tarde se tomó de nuevo el 146. Iba a visitarla a Estela. Una amiga que vivía en Almagro. Se llevó una gran sorpresa al ver que el chofer de esa linea era el mismo que le había parado la otra vez. Lo saludó. Le pregunto los horarios que estaba él. Se acomodó en el asiento de adelante. Este estaba vacío. Cada tanto hablaba con el chofer sobre el estado del tránsito, los robos, la situación del país.

Se bajó en Bulnes y fue al departamento de Estela, que se hallaba en Mario Bravo. A pocas cuadras de allí. 
Con ella, mientras merendaban mate con galletitas conversaban sobre sus vidas, hablaban de sus hijos, nietos. De tiempos pasados. Recordaban a amigas en común que ya no están.

Al salir otra vez la historia repetida. Sumado a todos los obstáculos que debía de atravesar. Veredas en mal estado, carteles de obras que obligaban al peatón a bajarse a la calle, autos parados en las esquinas.
Gladys era jubilada. No trabajaba. Sus tres hijos la ayudaban tanto con el dinero como ir a ver a algún médico, hacer un trámite o arreglo en la casa. 

Otro día quiso ir a ver una obra en el teatro Colon. Al tomar de nuevo esa misma linea de colectivo Gladys se puso contenta al ver que era el mismo chofer. Se sentó como siempre adelante. Pensaba que debía rondar los treinta años o un poco menos. A diferencia de los ochenta y dos que tenía ella. Ella le habló de sus hijos. Que el mayor era psicólogo, el mediano tenía un negocio de ropa y el menor trabajaba como empleado en un banco. Tambien le contó que su marido hacía tiempo había fallecido. Le preguntó al chofer su nombre. También donde vivía. Si estaba casado, de novio o tenía hijos. Este le dijo que se llama Juan. Vive solo en Moron. Ya que hace mas de un año terminó con su pareja. Gladys lo consoló. Diciéndole que es joven. Que seguramente ya encontrara alguna otra mujer. 

Una vez que se bajó lo saludó apoyándole su mano en el hombro. 
Como aun era temprano se sentó a tomar sol en un banco de plaza Lavalle. Luego entro a ver la obra.

En otra ocasión Gladys quiso ir al shoping de Abasto. Como ya el chofer del 146 le dijo los horarios sabía cuando pasaba. Se subió al colectivo. Le comentó a Juan que era una persona grande. Que ya había cumplido el papel de madre, abuela. Que si no se daba los gustos en vida no se los daría nunca mas. El chofer asentía con la cabeza dándole la razón. Además de preguntarle si él no estaba interesado en conocer otra mujer, salía a bailar. Juan le dijo que lo estaba viendo. Que a veces salía a bailar o tomar algo con amigos. Antes de bajarse Gladys le dió su número de watsapp para que él lo tuviera por cualquier cosa. Le pidió el suyo para que ella tambíen lo agendara. Juan le decía que no tenía sentido. Que no hacía falta. Ya que la ve casi siempre en el colectivo. Pero ante la insistencia de Gladys cedió.

Un sábado a la tarde Gladys le mandó un watsapp a Juan para decirle si quería juntarse con ella en un bar. 

8 comentarios:

Aderet Ela dijo...

Gustavo Gladys me parece un personaje genial.
Hermoso texto.
Gracias : 0)

Sandra Figueroa dijo...

Gladys es una mujer segura, que quiere vivir cada segundo que le quede de vida y porque no con un joven como Juan? El amor no sabe de edades.....Un gusto leerlo, saludos.

Rosana Martí dijo...

Una mujer con ganas de seguir viviendo pese a su enfermedad y limitación. El amor es libre y si dos personas se aman por qué no, la edad no es obstáculo para llegar a ser feliz. Un abrazo Gus!!

Recomenzar dijo...

Que maravilla de entrada

maria cristina dijo...

Creo que Gladys lo ve como a un nieto, amable y afectuoso, con quien puede charlar y llevar adelante una amistad, ojalá él lo comprenda así y pueda retribuirle esos sentimientos, un abrazo Gustavo!

CRISTINA dijo...

Hola Gustavo, para Gladys su enfermedad no la ha limitado, así debería se siempre, vivir la vida al máximo, sin obstáculos. Esperemos que haya filis entre los dos. Porque el amor es la mejor medicina para el cuerpo y para el alma, y tampoco tiene edad.
Me gusto tu relato.
Un cálido abrazo.

Gustavo dijo...

Hola. Gracias a todos por los comentarios. Pero bueno. El final abierto quedara para la imaginacion de cada uno. Si Juan no le llevó el apunte. Si aceptó la invitación, hablaron y quedaron en eso. En verse cada tanto como amigos. O si hubo algo mas.
Un abrazo y que tengan lindo fin de semana

Ernesto. Del blog: "Cayado de sándalo". dijo...

Entrañable historia.

Abrazo.
Ernesto.