Cielos que agua que se evaporan con el calor
Vapor que cae formando ríos de nubes
Cielos que agua que se evaporan con el calor
Vapor que cae formando ríos de nubes
Buenos Aires 2020.
Remeras blancas
Verano. Remeras
blancas que, según dicen, sirven para aguantar mejor los rayos del sol. Remeras
blancas que muestran la pureza. Blanco como el algodón, como la espuma que
generan las olas del mar cuando rompen, como las límpidas nubes flotando allá
en el cielo. Blancos también son los guardapolvos de los niños en las escuelas,
la nieve que cubre los paisajes gélidos, los glaciares, la sal, la leche
que nutre a los cuerpos a temprana edad, las hojas de papel, las frías lunas de
invierno, la espuma que deja el jabón al lavar la ropa. Toda esa pureza blanca.
Esa inocencia reflejada ahora en las remeras. Remeras blancas. Livianas. Dicen
que bancan mejor el calor.
Todo muy lindo.
Al no ser por otras cosas. En las remeras blancas se notan mas las manchas.
Sumado a que en ciertas partes, producto de la transpiración toma un color
cremita. Entonces hay que llevarlas a lavar. O hacerlo uno mismo. Una vez
vueltas a usar aprietan. Quedan mas ajustadas. Achicadas. Como si alguien les
hubiera quitado un trozo de tela. Al pegarse con mayor facilidad a la piel
lleva a que esta transpire mas. Y la remera se manche otra vez de sudor dándole
ese tono beige. La lavamos de nuevo. Se vuelve a consumir. Nos aprieta aún mas.
Logrando que se ensucie con mayor facilidad. Provocando un círculo vicioso. Se
mancha. La lavamos. Nos ajusta. Se ensucia con mayor frecuencia. La volvemos a
lavar. Nos aprieta mas que antes.
Llegando un
momento donde ya no nos entra. O lo hace de manera incomodísima. Entonces
dejamos de usarla. Cosa que no pasa con tanta facilidad con las remeras de otro
color.
Verano
Otro año
Calendario que cambia
Sandias y helados
Palomas en los cables posando
Chicos jugando en las plazas
Calor quemando el asfalto
Luz que se corta
Protestas
Imágenes de gente metida en ríos y mares con olas
Ropas puestas a hervir
Lluvias benditas
Un sol que no se quiere ir
Refresco de sombras de árboles
Calles que se pierden
Veredas sin peatones
Peleas, gritos y discusiones
Pantallas violentas
Las chicharras con sus canciones
Lunas amarillas
Bares con música
Bebidas frías
Luis pregunta_ ¿ ustedes ya tienen las tres dosis
_Yo si_ responde Gastón
_ A mi me falta la última_ dijo Nicolás
A lo que Luis aclaró que se vacuno con la tercera hace unos días
_¿ les tocó siempre la misma vacuna?_ quiso saber Gastón
Nicolás contestó que le tocaron las dos de Astra Zéneca
_ a mi me dieron la primera de Sputnik, la segunda de Moderna y la tercera de Astra Zeneca_ acotó Luis
Gastón les dijo que le pusieron la primera de Astra Zeneca la segunda de Sinopharm y la tercera de Pfizer
_¿ les hizo algo?_ pregunto Nicolás
Luis contesto_ en las dos primeras nada. En la tercera me dio apenas unos grados de fiebre
Gastón dijo_ en la primera dosis al día siguiente estaba para atrás. Fiebre, cansancio, dolores. En la segunda un poco de dolor en el hombro del pinchazo y algo de cansancio. En la tercera nada. Se ve que de a poco el cuerpo se va adaptando
_ yo en la primera no sentía nada. Estaba lo mas bien_ aclaro Nicolás para luego seguir_ después me desperté tipo 2 de la mañana con fiebre y chuchos de frío. Así que en la segunda empecé a tomar paracetamol apenas llegué a mi casa. Nada de hacer actividad física, caminar y al día siguiente solo sentía un poco de dolor en el hombro y nada mas.
Luis les hizo saber que le toco la primera en la Rural, la segunda en Parque Chacabuco y la tercera en Boedo en la cancha de San Lorenzo.
Gastón fue a vacunarse primero en Usina del arte , luego en la Rural y por último en el Corralón de Floresta
Nicolás se dio en la Rural y en el Parque de la Estación
Gastón les comentó que tiene muchos contactos cercanos que estan aislados o dieron positivos con esta nueva variante Omicron. A lo que tanto Nicolás como Luis comentaron que les pasa lo mismo. Amigos, parientes, conocidos, vecinos.
_¿ Vamos a tomar algo?_ preguntó Nicolás
A lo que Luis respondió_ está complicado hoy en día con todos estos nuevos contagios que hay
Pero nosotros ya estamos vacunados_ comentó Gastón para después seguir_ podemos ir afuera a un bar donde no haya tanta gente y listo.
A lo que tanto Luis como Gastón asintieron
El criadero
Roberto y Elena eran
propietarios de un campo en la provincia de Corrientes. Tenían vacas, chanchos,
gallinas, árboles frutales. Producían quesos, dulces, jugos, huevos. Aunque en realidad los que hacían esos trabajos eran los
peones y obreros. Quienes a la vez eran dirigidos por capataces.
Aquel matrimonio
además se repartía su tiempo entre un lujoso piso que tenían en la ciudad de
Corrientes frente al rio Paraná y otro en Recoleta, en la ciudad de Buenos
Aires. Durante los meses de verano la pasaban en un chalet situado en La Falda
con vista a las sierras y en otro ubicado en una zona residencial de Pinamar.
De estos también eran dueños.
Hace un tiempo,
producto de la cada vez mayor sequía, sumado al aumento del precio de los
combustibles, alimento de los animales, fertilizantes, y al mismo tiempo una
caída en las ventas ese campo ya no les rendía como antes. Iba a pérdida. Tanto
a Roberto como a Elena se les hacía cada vez más difícil mantener toda esa
estructura. No dejaban de pensar en como poder reinventarse.
Ese campo lo había adquirido el
bisabuelo de Roberto hace más de un siglo. Luego se fueron pasando los bienes
de padres a hijos hasta llegar a los actuales dueños. Los padres de Roberto
habían fallecido. La madre de Elena aún vivía en la misma casa donde ella había
nacido. En la ciudad de Corrientes. Elena supo poco y nada de su padre. Cuando
era niña este se fue para nunca más volver.
Cierto día los
propietarios de ese inmueble decidieron dejar atrás la actividad que venían
desarrollando para poner un criadero de humanos. Los galpones donde antes
albergaban animales y producían los alimentos ahora lo remodelaron. También
pusieron filas de camas de dos plantas. En el casco de estancia donde ellos
habitaban instalaron un sistema de vigilancia. Para ello debieron comprar un
nuevo generador de electricidad. Y llamar a un electricista para que colocara los
cables, pantallas y cámaras de seguridad. Una vez terminada esa obra empezaron
a secuestrar hombres y mujeres jóvenes de las villas de las principales
ciudades del país. Roberto y Elena se encargaban de monitorear todo. Contaban
con tres camionetas 4x4, dos camiones, un helicóptero y dos avionetas.
Utilizaron a los capataces y los peones para llevar a cabo los operativos. Los
capataces manejarían los vehículos. Y serian acompañados por grupos de peones.
A quienes los armaron para hacer el trabajo sucio entrando a las barriadas y
llevándose a las personas que coincidían con sus preferencias.
A la gente que secuestraban las
encerraban en los galpones donde habían puesto las camas. Dándoles de comer
tres veces al día. Una vez que llegaron a los doscientos hombres y a la misma
cantidad de mujeres terminaron con los secuestros. Ahora los obligaron a tener
sexo entre ellos. Cada día con alguien distinto. De modo que cada una de las
doscientas mujeres debía tener sexo con un hombre diferente cada veinticuatro
horas para que todos pudieran relacionarse.
A los bebes que nacían los alojaban en
otro sector aparte.
Roberto y Elena se conocieron hace tres
décadas. En la ciudad de Corrientes. En el cumpleaños número veinte de una
amiga de la infancia de Elena. Dando la casualidad que también resulto ser la
ex compañera de la secundaria de Roberto. Después se casaron. Al poco tiempo
llegaron los hijos. Tuvieron tres. Jorge el mayor que actualmente vivía en
Miami. María, la del medio que lo hacía en Madrid. Y Nicolás, el menor que
residía en la ciudad de Buenos Aires. Roberto ahora estaba por alcanzar
los cincuenta. Elena era tres años menor.
Aquel matrimonio se enteraba de lo que
pasaba en el mundo exterior a través de internet. Veían que se multiplicaban
las noticias sobre desapariciones de personas en los barrios marginales de
ciudades como Quilmes, Córdoba, Rosario, Mendoza, Mar del Plata. Incluso hubo
incidentes en Merlo donde vecinos enfurecidos tiraron piedras contra
patrulleros y prendieron fuego una comisaria. Algo parecido ocurrió en Neuquén
con una marcha pacífica hacia la casa de Gobierno. La cual termino con una
represión policial con balas de goma y gases lacrimógenos. Sin embargo ellos se
sentían a salvo. Su campo se hallaba alejado de todo. Separado de la ruta 12
por más de cien kilómetros de caminos de tierra. Cuando llovía se convertían en
barro. Y solo se podía acceder hasta allí mediante vehículos todo terreno.
Jamás nadie se enteraría. Sumado a que al ser personas que viven en sitios
marginales no tienen el mismo peso que alguien que habita las zonas mas
acomodadas.
Roberto y Elena habitaban el casco de
esa estancia. Separado por alambrados e hileras de eucaliptus del resto de ese
inmueble. Ahí tenían una pileta de natación para disfrutarla en los días de
calor. Una cancha de golf donde Roberto practicaba ese deporte. Incluso a veces
invitaba a amigos así acompañaban. También una huerta. A Elena le gustaba la jardinería. Regaba las plantas, las cuidaba. Se alegraba cuando para la primavera estas reverdecían y se llenaban de flores.
También poseían aparatos de gimnasia y pilates para mantenerse en forma. Tenían
dos computadoras. Una era de Roberto y otra de Elena. Cada uno la
usaba a su manera. Ver videos, películas, escuchar música, la radio, leer
noticias, jugar, aprender recetas de cocina, modos de comer mas saludable o
cuidado de las plantas. Además de hablar con sus hijos. Ya que en eses sitio.
Alejado de los centros urbanos era poca o nula la señal que tenían en los
celulares.
Cuando los nacidos en
ese campo llegaron a los primeros seis años de vida sus dueños utilizaron a los
peones y capataces para matar a todos los individuos que habían secuestrado.
Luego los enterraron en una enorme fosa.
A esos niños se encargaron de llevarlos a los
galpones donde antes alojaban a las personas secuestradas. Les enseñaban tareas
como recolectar frutos maduros, preparar pan, podar. También asuntos como lavar
los utensilios donde comen, limpiar los sitios donde duermen o hacen sus
necesidades, asearse, cocinar los alimentos. Con la idea de que luego hicieran
todo ellos.
Anteriormente tanto
Roberto como Elena invitaban a amigos o familiares a pasar unos días
en su estancia. Pero una vez que comenzaron con esa nueva actividad no trajeron
más a nadie. Ahora ellos iban por separado a visitar a algunos amigos que les
quedaron de la juventud. No querían dejar solo ese campo. Estaban mas ocupados.
Necesitaban estar al tanto de todo lo que pasaba. Roberto a veces visitaba a su
hermano que vivía en Salta y era propietario de grandes extensiones de viñedos.
Lo mismo hacía Elena con su madre. También se turnaban para ir a las distintas
propiedades que tenían. Cuando iban a visitar a Nicolás, su hijo menor que
vivía en el barrio de Belgrano en la ciudad de Bueno Aires, le aseguraban que
cuando ellos enfermaran le pasarían la herencia.
Una década después empezaban
a dividir un espacio de ese campo en lotes y arrendarlo. Una parte a
laboratorios médicos. Otra a barrabravas de futbol. Un tercer sector sería para
los curas. Uno iría para el Estado. Los narcos también tendrían su
espacio. Y un sexto lugar para la policía. Cuando esos chicos
alcanzaban los dieciséis años los separaban y los llevaban a cada lote según
las necesidades de cada uno de estos actores. Los laboratorios los utilizaban
para hacer experimentos, probar nuevos remedios. Si fallaban con uno los
reemplazaban por otro. Ya que esos chicos al no tener identidad eran como si no
existieran. Los barrabravas les enseñaban canciones de cancha, alentar por
ciertos clubes y les daban camisetas de equipos de futbol. Una vez que
aprendían todo eso los llevaban a los estadios para gritar por tal equipo. Así
llenaban los estadios. Aparte les resultaba gratis ya que no pedirían nada a
cambio. Los curas los adoctrinaban con cuestiones ligadas al catolicismo para
que estos luego pudieran dar catequesis en las Iglesias. Llevando la palabra de
Dios a las nuevas generaciones. El Estado los usaba para hacer obras cono
repavimentación de calles, mejoramiento de rutas, arreglo de plazas, limpieza
de espacios públicos. Le resultaba más barato que contratar personal
y pagar salarios. Estos nuevos trabajadores jamás reclamarían, harían huelgas o
pedirían aumento. No tenían idea de esos asuntos. Ni siquiera sabían leer o
escribir. Tampoco tenían DNI. Los narcotraficantes los volvían adictos a
ciertas sustancias para quemarles el cerebro. Una vez que lo hacían los
utilizaban como soldaditos. Y si alguno no se adaptaba a sus exigencias lo
desechaban y traían otro. Total no figuraban en ningún lado. Y la
policía también se aprovechaba de ellos enseñándole a disparar, patear,
golpear. O alguna que otra palabra que en su jerga que creían necesaria. Para
después obligarlos a hacer trabajos como desaparecer personas, cometer asaltos,
amenazar con secuestrar.
La parte de ese campo que aún permanecía en
manos de Roberto y Elena era usado como como reservorio. Al grupo de chicos que
continuaba allí lo conservaban para reproducirse y agrandar esa
población. Estos seguían haciendo trabajos tanto rurales como domésticos.
Además de ser obligados a tener relaciones sexuales una vez por mes.
Los bebés que seguían
naciendo eran colocados en el mismo sitio donde habían parido ellos. A los seis
años aprenderían a recolectar frutos, echar fertilizantes a la tierra, limpiar
los baños, cocinar. Una década después algunos se quedarían para
procrear. Otros a cambio de dinero serían entregados a los
diferentes arrendatarios según sus necesidades.
Roberto y Elena estaban entusiasmados
viendo como este emprendimiento prosperaba. Su estancia volvía a ser rentable. El negocio no paraba de crecer. No solo ganaban dinero por cada chico que
vendían. Sino también por las rentas que le cobraban a sus inquilinos. Ahora
contrataron personal de seguridad para vigilar su campo. Así podían salir sin
necesidad de estar siempre ahí para controlar lo que ocurría. Tenían mas tiempo
para todo. De nuevo iban los dos juntos a visitar amigos y familiares. También
a los chalets que usaban para pasar los veranos como al resto de sus
propiedades. Pusieron un sistema de seguridad en cada una de ellas para poder
ver desde donde se hallasen lo que pasaba en su estancia.
Como producto de este logro que habían
conseguido estaban planificando hacer un viaje a Europa.
Tiempos
Hubo un tiempo que avanzaba a toda velocidad. En su afán de correr se terminó estrellando. Choco con una roca gigante que no llego a vislumbrar en su alocado recorrido. Termino hundiéndose para siempre en las profundidades.
Meses después desde esas profundidades emergió otro tiempo. Tiempo que permaneció siglos allí enterrado sin que nadie lo pudiera ver. Aun desconocido para la mayoría de los mortales. Solo sabemos una pequeña parte de él. El aquí, el ahora. Todavía no podemos saber del todo como es. Que busca, sus reglas, sus comportamientos. Es demasiado nuevo. Recién lo estamos descubriendo. Los años, décadas o siglos darán las respuestas. Si se termina pareciendo al tiempo anterior, si es mejor. O si por el contrario. Termina siendo mucho mas agresivo.
Pasajes
De la avenida a
la calle
Del ojo al
paisaje
De la semilla a
la flor
De la ventana al
sol
De la noche a la
mañana
De los días a las
semanas
Del otoño al
invierno
De la realidad al
sueño
Del rio al mar
Del aquí al allá
Del corazón a la acción
Del cerebro a la razón
Creaciones
El agua creo la sed
La comida el hambre
Los remedios la
enfermedad
La luz inventó el
sol
Las estrellas la
luna
La lluvia las
nubes
La miel creo a las
abejas
El vino las
uvas
El dulce las
ciruelas
El helado inventó
el freezer
La pizza el horno
El mate el termo
Los peces crearon
los ríos
Las aves el aire
Los árboles la
tierra
La vista inventó el
ojo
Los sonidos el
oído
Las palabras la
lengua
Mónica iba
caminando a la casa de Patricia . Quería darle un regalo por su cumpleaños.
Deseaba llegar antes de que la agarre la lluvia. Se cortó la luz. El tren paró
en la estación para luego seguir su camino. Pasaban muchos coches por la
avenida. Cantó falta envido. Mientras tanto aquel hombre estaba sentado en un
banco de aquella plaza dándole de comer a las palomas. Pero Claudio se quedó
dormido. No escucho el despertador. Se levantó una hora después para salir
corriendo a su trabajo. A Andrés le robaron el celular mientras
caminaba. Por suerte no le hicieron nada. Empezó a nevar en la alta montaña. El
calor era infernal. Al terminar de comprar cerveza, Gastón llamó para pedir
empanadas. Venían tres amigos a cenar.
Dos adolescentes se besaban en una esquina. Y Eduardo miraba las
noticias que salían de esa pantalla después de haberse pedido un café con
medialunas. Era una noche de luna llena. El sol goleaba con fuerza los techos
de cemento en aquel mediodía. Sergio acordó en ir a ver a su novia que vivía a
una hora en auto. Pensaba quedarse allí todo el fin de semana. Clara tomaba
mate en la cocina. Franco acababa de ganar la lotería. Mientras aquel perro
subido a la baranda de esa terraza no dejaba de ladrar a los demás perros que pasaban.
Hubo una crecida del Río de la Plata. El señor puso en marcha el taxi y
arrancó. José estaba esperando que venga el gasista a arreglar el calefón. El
viento empujaba las ramas de los árboles. Las hojas se desparramaban sobre la
vereda. Esta vez Natalia no fue al bar con sus dos amigas. No se sentía del
todo bien. Prefirió quedarse en su casa leyendo. Pasó un avión. Sin embargo la
cola era cada vez mayor en aquel local de pagos rápidos. Lo que no impidió que
ese mosquito se abalance sobre la pierna de Kevin para picar su piel y luego
huir. Llegó el colectivo. Todos se subieron. Marina, tras terminar de atender
al último paciente cerró el consultorio para emprender el viaje de regreso a su
casa. Las flores se veían preciosas junto a esa fuente. Rodrigo tomo la bici y
se puso a andar. El gato empezaba a maullar. Agustín fue a lo de un amigo
después de salir de la escuela. Sin embargo el pronóstico anunciaba mal tiempo.
Pero finalmente Laura pudo recibirse de arquitecta. La farmacia acababa de
abrir sus puertas. Mientras tanto la plaza se iba llenando de gente a medida
que avanzaba la tarde. Una moto estuvo a punto de chocar con un camión. Menos
mal que el conductor de este último tuvo buenos reflejos para evitarlo. Aunque
ese equipo otra vez volvió a perder. Pero María finalmente pudo ser abuela. Su
nieta se iba a llamar Karen. Había refrescado. Ignacio se puso una campera
antes de salir. Hirvió el agua.
Hace un año atrás decía esto:
https://yangus00.blogspot.com/2020/03/se-ira.html
Y vino nomas. Apenas semanas no lo hubiéramos imaginado. Lo mirábamos por la tv como algo lejano. Que tal vez llegara con los primeros fríos de finales de mayo principios de junio.
Par e impar
Par es lo estable. Lo que se acomoda. Zona de confort. Rutina. Lo planificado.
2 + 2 = 4.
Ocho porciones de pizza para dos personas. Dos vasos de agua llenos a la máxima capacidad de diez centímetros. Un coche con cuatro ruedas. Una silla con cuatro patas.
Impar es lo inestable. Lo que no figuraba en los planes. No encaja ni se alinea. Molesta. Incomoda. No se conforma. Busca salir de cierto orden.
2 + 3 no serían 4. Un 1 intentará a la fuerza meterse en ese 4. O buscará otro uno para llegar a ser 6.
En una pizza con siete porciones la cosa cambiaría. Esas dos personas verían quien come una de más o de menos O verán cómo se reparten esa porción.
Si habría tres centímetros de más por cada vaso de agua esto rebalsarían. Ese agua sobrante buscaría un lugar. Exigiría que le pongan otro vaso a su disposición para tener el mismo lugar.
¿ Tres ruedas para un auto? Impensado. Todos los coches están preparados con dos ejes para que quepan las cuatro. Habría que inventar un auto modo triciclo. Tricicoche.
También debería buscarse la manera que una silla tuviese cinco patas. Esa quinta pata donde iría. ¿ En el centro tal vez? ¿ En algún costado? ¿ En alguna esquina al lado de alguna de las cuatro? Si es así al lado de que pata irían y porque. De lo contrario esa pata intentaría juntarse con otras tres para que le den una nueva silla.
La sandía 2
Gabriela fue a
la verdulería. Iba a comprar tomates, cebolla, lechuga. Pero sobre todo una
sandía. Ya que Kevin, su hijo cumplía veinte años. Y para ello iban a recibir
sobrinos, hermanos, sus padres. Y luego de cenar pensaban comer sandía con
helado para el postre. Aunque por la pandemia tuvo que cambiar los planes. En
vez de ir todos juntos los separaría por tandas. Una vez iría su hermana con
sus dos hijos. En otra ocasión sus padres y suegros. En otra la hermana de su
marido y sus tres hijas. Para finalizar el otro hermano de su marido con su
hija y dos gemelos. Incluso si el día estaba lindo o depende de las ganas que
tuvieran no descartaban la posibilidad de hacerlo en una plaza ubicada a cinco
cuadras de su casa.
Llegó su turno.
El verdulero primero peso todas las cosas que Gabriela eligió. Una vez que puso
la sandía en la balanza esta explotó. El jugo se amontono en el piso y avanzó
hacia el cordón de la vereda. Cayó al asfalto mezclándose con el agua de la
zanja. De la cáscara crecieron flores amarillas. Y las semillas volaron
rompiendo el vidrio buscando la tierra donde estaban los árboles de la calle.
Se enterraron allí. Nadie tenía idea de lo que ocurría. Jamás vieron algo así.
Gabriela regresó
a su hogar sin la sandía. Le dijo a Luciano, su marido, lo ocurrido pero este
pensó que la estaba cargando. Al igual que Kevin.
Mientras tanto
del sitio donde se enterraron las semillas crecieron nuevas sandías que
explotaban y sus semillas se dispersaban. Ya no buscaban solo la tierra donde
crecían los arboles. También las macetas, canteros, boulevares.
Gabriela fue a
otra verdulería. Compró una sandía y no tuvo problemas. Le contó a la verdulera
como a los demas clientes lo que le había sucedido pero nadie le creyó. Se
reprochaba a si misma por no sacar fotos, filmar. No se le ocurrió. Eso que
llevaba el celular en su cartera. Ahora no tenía pruebas.
Las sandías no
paraban de crecer y explotar. Con el jugo que caía en las veredas. Las cascaras
que no paraban de dar flores. Y las semillas que buscaban pedazos con tierra
para reproducirse y expandirse. Se adueñaron de plazas, parques, obras en
construcción. Se multiplicaban. Le sacaban espacio al resto de los arboles. De
modo que estos se iban secando. Algunos se caían.
Luego fueron por
baches, veredas rotas. A la vez que la ciudad empezaba a temblar. Como si fuese
un sismo.
Las autoridades
obligaron a los habitantes a evacuar hasta que los temblores no paraban. Ahora
aparecían imágenes en la tv, redes sociales. Un fenómeno jamás visto. Sus
familiares terminaron por creerle a Gabriela. Luciano tomó el auto y tanto él,
como Gabriela y Kevin salieron. Aunque el tráfico era insoportable. Avenidas,
calles y autopistas estaban colapsadas. No faltaban los bocinazos y peleas.
Los edificios de
tanto temblar se iban resquebrajando. Caían cascotes. Y de las rajaduras de las
paredes crecían nuevas sandías.
Mas tarde todas
las construcciones acabaron por derrumbarse. De los cimientos emergían sandías.
Al rato ya no
quedaba nada en pie. Casas edificios, arboles, postes de alumbrado público.
Todo cubierto por sandías.
Gabriela junto a
su marido y su hijo pararon a comer en un bar a varios kilómetros de la ciudad.
Vieron por la tele que esta se había convertido en un bosque de sandías. El cual no
paraban de expandirse.
Otro diciembre mas. Ultimo mes del año. Vamos a ver como viene el 2021. Esperemos que mejor que este 2020.
A veces da la sensación que ya nada es lo que era. Que algo se perdió para siempre. Nunca mas las cosas serán como antes. El mundo, la humanidad, la manera de vivir, de relacionarse.
O estaremos asistiendo al principio del fin. El planeta está en un punto de no retorno. Y no hay nada que diga que la humanidad, tal como la conocemos, tiene que ser eterna.
¿ Acaso no se extinguieron los dinosaurios, los mamut? ¿No peligra la vida de muchas especies?
Por ahí aparezcan nuevos seres que se adapten a estos tiempos venideros. Incluso otro tipo de humanos con capacidad de adaptarse a escenarios futuros. Así como en su momento se extinguieron los homo erectus y aparecieron los homo sapiens.